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El gran adiós

Un motivo para NO ver la televisión

El gran adiós.

Autor: Sam Wasson.

Editorial: Es Pop.

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Este libro habla de “Chinatown”, la maravillosa película de Polanski, y de muchas más cosas. Habla del Hollywood de los años setenta, de actores y actrices inolvidables, de directores y productores irrepetibles, de una época gloriosa del cine norteamericano. Y lo hace basándose en una documentación exhaustiva y un talento literario sin igual. Anécdotas jugosas y datos indiscutibles se conjugan en “El gran adiós”, una obra que se lee como un reportaje largo, incluso como una novela, pero también como uno de los capítulos más brillantes en la historia del cine. Es la fuerza de los personajes, tanto protagonistas como secundarios, lo que fascina a Wasson, un escritor que elige a cuatro mitos para construir su obra: Roman Polanski, Jack Nicholson, el productor Robert Evans y el guionista Robert Towne. Cuatro leyendas, reunidas para dar vida a una obra maestra que, de alguna manera, marcó el final del cine clásico y abrió las puertas a nuevas formas de entender el negocio cinematográfico. Imprescindible.

 

Vender a Hitler

Un motivo para NO ver la televisión.

Vender a Hitler.

Autor Robert Harris.

Editorial: Es Pop.

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Es éste un libro peculiar, puesto que en una misma historias cuenta diferentes miserias protagonizadas por personajes bien distintos: periodistas, falsificadores, magnates de la prensa, coleccionistas de recuerdos nazis, nazis auténticos, historiadores de medio pelo… Algo les une: la ambición. Buscan desesperadamente más dinero, más reconocimiento, más reliquias, más lectores, más, más, más. El resultado, no podía ser de distinta manera, es una obra histórica repleta de información, de nombres y de fechas, de acontecimientos importantes, de referencias a documentos legendarios. Pero también tiene trazas de texto policíaco, de ensayo periodístico, por supuesto de novela pícara (exaltación de la mentira y la manipulación) y afortunadamente de desternillante obra humorística.

“Cómo Murdoch y la empresa Newsweek se enzarzaron en una atrabiliaria subasta que en determinado momento llegó a inflar el precio de los diarios hasta los 3.75 millones de dólares, hasta que la avaricia de Stern y la supuesta falta de escrúpulos de Newsweek dieron al traste con el trato; Cómo Stern consiguió, en cualquier caso, vender los derechos subsidiarios de los diarios a periódicos y semanarios en Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Francia, Italia, España, Noruega, Holanda y Bélgica, mediante un contrato cuidadosamente calculado para exprimir hasta la última gota vendible de Adolf Hitler, dividiendo los diarios en veintiocho extractos individuales cuya publicación habría abarcado más de dieciocho meses; de que modo se apremió la publicación de la noticia del descubrimiento de los diarios a pesar del creciente número de pruebas que indicaban que parte de las libretas habían sido creadas después de la guerra; y por último, cómo esta elaborada pero cada vez más inestable pirámide de ventas de derechos y contratos subsidiarios acabó viniéndose abajo dos semanas más tarde debido a un breve informe redactado por el laboratorio de la policía federal alemana”.

Todo gira alrededor de los supuestos diarios privados y secretos de Hitler, y de un falsificador que se los coloca por un precio de escándalo a uno de los mayores grupos de comunicación del planeta. Todos se frotan las manos con el negocio. Todo resulta ser un pufo. Muchos de los protagonistas quedan en entredicho. El timador podría ser el héroe, si no fuera por lo gris y sórdido del personaje. Y siempre de fondo, en ocasiones en primera plana, un periodismo patético que es ridiculizado en múltiples ocasiones.

“El proyecto de los diario de Hitler llevaba en marcha menos de tres meses y ya contenía al menos tres niveles de mendicidad. Kujau estaba engañando a Heidemann: Heidemann estaba engañando a Kuau y a la ejecutiva de Gruner + Jahr; y la ejecutiva de Gruner + Jahr esta engañando a los responsables de Stern”.

¿Un batiburrillo de géneros, de personajes y de trapicheos? De alguna manera sí, pero de ninguna a la hora de dificultar la lectura o de impedir el disfrute de la misma. El libro está perfectamente documentado, ordenado y escrito, resultando brillante su capacidad para hacer agradable la avalancha de personajes y cambalaches. “Vender a Hitler” engancha desde las primeras páginas, aumenta nuestros conocimientos sobre el nazismo, desnuda las ambiciones y flaquezas de los grandes medios de comunicación, y nos proporciona momentos hilarantes, donde reiremos con ganas contemplando cómo delincuentes de poca monta ridiculizan a sesudos especialistas, historiadores y periodistas. Descorazonador, si, pero brillante, pedagógico y divertido.

“Los diarios, afirmó un comunicado del Archivo Estatal de le República Federal Alemana el 6 de mayo, no eran meramente falsos; eran `una burda falsificación´; la confección `grotesca y superficial´ de un copista dotado de `una capacidad intelectual limitada´. El papel, la goma y hasta el hilo de la encuadernación habían sido fabricados después de la guerra, Para cuando se hizo pública esta revelación, la directiva de Stern había entregado un total de veintisiete maletines llenos de dinero en el transcurso de un periodo superior a dos años para conseguir que su reportero estrella, Gerd Heidemann, se hiciera con los diarios. Cuatro millones de dólares habían desaparecido, haciendo de los diarios de Hitler el fraude más prolongado y costoso de la historia de la industria editorial… Al menos cuatro directores de publicaciones de tres países distintos perdieron su empleo como resultado”.

Alma vagabunda

Un motivo para NO ver la televisión

Alma vagabunda. La vida de Curtis Mayfield.

Autores: Todd Mayfield y Travis Atria.

Editorial: Es Pop.

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Curtis Mayfield es uno de los grandes. Escuchando su obra es evidente que ocupa un lugar tan importante en el mundo del soul y el rythm and blues como James Brown, Marvin Gaye Otis Reading. Sin embargo no juega en la misma liga. Mayfield siempre ha estado un paso por detrás, a nivel no ya comercial, sino popular. Este libro explica de maravilla por qué siendo un genio, Mayfield ocupa una segunda fila en el ranking de la música negra: su compromiso social, su carácter reivindicativo, su defensa de los derechos de la población negra, hicieron de él un artista incómodo.

“Después de múltiples peleas… y de haber comprobado cómo la industria estafaba a los artistas más ingenuos, mi padre tuvo claro que era mejor poseer el 50% de algo que el 100% de nada. Las editoriales musicales se hacían de oro con las composiciones de otros. Consideraban que, para un negro, un Cadillac y dos mil quinientos dólares en billetes de cinco, diez y veinte ya era una fortuna. ¡El más rico del gueto! … Sam Cooke fue uno de los primeros en darle la vuelta a la tortilla, fundando en 1961 su propio sello discográfico, SAR… Si ya era uno de los ídolos musicales de mi padre, Cooke pasó a ser también su héroe en los negocios. A los dieciocho años, papá siguió los pasos de Cooke y fundó su propia discográfica”.

Precisamente por eso, por el papel del cantante de Chicago como influyente ideólogo político, los detalles de su vida no han sido conocidos. Hasta ahora. Todd, hijo de Curtis, ha escrito con la ayuda del periodista Travis Atris, una biografía no ya necesaria, sino imprescindible, que va mucho más allá de la música. “Alma vagabunda” es la historia del maltrato a la población negra en los 60 y 70, de los guetos y las revueltas sociales, de los hombres que se dejaron la vida defendiendo sus derechos y, por supuesto, de la música como bálsamo sanador y motor de la revuelta. De una música que va del denso funk de “Super Fly” a la responsabilidad y el riesgo de “People Get Ready”.

“Ningún otro artista negro había alcanzado lo más alto de las listas del pop con un disco como “Super Fly”. Era el álbum más duro y amargo que Curtis hubiera grabado jamás, con el que pintó su retrato más crudo de la realidad del gueto tal y como la experimentaban los negros: drogas, proxenetas, camellos, depresión, desesperación y destrucción. Más que nunca, habló con claridad de las preocupaciones de su gente. No compuso canciones conciliadoras, ni mensajes de paz y comprensión entre las razas. El resultado fue que el público –tanto el blanco como el negro- le concedió el estatus más alto en la música popular”.

Excelentemente documentado, “Alma vagabunda” jamás resulta pesado o insustancial. Las innumerables anécdotas encajan con precisión y ayudan no solo a conocer mejor al personaje, sino a entender una época convulsa en lo político y social, inolvidable en lo musical. Curtis Mayfield fue mucho más que un compositor brillante y un cantante inconfundible, con enorme personalidad y descomunal talento. Fue un hombre y un artista hecho a si mismo. Pobre de solemnidad en su niñez, discreto en el éxito y generoso en su compromiso, Mayfield dejó un legado inmenso en lo musical y en lo social. Funk sicodélico y conciencia social. Algo de lo que muy pocas estrellas pueden presumir. Unas memorias absolutamente recomendables, fundamentales para comprender en toda su grandeza la historia de la música negra.

Halloween

Un motivo para NO ver la televisión

Halloween

Autor: David J. Skal.

Editorial: Es Pop.

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Si es usted de los que piensa, con no poca razón, que esto de Halloween es una de las estupideces más grandes creadas por el todopoderoso imperio yankee… cierre este post y espere tiempos mejores. Si por el contrario esboza una sonrisa simplona cuando escucha, por enésima vez y quizá fuera de contexto, aquello de “truco o trato”… no se pierda el original ensayo del periodista musical David J. Skal. Le diré más: si le repugna Halloween, muchas páginas de este libro, subtitulado La muerte sale de fiesta, confirmarán su buen criterio y apoyarán su cruel teoría sobre la segunda fiesta más popular de Estados Unidos (tras Navidad).

“Pues ese ni siquiera es el disfraz más morboso que hemos vendido”, aseguraba un vendedor de Fullerton, California. “Nos vino una pareja disfrazada de JFK y Jackie Kennedy empeñada en manchar los trajes con salpicaduras de sangre y sesos para recrear lo ocurrido en Dallas”. En 1994, el San Francisco Chronicle señaló una reinterpretación reciente del típico disfraz de Richard Nixon, muy popular en la zona del Watergate. Aquellos que sintieran tal inclinación, podían optar ahora por “una versión actualizada, en honor del aún reciente fallecimiento del presidente: una careta de Nixon muerto, con la piel grisácea y pútrida y la nariz en descomposición”. Otro disfraz muy popular en 1994 fue el de Lorena Bobbitt, la famosa cortapenes, dotada de un toque de macabro glamour mediante el añadido de un reluciente cuchillo y, en vez de un bolso de marca, una bolsita de plástico que iba soltando un reguero de sangre”.

Skal recorre Halloween a lo largo de casi trescientas páginas analizando no solo el fenómeno social. Comienza recordando las raíces del engendro, es decir, las festividades paganas que inspiraron un fenómeno comercial alimentado por emprendedores de diferentes calañas, artistas ansiosos por disfrazarse, niños adictos al azúcar y la fiesta y, por supuesto, infinidad de majaras con necesidad de protagonismo. El resultado es un monstruo que sobrepasa las fronteras de Estados Unidos y se extiende por el mundo supuestamente civilizado. Una máquina de hacer dinero, sin duda. Una forma más de embrutecer a esas sociedades sin personalidad que recibimos con los brazos abiertos todo lo que llega del país de Trump. Quizá “una oportunidad para hacer frente al terror que nos rodea desde un punto simbólico e imaginativo”. En cualquier caso, un trabajo serio siempre, en ocasiones tronchante, que cuenta cómo convertir una vieja tradición en un gran negocio. Entre divertido y espeluznante.

“En el verano colonial de 1692, nadie en Salem comía pavos torturados, los pasteles no eran pavorosos y los museos de cera brillaban por su ausencia. Sin embargo, la existencia de lo sobrenatural era un hecho aceptado y veinte mujeres y hombres de Salem fueron condenado a muerte acusados de brujería. Ninguno de ellos sabía lo que era Halloween. Los puritanos calvinistas no tenían el menor interés en el Día de Todos los Santos o el día de la Conmemoración de los Fieles Difuntos, celebraciones que les recordaban a Roma y la decadencia que ellos habían rechazado”.