La frase que sirve de título a este post es mucho más que un piropo barriobajero. O que el susurro telefónico de un político extremeño al pasar por Almendralejo, camino de Tenerife. O que un comentario entre concursantes de “Adán y Eva”. Más incluso que la declaración de principios del caníbal galés abatido por la policía cuando estaba degustando el rostro de su pareja gastronómica. Te lo voy a comer todo es el lema perfecto para “Eaten Alive”, el último documental extremo ideado por la otrora prestigiosa cadena de televisión Discovery Channel.
En “Eaten Alive”, espacio ya grabado pero aún no emitido, un hombre vestido con un traje especial tipo Robocop deja que una gran anaconda se lo coma. Sí, se lo zampe. ¿Por la ciencia? No, por la audiencia. El canapé humano es Paul Rosolie, un explorador de pacotilla que se presta a un show audiovisual de dudoso gusto: En un solo día más de 11.000 personas se han sumado a una campaña para evitar que se emita el bodrio sensacionalista. ¿Por respeto al ser humano? Quiero pensar que no, que lo que hacen es solidarizarse con el maltratado reptil.
Los límites de la televisión están por fijarse. Como los límites de la utilización de los animales en un medio de comunicación depredador: los seres vivos no son juguetes. Los seres vivos sufren, tiene derechos, deben ser respetados.
Dicho esto, le recordaré que hace falta algo mucho más que un reptil merendándose a un humano para sorprender a un telespectador español. No olvidemos que en la mañana del día en que escribo estas líneas la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha detenido a 30 personas, 22 en Andalucía, dentro de una operación denominada “Enredadera”, por “amañar contratos públicos”. Y que en la tarde del día en que escribo estas líneas la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha acordado rechazar el recurso del PP y confirmar la decisión del juez Pablo Ruz de acusar al partido de Rajoy como “partícipe a título lucrativo” en la trama Gürtel. En el momento de colgar este post, por la noche, no hay más novedades.
Bueno, sí, que el presidente del Congreso Jesús Posada no es partidario de llevar control sobre los viajes con dinero público de los diputados (19.285 euros al año de media por viajero). “Yo no pienso ejercer de controlador de la labor de los diputados”, dice. Y tiene razón: Si no podemos fiarnos de un diputado, entonces ¿De quién?.
P.D.
Un motivo para NO ver la televisión
Eric Bibb.
Cd: Blues People.
Hace ya muchos años, primera mitad de los años 90, el blues rural afroamericano vivió un resurgir muy interesante. Un grupo de guitarristas acústicos, profundamente respetuosos con el pasado pero con enormes ganas de innovar, iniciaron un viaje a través de las raíces del género. Técnicamente impecables, arrinconaron el primitivismo de los maestros, leyendas a 78 rpm, e iluminaron el mundo de los doce compases con una honestidad fuera de toda duda. Sonaban auténticos, a grabaciones campestres, pero al tiempo cristalinos y universales. Los sonidos del porche trasero pasaron a los grandes teatros. Eran los hijos de Charly Patton, Robert Johnson y Son House.
Los representantes del nuevo country blues se llamaban Corey Harris, Gay Davis, Keb´ Mo´, Alvin Youngblood Hart… y un Eric Bibb que se añadió poco después a este grupo de elegidos. Producido por Glenn Scott con un sonido impecable, y con un grupo de amigos e invitados que va desde Taj Mahal a los Blind Boys of Alabama, Popa Chubby o Leyla McCalla, este “Blues People” es un gran disco de blues tranquilos, intensos, apasionados y creíbles. El viejo blues acústico revisitado por un gran contador de historias.