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¿Qué fue de los intelectuales?

De vez en cuando uno se pregunta por el papel de los intelectuales en la sociedad española actual, corrupta y embrutecida, capaz de valorar más el corte de pelo de un futbolista que un buen libro, una canción hermosa o un gesto de solidaridad con los desfavorecidos. ¿Dónde están los intelectuales, dónde sus ideas y sus propuestas, dónde su compromiso y su lucha?

En la España actual, la de la resaca del ladrillo y los nuevos ricos, de los millonarios de pelotazo y los pobres de hambre y frio, de la corrupción y el hastío, los intelectuales deberían estar en la calle. No solo firmando en la Feria del Libro o en el pasillo de los grandes almacenes, sino junto a los titiriteros y los raperos, recorriendo los pueblos y ciudades de España como hizo La Barraca de Lorca y Ugarte, como soñó la Institucion Libre de Enseñanza. Necesitamos resucitar una versión moderna de las Misiones Pedagógicas de la Segunda República Española, imprescindible para compensar de alguna manera la destrucción de la cultura y la educación que han llevado a cabo durante décadas PP-PSOE. Hace falta que los intelectuales encabecen, o al menos jaleen, una revolución cultural.

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Pero los intelectuales han desaparecido. De las calles, digo. Las razones son muy diferentes. Arrogancia, vanidad, egoismo, inseguridad, ambición… o simplemente porque les dan asco las mierdas de perro que inundan las aceras: coja una bolsa, por si vomita de asco, y lea la columna que ha publicado Javier Marías en El País bajo el ingenioso título de “Perrolatría”: “Lo de los derechos de los animales es uno de los mayores despropósitos (triunfantes) de nuestra época. Ni los tienen ni se les ocurriría reclamarlos”.

¡Ah, las boutades de nuestros ingeniosos intelectuales! Dispuestos siempre a escandalizarnos, a ir contracorriente. Bueno, siempre que no afecte a sus relaciones sociales, a sus contactos editoriales, a sus ambiciones académicas. En la España actual, ¿A qué mejor cosa podría dedicar un intelectual el espacio privilegiado de una columna en El País que a los no derechos de los perros?

No necesitamos momias sentadas en la Academia, sino activistas dispuestos a pisar esas calles llenas de mierda de perro para despertar a los ciudadanos, estimular su espíritu crítico, alimentar sus necesidades intelectuales y fortalecer, en resumen, la vida cultural del país aletargado. No nos hacen falta ególatras de suplemento dominical, intelectuales de salón, culturetas de ministerio, filósofos de tertulia radiofónica o eruditos lamedores de culos. Necesitamos a los escritores, músicos, pintores y dibujantes, actores y cineastas, escultores y titiriteros a pie de calle, de centro cultural, de plaza de pueblo. Bebiendo vino en las tabernas, no en la entrega del premio Planeta. Necesitamos una labor educativa popular, al margen del Estado. Necesitamos la base intelectual para una revolución social. Y la necesitamos YA.

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Un motivo para NO ver la televisión

La industria de los sueños 2: ¡Pura fórmula!

Autor: Paco Alcázar.

Editorial: Astiberri.

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Estamos ante una colección de chistes para cinéfilos marcados por la mordacidad, la ironía y el sarcarsmo. La recopilación de los últimos cuatro años de las tiras publicadas por Paco Alcázar, dibujante y guionista, en la revista Cinemanía. Pura guasa en chascarrillos de una página, flashes sobre películas, actores y directores presentados en colores luminosos, con textos desternillantes y una presentación original: 15 por 15 centímetros, algo más grande que un CD, con tapa dura, lomo grueso, buen papel y excelente impresión. Un regalo grande.

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¿En qué quedamos, Cebrián?

El día del debate televisivo a cuatro entre Rajoy, Iglesias, Sánchez y Rivera se podía leer en la página 17 de El País: “Si es verdad que la campaña del 26-J será una de las más decisivas de la historia, con alrededor del 30% de los electores aún indecisos, el debate de esta noche entre los cuatro principales candidatos puede resultar un punto de inflexión determinante”.

Dos días después del debate televisivo a cuatro entre Rajoy, Iglesias, Sánchez y Rivera se podía leer en la portada de El País: “Pablo Iglesias gana un debate sin influencia en el voto del 26-J”.

¿En qué quedamos, Juan Luis? ¿Punto de inflexión determinante o sin influencia? Pues quedamos en que no va a ser fácil.

Va a ser sumamente difícil. Tanto que incluso un socialdemócrata de verdad como el ex ministro Jordi Sevilla, no como esos socialdemócratas perroflautas antisistema, acaba de hacer público el plan B del PSOE: “para evitar terceras elecciones, si no hay mayorías, debería dejarse gobernar al candidato que consiga mayor apoyo parlamentario”. PP incluido. Un tuit que responde a muchas de las preguntas a las que no se atrevió a responder Pedro Sánchez en el famoso debate televisivo.

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¿Todavía tiene dudas sobre las intenciones del PSOE? El camino a la perdición emprendido por Sánchez y compañía es tan evidente que incluso han recuperado a Alfonso Guerra, leyenda del Club de la Comedia socialista, para poner un toque de chascarrillo y buen humor al suicidio del partido del Pablo Iglesias sin coleta: “no nos han perdonado, nos la guardan desde 1921″, dijo el hermano de Juan Guerra en referencia al viaje de Fernando de los Ríos a la Rusia bolchevique que hizo que el PSOE no quisiera entrar en la III Internacional comunista. “¡Bolcheviques, chavistas, comunistas”, repetía el muy cebolleta aferrado al micro. Y sentenció: “Solo por ver cómo se le hiela la sonrisa (a Pablo Iglesias) merece la pena votar al PSOE.

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Un motivo para NO ver la televisión

Soñadores

Autores: Edmond Baudoin y Cédric Villani.

Editorial: Astiberri.

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Cuando parece que ya nada puede sorprendernos en el mundo de la historia gráfica, que ya está todo dicho en el lenguaje del cómic, resulta que Astiberri edita “Soñadores” y nos deja con los ojos abiertos. Y una gran sonrisa: estamos ante una obra maestra difícil de definir, entre el dibujo documental y la poesía científica. Un libro que en 190 páginas narra, mediante ilustraciones sombrías y textos rigurosos, la suerte de cuatro hombres geniales que fueron capaces de cambiar el curso de la historia.

“Los humanos necesitan dar una dimensión personal a los acontecimientos y muchos comprenden la historia de la humanidad al hilo de las figuras políticas… Hay en cambio quienes, inspirados por Marx y Tolstoi, prefieren ver la historia como el fruto de la acción de los pueblos, las luchas de clases, humanas, culturales, sociales, económicas…”.

El dibujante Edmond Baudoin y el matemático Cédric Villani unen sus fuerzas en este titánico proyecto, una obra colosal que analiza las vidas, y sobre todos los pensamientos y las obras, de cuatro científicos tan brillantes como poco conocidos. Werner Heisenberg (un genio de la estructura atómica que dirigió el intento alemán por tener la bomba nuclear), Alan Turing (precursor de la informatica moderna que descifró el código nazi Enigma), Leo Szilard (excéntrico físico que pensó en la posibilidad de una reacción nuclear en cadena) y Hugh Dowding (oficial al mando de la RAF tan importante en la batalla de Inglaterra como para que Churchill le dedicara aquello de “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos” ) son los protagonistas de un libro de historia sorprendente y hermoso que demuestra que tan importante como los hechos es saber contarlos.

“Entre una cosa y otra, esta obra aborda de forma tangencial tres conocidas controversias cientifico-históricas. La primera es el papel de Heisenberg durante la guerra. La segunda guarda relación con la muerte de Turing. La tercera tiene que ver con la influencia de la bomba atómica en las relaciones mundiales. ¿fue un factor estabilizador o desestabilizador? El hecho de que en los últimos setenta años no haya habido conflicto atómico alguno parece dar la razón a la teoría del equilibrio del terror.

“Soñadores” es un libro ambicioso y deslumbrante. Pero no es un libro fácil. Exige la atención de un lector dispuesto a volver atrás para terminar de comprender una teoría, para acabar de entender un análisis, para volver a disfrutar de las dudas morales de un físico sumergido en un homenaje a Harold Lloyd. El goce de la historia y la ciencia, la belleza de la ilustración, en una obra extraordinaria.

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El cardenal y la felación

El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, escribió el pasado viernes en El País un texto a toda página, en la sección “Opinión”, en el que destacaba que “la nueva política es una suma de egos bajo la fórmula del bonapartismo y el chavismo”. Y se quedó tan ancho.

En ese mismo periódico, sólo unas páginas más adelante, en un tamaño notablemente más pequeño, un faldón raquítico, informaban de que un grupo de personas con silbatos había interrumpido la representación de la zarzuela de Paco León “¡Cómo está Madriz!”.

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Mientras el secretario de Estado de Cultura se dedicaba a la propaganda política de medio pelo, no dice mucho de su nivel intelectual utilizar a estas alturas “el bonapartismo y el chavismo”, la cultura de verdad vive problemas auténticos. Y los vive no en países donde la libertad de expresión está en peligro, como Venezuela, sino en este reducto de integridad y democracia llamado España.

En España se encarceló, en uno de los episodios más vergonzosos de nuestra historia reciente, a unos titiriteros por una obra de ficción que no escandalizaba ni a un monaguillo. Y en España se boicotea una obra de teatro en la que, en el colmo del libertinaje y el mal gusto, a un cardenal se le practica una felación. El monaguillo de antes aquí igual se sentía más incómodo, usted ya me entiende. A Alberto Ruiz-Gallardón le pasó: abandonó su butaca cuando fue a ver el montaje. ¿Sería por la felación o porque cita otro tipo de ilustres miembros, en este caso PP, como Bárcenas, Rato o Camps?

Señor LaSalle, defienda la cultura. Aunque no la entienda, aunque no la comparta, aunque no crea en ella. Como secretario de Estado de Cultura que es, esperemos que por poco tiempo, debería intentarlo. Y déjese de propaganda, de política chusca. ¿No se da cuenta de que las entradas para ver la zarzuela de Paco León están agotadas, y las iglesias cada vez más vacías? Pertenece usted a otro tiempo, quién sabe si a otro mundo, seguro que a otra cultura.

P.D.

Lola Galán, la defensora del lector del diario El País, titulaba su columna del pasado domingo “La manifestación fantasma”. Cuando leí la frase no me lo podía creer: ¡Alguien en el  diario de Cebrián se preguntaba por qué se ocultaban imágenes del acto celebrado el sábado por En Comú Podem en el paseo Lluís Companys de Barcelona! ¡Qué rapidez! ¡Qué diligencia! ¡Qué huevos!

Qué pardillo. La defensora del lector del diario El País hablaba de una manifestación de pescadores y cazadores en Madrid. En cualquier caso, le dejo con una imagen de ese acto en Barcelona donde se reivindicó la “diversidad, la fraternidad y el derecho a decidir de Catalunya”. No la encontrará en los grandes medios…

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La democracia razonable. Análisis del debate a cuatro en Cuarto Poder

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Periodismo de detectives

Dicen en el informativo de La Sexta que desde que han hecho públicos los 11 millones de documentos de los papeles de Panamá se cuentan por miles “las personas que están jugando a detectives”. Curioso.

Y digo curioso porque hasta ayer mismo los medios de comunicación que disponían de los archivos filtrados del ICIJ (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación) aseguraban hacer “periodismo de investigación”. Es decir, que cuando un periodista pone en la ventana “buscar” de un documento tocho los nombres de “Emilio Botín”, o “Imanol Arias”, o incluso “Juan Luis Cebrián”, eso es periodismo de investigación. Pero cuando es un ciudadano fontanero, notario, esteticista o banderillero quien lo hace, entonces se convierte en un “juego de detectives”.

Vaya con el periodismo moderno. ¿Periodismo de detectives? No sé, no sé. De lo único que estoy seguro es de que el periodismo está cambiando, entre otras cosas porque la filtración mató a la estrella de la exclusiva, del verdadero periodismo. Con las redacciones cada vez más vacías, ocupadas por becarios con sueldos miserables en lugar de por profesionales con salarios dignos, no se puede hacer gran periodismo, no se le puede dedicar ni tiempo ni presupuesto. Otra cosa son las filtraciones, tipo Panamá o Wikileaks, o las exclusivas de pega, tipo Inda: excelente relación calidad-precio, prueba evidente del mal momento que vive la profesión.

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El buen periodismo es caro. Requiere tiempo, esfuerzo, conocimientos y una organización profesional. Lo contrario de lo que exigen estos tiempos apresurados y digitales de vídeos “más vistos” y noticias “más leídas”. Ahí tienen los ejemplos de grandes medios venidos a menos. El País, que no levanta cabeza tras el despido de 129 profesionales hace tres años. Y El Mundo, enfrascado en un cuarto ERE que pretende poner a 198 profesionales en la calle.

Dos diarios que han sufrido de lleno la crisis de la prensa. Una crisis que es culpa de todos. Por un lado, de la lenta y tardía respuesta de los grandes medios a la revolución digital, de su búsqueda desesperada del éxito a golpe de clic, del abandono de la calidad, el riesgo y la independencia. Por otro, de unos jefes de mentalidad neoliberal que, lejos de vigilar al poder, verdadera razón de ser del periodismo, se pusieron de su lado y se cobijaron a su sombra. Y finalmente por el aburguesamiento de unas plantillas bien alimentadas y sumisas atemorizadas por el fantasma del paro.

Ya es tarde. Vivimos tiempos donde el periodismo consiste en jugar a detectives.

Un motivo para NO ver la televisión

El olor de los muchachos voraces.

Autores: Frederik Peeters y Loo Hui Phang.

Editorial: Astiberri.

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En este western postmoderno hay algo de Jean Giraud, esos paisajes rocosos y esas praderas crepusculares absolutamente impecables. Y también algo de Jodorowsky, esos espasmos místicos, esa relación sonora con los caballos, esas fotos fantasmagóricas, esas visiones dignas del mejor peyote. Y por supuesto algo de “Brokeback Mountain”, el comienzo de una relación digamos que… indeterminada entre el fotógrafo Oscar Forrest y el imberbe Milton.

“Me gustan las llanuras. Los pueblos paganos dan mucha importancia a los sueños. Dicen que, a lo mejor, el mundo en que vivimos es un gran sueño que tiene lugar en la mente de alguien… Es la embriaguez del vacío. Las grandes llanuras provocan una especie de vértigo a lo horizontal. Tanta apertura marea. Como si al borrarse los contornos se provocara un caos incontrolable. Todo se mezcla, todo se invierte”.

La historia se desarrolla en 1872 en Texas. Un geólogo llamado Stingley dirige una expedición por territorio comanche. Como Lewis y Clark pero por el sur, de manera más informal, y con dos compañeros, un fotografo fugitivo y un… niño. Nada es lo que parece, ni el niño, ni el geólogo, ni el fotógrafo, ni siquiera la expedición. Los indios observan desde las rocas, y los cazarecompensas tiene rostro de calavera. Mientras, la despiadada naturaleza sigue su curso.

“Aquella mañana mis hermanos querían enseñarme a ubicar el galope de un caballo, a calcular su velocidad solo con el oído. Me vendaron los ojos, me ataron los brazos a la espalda y me dejaron en medio del campo. Soltaron caballos furiosos en mi dirección y yo tenía que esquivarlos antes de que me arrollaran. Me decían que con miedo se aprende más rápido”.

“El olor de los muchachos voraces” es un cómic del Oeste con matices filosóficos que habla de la amistad y del odio, de los espacios abiertos y las viejas costumbres, del deseo y la insatisfacción y, sobre todo, de la maldición de las apariencias. Nada es lo que parece. Una bonita historia de amor a contrapelo, tan hermosa e insólita como los ritos transculturales del chamanismo, los primitivos recursos ceremoniales y todos aquellos viajes por sendas espirituales.

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