Leo en el prestigioso diario progresista El País que José Mota, el rey del chascarrillo gañán, heredero legítimo de la ironía de Esteso y el gracejo de Arévalo, “apuesta” en su regreso a TVE por “un humor crítico”. Sin llegar al llamado “humor inteligente”de Buenafuente y compañía, quiero entender, pero “con más conciencia de la realidad social y política”.
Veo el último programa de Mota, viernes pasado por la noche, y coincido con el crítico de Cebrián en que la ausencia de personajes como La Vieja del Visillo o el Tío la Vara suponen un gran avance. Yo diría que tanto a nivel social como cultural, y no solo para Mota y sus seguidores, sino para el país en general: sin personajes de esa calaña en pantalla estamos un poco más cerca de Europa. Y más lejos de Atapuerca. Dicho esto, tengo que reconocer que me costó mucho trabajo distinguir el humor crítico entre el griterío pastoril y el agreste palabrerío que ofrece, en demasiadas ocasiones de manera gutural, el que fuera mitad de Cruz y Raya.
Es más, me costó encontrar el humor. No ya el crítico, sino el simple humor, el normal, el de andar por casa, el que te arranca un sencillo boceto de sonrisa. Nada. Soy incapaz de reirme con esas imitaciones de Jordi Évole o Paco Martínez Soria, brochazos a golpe de peluca y maquillaje. O con esos exorcistas que en realidad son jefes de un mileurista. O con ese pequeño Nicolás que simplemente parece lo que es: un solemne imbécil.
El nuevo programa de Mota me resulta soporífero, lo mismo de siempre quitando a la Vieja y a la Vara, nuevos chistes voceados, diferentes ocurrencias rústicas, alternativas chuscas a gags vulgares. Pero, insisto, no me haga usted demasiado caso: 16% de audiencia en su primer programa, 14% en el segundo. Todo un éxito.
Puede que yo sea muy exigente, pero también que nos conformemos con muy poco: superar a la Vieja del Visillo en cuanto a humor para el siglo XXI, con una miaja de compromiso social, no parece un reto para titanes en esta España en descomposición. Parece una exigencia evolutiva, simple cuestión de supervivencia. Los españoles superamos hace tiempo a Pajares y a Paco Martínez Soria, aunque cueste creerlo si escuchamos los cánticos del campo del Betis o las reflexiones del alcalde de Valladolid.
Mi concepto del humor crítico va más allá de un baile con un evasor de impuestos como protagonista de la coreografía. Mi concepto del humor comprometido va un poco más lejos. Pasa por una versión televisiva del legendario 13 Rue del Percebe del gran Ibáñez, llamémosle 13 Rue de Génova y los Percebes, con Mota disfrazado de Bárcenas repartiendo sobres, dirigiendo las obras que paga en negro e invitando a mariscadas que se zampan todos, desde Cospedal a Esperanza Aguirre y Rodrigo Rato, en el despacho de Mariano Rajoy. ¿Demasiado para una TVE al servicio del PP? Pues te vuelves a Telecinco o te vas a Antena 3, que para eso eres José Mota, un humorista crítico. Con dos cojones.
P.D.
Un motivo para NO ver la televisión
Eilen Jewell.
Cd: Live at the Narrows.
D0ble disco en directo, 29 canciones en vivo, con lo mejor de una de las cantantes favoritas de este bloguero: la gran Eilen Jewell, el orgullo de Idaho. Live at the Narrows es el resultado de dos noches mágicas en el Centro para las Artes Narrows (Fall River, Massachusetts), en febrero de 2014. Temas clásicos de su repertorio, revisitados o en formatos habituales, además de versiones de sus covers favoritas, y una nueva canción: “Rio Grande”. Y todo con un gran sonido, con su banda de carretera habitual (incluido ese genio llamado Jerry Miller en las guitarras), y un público entregado. No se puede pedir más.
Eilen escribe en los créditos del disco: “Fue duro, con un frío penetrante. Febrero, pleno invierno en Fall River. Eilen estaba embarazada de cinco meses. Jerry tenía un diente roto. Jason tenía un corazón roto (una infección en una de sus válvulas). Todos estábamos un poco rotos. Los cuatro habíamos conducido varias horas en la nieve, aparcado la camioneta Econoline, cargado el equipo a través del hielo, y configurado nuestro sonido en el escenario. A pesar de todo, nos alegramos de haber hecho el viaje. La multitud estaba caliente. En The Narrows nos sentimos como en casa. Tocamos lo mejor que pudimos y nos esforzamos para cumplir todas las peticiones de canciones… es una bendición ser escuchado”.