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El despilfarro

El nuevo director de Castilla-La Mancha Televisión ha denunciado, en su primera comparecencia en las Cortes regionales, el despilfarro que ha tenido lugar en la cadena pública. Ignacio Villa, el que fuera mano derecha de Federico Jiménez Losantos, esbirro ahora de Dolores de Cospedal, asegura que en tiempos de José María Barreda y García Candau en la televisión castellano manchega se tiraba la pasta. Y pone ejemplos que le dan la razón: José Ángel de la Casa, leyenda de la locución futbolera prejubilado en TVE, firmó un contrato de 200.000 euros por dos años, mientras que José Antonio Luque cobra actualmente 600 euros por retransmitir cada partido. Por las corridas de toros se pagaban entre 70.000 y 80.000 euros, cuando Canal Sur paga 40.000 por las que se celebran en la Maestranza. Y así, numerosos nombres y cifras que bordean el derroche.

El legado de Barrera es repugnante. No seré yo quien lo discuta. Y la cadena que nos dejó, un ejemplo de televisión rancia, anticuada y casposa. Estamos de acuerdo. Por último, deberíamos agradecer a Ignacio Villa desvelar todas esas cifras obscenas y devolver la razón y el orden a la tele castellano manchega. No olvide que Villa se ha rebajado el sueldo un 20% con respecto a su predecesor, y ha renunciado al Audi A6 que le correspondía.

Villa, ex director de informativos de la COPE, se conforma con otro coche de gama más baja y con un sueldo de 120.000 euros de nada. Un tipo prudente y ahorrador este Villa, ¿verdad? Igual que su jefa, una política austera con los necesitados (el 60% de su plan de recortes afecta a sanidad y educación) y olvidadiza con las promesas: ¡Cospedal propuso en su momento privatizar la cadena pública! Tras el fragor de la batalla, y una vez lograda la victoria, ¿quién se acuerda de las promesas? En manos del PP la cadena autonómica deja de ser un despilfarro, y vuelve a ser útil y necesaria para los castellano manchegos. Será para Cospedal lo que Telemadrid para Esperanza Aguirre: un instrumento de manipulación y desinformación. Financiado, no lo olvide, por la gente manipulada y desinformada. Otra forma de despilfarro.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El triturador de huesos

Autor: Wolf Hass.

Editorial: Siruela.

A medio camino entre el humor surrealista y la novela policiaca tradicional, la nueva aventura del detective austriaco Brenner es, cuando menos, muy original. Hass ha escrito una segunda novela breve, que se lee en dos asaltos, con la que deja absolutamente desorientado al aficionado a la literatura criminal. Un merendero de pollos asados es el escenario donde se desarrolla la acción, un  complejo ejercicio de estilo con un puñado de personajes estrafalarios que se cruzan formando un laberinto capaz de triturar del cerebro del lector más avezado. En ocasiones tronchante, a veces espesa y enrevesada, esta novela es tan original que puede resultar incluso desconcertante.

Pincha para leer un fragmento.

campaña electoral

Dolores de Cospedal anunció, muy digna, que su partido suspendía el jueves los actos de campaña electoral “solidarizándose así con todas las víctimas y afectados por el terremoto registrado ayer en la localidad murciana de Lorca”. Un detalle que honra a toda una organización política, ¿verdad? Lamentablemente, poco después de que la número dos del PP acabase de pronunciar esas bellas palabras, Rajoy, número uno del partido, colgó en su Facebook una colección de imágenes de sí mismo en las calles de Lorca. Doblando el lomo ante un grupo de inmigrantes, saludando a un niño, paseando junto a Ana Mato… Sólo le faltó repartir papeletas.

La imagen que puede ver sobre estas líneas no es de Lorca. Es de un pueblo de Castilla La Mancha gobernado por el Partido Popular. Lo que muestra la imagen es la caseta del autobús. Ya se la he enseñado en alguna otra ocasión, pero con el cartel electoral resulta aún más grosera, más insultante. Publicidad electoral del partido que, desde hace varias legislaturas, consiente semejante deterioro de un bien público. ¿Qué intentan decir colgando ese cartel en un edificio en ruinas? Quizá garantizar que, si de nuevo ganan dentro de diez días, mantendrán la caseta en ese mismo estado otros cuatro años más, igual de abandonada, quemada, descascarillada y olvidada.

La desfachatez de los políticos no entiende de rangos o categorías. Son igual de miserables los grandes líderes que los diminutos pelagatos. El famoso Rajoy y el anónimo alcalde rural se guían por intereses personales, puede que el poder absoluto, quizá urbanizar una viña familiar. El ciudadano es solo un daño colateral, un estorbo que hay que sortear.

¿Sabe usted cómo funciona la democracia en la mayoría de pueblos pequeños? Como una diminuta dictadura. No hay ideales políticos, no existen programas. Si usted es capaz de reunir una candidatura con cuatro miembros de las familias más numerosas de la localidad, la alcaldía es suya. ¿Y para qué quiero yo ser alcalde de un pueblo con 100 habitantes? Por intereses puramente personales: esa recalificación que hace de mi olivar una finca urbanizable, esas subvenciones para creación de empleo que reparto entre mis familiares y amigos, ese subidón de vanidad.

Ningún político consentiría que la caseta de su perro llegase a estar tan deteriorada como la caseta del autobús de la fotografía. Con dos sacos de cemento y un bote de pintura se podía arreglar en una mañana. No interesa: sólo sirve para mejorar la calidad de vida de los vecinos. Por eso, que un partido cuelgue su publicidad en las paredes derruidas de un bien público resulta obsceno. En Lorca y en mi pueblo.