You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: Editorial Malpaso


Luz de gas

El Rey Juan Carlos abdicó el lunes para, según la portada del diario progresista El País, “impulsar las reformas que pide el país”. Solo un día después la cifra de parados bajaba 111.916 personas, la mayor caída en un mes de mayo. Letra pequeña: el 92% de los nuevos contratos es temporal. En la Cadena SER, la periodista tertuliana asegura que “vivimos en un estado de excepcionalidad”. Felipe González habla en esa radio de sí mismo, y de lo gran amigo que es de su majestad. En Antena 3 Rodríguez Ibarra dice que la República no solucionaría el problema del paro. En ABC recuperan el momento en que Juan Carlos I fue bautizado por Pío XII. El socialista obrero Rubalcaba dice que “el Rey garantiza la integridad de España”. En Telecinco aseguran que el príncipe es “impecable” y que a Juan Carlos deberemos seguir llamándole “majestad”. En “Las mañanas de Buruaga” (COPE) afirman que “el príncipe estará muy cerca de los que sufren, de los pobres y marginados”. “Es capaz, lo va a hacer bien”, asegura Zapatero en La Sexta. “Tras el gesto de generosidad del rey  lo que toca es cumplir las previsiones”, pide Carmen Enríquez, periodista especializada en Casa Real“El pueblo español es monárquico”, dice Mariano Rajoy el día siguiente a la real abdicación. “En la calle se ve que hay más alegría”, insiste Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno.

VOTO EL ROTO

En ocasiones tengo la sensación de vivir en otro planeta, en otra galaxia, en aquel mundo raro de Alejandro Fernández. Un lugar donde, recuerde, no saben llorar, no entienden de amor y nunca han amado. Un mundo raro en el que soy un extraterrestre, un ciudadano de segunda, marginal, extravagante, radical, asocial. Veo una realidad distinta a la que me cuentan los grandes medios de comunicación. Tengo la sensación de que políticos, periódicos, radios y televisiones me hacen luz de gas, de que quieren convencerme de que vivo en una España diferente a la que siento cada día. En la calle, en el bar, en el colegio, en el mercado, en la librería, en la cena con los colegas… No veo alegría. Veo desencanto. No creo ni en Juan Carlos, ni en Felipe, ni en Mariano, ni en Alfredo. No siento que pertenezcan a mi especie, que estén al lado de mi gente, que luchen por un mundo mejor.

Luz de gas. Según Javier Marías, “Persuadir a una persona de que su percepción de la realidad, de los hechos y de las relaciones personales está equivocada y es engañosa para ella misma”. Siento que la clase política y los grandes medios de comunicación pretenden alterar mi percepción de la realidad, de los hechos. Niegan lo que veo con mis propios ojos, tergiversan lo que escucho, deforman lo que siento. Intentan persuadirme de que nada debe cambiar, de que el continuismo garantiza la paz, de que veo enemigos inexistentes, de que los fantasmas del pasado se han ido. Siento su fuerza, la de la desinformación.

En estos momentos tan… excepcionales, no puedo dudar de mis sentidos, de mi capacidad para razonar, de mis actos. Por mi salud mental tengo que prescindir de unas fuentes evidentemente contaminadas. Tengo que mantener el criterio, la capacidad de análisis, la lucidez. Tengo que apagar la tele, tirar la radio y dejar de comprar el periódico. Su mundo no es de este mundo.

Un motivo para NO ver la televisión

El sueño de un hippie.

Autor: Neil Young.

Editorial: Malpaso.

memorias-de-neil-young-el-sueno-de-un-hippie

Que nadie busque en estas páginas cotilleos rocanroleros. Pocos reproches a compañeros, ni un comentario morboso, ninguna  crítica despiadada, cero rencores. El canadiense Neil Young, una de las patas de la música popular norteamericana, cuenta en estas memorias su vida a través de sus obsesiones: desde los trenes en miniatura a los coches vintage, pasando por los amplis de válvulas, el placer de estar en la carretera o las dificultades para escribir canciones.

Sí, Neil Young confiesa que tiene dificultades para componer ahora que ha dejado de fumar y de beber. “Hay tipos que beben mucho, cuentan chistes, se parten el culo, son la monda. La semana pasada enterramos a uno de ellos”, escribe. Y habla de la marihuana, de sus pasotes con las drogas, de las mujeres de su vida, de sus hijos con problemas, de sus viejos amigos y de sus actuales ocupaciones: recuperar el feeling con Crazy Horse, su banda de toda la vida, avanzar en el desarrollo de un automóvil ecológico, y lanzar Pono, un reproductor de música que respeta la calidad de las grabaciones originales.

Young escribe de manera apasionada, volviendo una y otra vez a los proyectos que ahora ocupan su tiempo. Intercala imágenes del presente y del pasado, de los primeros tiempos, cuando se compró un coche fúnebre para transportar el equipo de concierto en concierto, cuando entró ilegalmente en Estados Unidos, cuando conoció a Crosby, Still y Nash. Decenas de jugosas anécdotas en las que no hay ni un ápice de rencor, y mucha comprensión. Es la autobiografía de un hombre satisfecho con su vida, enamorado de la música como el primer día, feliz con sus proyectos de futuro.

Young incluye un fragmento de una entrevista a su productor, David Briggs, que parece definir su propio espíritu: “En el mundo del rocanrol, cuanto más piensas, más la cagas. La gente olvida muy rápido de qué va el rocanrol. Mira, macho, tengo 47 años y robaba coches y conducía ochocientos kilómetros para ver a Little Richard y, joder, cuando vi a ese negro, con un traje dorado y aporreando el piano de los cojones como si estuviera poseído en Salt Lake City, me dije: Macho, quiero ser como él. Eso es lo que quiero”.

Un libro, en resumen, que encantará a los seguidores del guitarrista, cantante y compositor canadiense. Un músico veterano que ha vivido la época dorada de la música norteamericana, que ha grabado algunos de los mejores discos imaginables, y que lo cuenta todo en un arranque de sinceridad y buen rollo. Los viejos hippis nunca mueren.