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Daños innecesarios

Dice Ana Rosa Quintana, en una patética entrevista promocional publicada por El País, que en su programa “el límite está en no hacer daño innecesariamente”. Conocer los motivos y las circunstancias que llevan a Ana Rosa a decidir  cuando es necesario y cuando no hacer daño sería fascinante, seguramente porque nos ayudaría a entender la existencia y las decisiones del todopoderoso. Ana Rosa es una diosa que reniega de  apelativos menores, como “reina de la mañana”. Cuando ponen en duda su profesionalidad, por ejemplo preguntándole por la imputación en el caso Mariluz, recuerda al lector que tiene un premio Ondas, y asegura que el mismísimo Augusto Delkader (presidente de PRISA Radio) no se podía creer que no tuviese galardones de esta calaña a cascoporro.
Que Delkader defienda a Ana Rosa, la periodista que publica libros escritos por negros, no es extraño: son socios. Recuerde que hace solo unos meses Telecinco absorbió el 100% de Cuatro, la cadena en abierto de Sogecable, y el 22% de Digital +, negocio que le proporcionó a PRISA el 18,3% de Telecinco y 491,1 millones de euros en efectivo. Desde ese instante los medios de comunicación de PRISA tratan con sorprendente cariño la telebasura que genera ese ojete audiovisual llamado Telecinco.

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La mona se viste de seda

La noche del sábado Telecinco estrenó “El gran debate”, programa que sustituye en prime time a “La Noria”. Le recuerdo que “La Noria” era un programa de éxito, con una audiencia notable y críticas sangrantes, que cayó en desgracia tras pagar 9.000 euros por entrevistar a la madre de El Cuco, acusado de encubrimiento en el caso Marta del Castillo. Los anunciantes, alarmados por el revuelo social causado, retiraron la publicidad. Sin anuncios, “La Noria” estaba muerta.
“El gran debate” surge, por tanto, de las cenizas de “La Noria”. ¿Es un nuevo programa? Yo no diría tanto… Y no diría tanto porque para el primer “El gran debate” seguro que el cuerpo les pedía un especial sobre la sentencia del juicio de Marta del Castilla, pero como fue precisamente ese tema el que causo la ruina a “La Noria” han tenido que hacer un monográfico sobre el paro. Suficiente para clarear su churretosa imagen y limpiar la conciencia de los anunciantes. ¡Sopas Knort, Peugeot, Ausonia, Martini, El Pozo, Colgate y Ford vuelven a incluir publicidad en Telecinco durante el prime time de los sábados! Esto era lo importante. Esto, y los 1,45 euros que cobran por cada mensaje para participar en la pantomima de sondeos.
“Un espacio para entender lo que pasa en este país en este momento…”, “un encuentro de ideas, de personas con voluntad de construir”, dice Jordi González cuando trata de definir “El gran debate”.  Pero lo cierto es que se trata de una adaptación light de “La Noria”: un plató luminoso, un circo de invitados igual de bullangueros y un nivel intelectual deplorable, por populista y superficial. Mantienen los aplausos de regidor sin criterio, los invitados políticos circenses (Antonio Miguel Carmona, del PSOE, el Consejero de Turismo y Cultura de Murcia, del PP) y añaden algunos conatos de periodismo sin el menor interés: Telecinco no destaca por su equipo de informativos. El resultado es un debate gritón, de bajísimo nivel, por mucho que los presentadores se toquen con el bolígrafo los labios y pongan cara de estar reflexionando. “¿Qué estarías dispuesto a hacer para tener trabajo?”, se preguntaba un Jordi González que muy bien podía haberse respondido: “pues presentar programas en Telecinco”.
Tras dos horas de demagogia y vocerío, y nada más sonar las doce campanadas, Jordi González y cuadrilla se quitan el disfraz de “encuentro de ideas” y recuperan su verdadero y diabólico aspecto: ¡comienza “La Noria”, ese programa que nunca se fue!
Efectivamente. González y compañía despiden “El gran debate” a las 12:24 de la noche, y a las 12: 30 González y compañía presentan “La Noria”. Y lo hacen como si no hubiera pasado nada, en directo, pero sin ninguna referencia al programa anterior, como si acabaran de llegar de sus casas en ese mismo instante. Invitados de refresco, quizá cabreados por el horario golfo, temas más polémicos y escabrosos (Urdangarín) y entrevistas de insultante banalidad (Arancha de Benito).
La mona se quitó la seda y enseñó de nuevo la patita, llena de pelambre y roña…