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Madrid en Versión Original

Trabajar actualmente en el ayuntamiento de Madrid podría considerarse algo heroico: los peces gordos de la información han soltado a los perros para que sigan el rastro de Manuela Carmena y acompañantes. Periodismo de investigación. Ya sabe usted a qué me refiero: confirmar que sodomizan monjas, fuman crack o trafican con órganos humanos. ¿Y qué hacemos si no sodomizan monjas, fuman crack o trafican con órganos humanos? preguntan los reporteros/sabuesos a sus jefes. Coño, pues ver  si tiran papeles al suelo, se saltan un paso de cebra o, sacrilegio, cogen un taxi en lugar del metro. Un antiguo jefe de El Mundo, hoy entre los tipos de confianza del nuevo director del diario, me dijo una vez que llegué a la redacción con una entrevista “sosa”: “dale una vuelta, todo el mundo tiene un lado oscuro”.

La alcaldesa y su equipo no quieren perder el tiempo desmintiendo cada una de las informaciones falsas, o medias verdades, que publican los medios de comunicación todos los días. Por eso han puesto en marcha “Madrid Versión Original”, una web “que permite a los ciudadanos y a los medios de comunicación encontrar la información original que dio lugar a una noticia que en su recorrido se ha modificado y contiene datos que no son exactos o son matizables. Se trata de una web basada en datos contrastables y oficiales, que no está abierta a opinión ni es un espacio de debate”.

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Los grandes medios tienen la piel muy fina, y no conciben que alguien les responda. Y menos aún que desnude sus miserias. ¡La sagrada libertad de expresión! La mayoría publicaron ayer editoriales más o menos virulentos, que van desde “La ley mordaza de Carmena” de La Razón al “Manuela Carmena se equivoca” del diario progresista El País: “Mal asunto que el Ayuntamiento de la capital de España, con planes de atacar de inmediato una serie de necesidades sociales, dedique algún esfuerzo a una iniciativa que tiene más que ver con un intento de corregir los desarreglos y las descoordinaciones que están produciéndose en su seno, que con los problemas de los madrileños”. En el editorial de El Mundo, “La ‘web de la verdad’ es una herramienta de presión y desprestigio hacia la prensa”, se nota la mano reformista de su joven director: “Se trata de una intolerable herramienta de propaganda, presión y desprestigio desde el poder… Es injustificable que una autoridad se arrogue el patrimonio de dictaminar dónde se halla la verdad… Es muy desafortunada porque puede ser utilizada para señalar a periodistas y como advertencia a los medios”.

“(La web del ayuntamiento) puede ser un medio de presión a los periodistas, porque estos no pueden tener derecho a réplica”, dice Carmen del Riego, presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid que ve en todo esto “un halo de censura”. Lástima que no sea tan rápida en posicionarse contra el deterioro del periodismo, contra la manipulación constante y premeditada de algunos medios, contra los abusos de algunos tertulianos enloquecidos. Lástima que la asociación que defiende a los periodistas no fuese tan contundente en otras ocasiones, por ejemplo tras el 11-M.

Si usted se toma la molestia de entrar en MadridVO verá que es una web aséptica, barata y práctica que, simplemente, pone en evidencia a los periodistas y medios que día tras día intentan manchar la imagen del ayuntamiento de Madrid y entorpecer su trabajo con informaciones falsas. No veo censura, no veo régimen totalitario, no veo Gran Hermano, no veo intromisión, no veo mordaza… No veo ataque a la libertad de expresión. Solo veo mal periodismo desenmascarado.

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Un motivo para NO ver la televisión

Zumbidos en la cabeza.

Autor: Drago Jancar.

Editorial: Sexto Piso.

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“Zumbidos en la cabeza” es mucho más que una novela carcelaria. En algunos momentos es una novela histórica que habla de la primera guerra judeo-romana. En otros, un ejercicio psicológico que analiza la condición humana, el espíritu de la revuelta popular y hasta la vital importancia de un partido de baloncesto retransmitido por televisión. Drago Jancar, escritor esloveno de gran compromiso político obsesionado por las víctimas de la marginación social, va mucho más allá de la violencia generada por los reclusos del penal de Maribor durante un motín. Porque, dice, “lo que nos destruye no es una espada, no es el azar; lo que nos destruye siempre es la miseria humana”.

El asedio y caída de Masada (año 73) termina con el suicidio de sus 953 defensores, que eligieron la muerte antes que entregarse a los romanos. Su historia circula por las páginas de “Zumbidos en la cabeza” en paralelo con la del motín que en principio dirige Keber, un delincuente muy especial que ha librado mil batallas y es respetado por el resto de presos. Keber no soporta los gestos soeces ni el sonido de los cubiertos contra el plato de hojalata. Escucha ruidos, chirridos terribles. Y sueña con una mujer, Leonca, por encima de las otras. “No es difícil que el ambiente y los conflictos característicos del lumpen sean confundidos con los caminos que llevan directamente al cielo”.

En las páginas de “Zumbidos en la cabeza” sobrevive lo peor y lo mejor de un mundo confuso, en el que se cruzan las acciones más nobles con las más viles y cobardes. Tras los barrotes, una revolución que da alas a la fantasía y la independencia de un hombre que sueña con saltar los muros sólidos de construcción austrohúngara que limitan su libertad. Decenas de personajes brutales, y anécdotas inolvidables: “En Odesa había dos prostitutas, madre e hija, las dos prostitutas más pobres del mundo. Pero esas dos mujeres de un país socialista eran las mujeres más amables y tiernas que he conocido en mi vida. Se dejaban tocar por unas pocas latas de comida. Cuando necesitaba calmarme en la prisión, en mis sueños siempre ponía rumbo a su casa. Cerraba los ojos y atracaba en Odesa. La pequeña habitación estaba dividida con una manta. Mientras hacía el amor con la hija, la madre preparaba la cena con las latas que les había traído. Mientras hacía el amor con la madre, la hija fregaba los platos. Y cuando había acabado con la madre, los tres nos sentábamos a la mesa”.

Una obra audaz, un festín de violencia desatada, un ejercicio de literatura reveladora. Lo humano y lo inhumano en una narración extraordinaria, por original y contundente.