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Cambio de paradigma

“La crisis de la prensa no es una crisis, es un cambio de paradigma”, dijo una vez Juan Luis Cebrián en lo que pretendía ser una frase para la historia del análisis periodístico. Resultó ser un eslogan para los anales de la necedad empresarial, una estupidez como un piano con la que grabar la lápida que sella su irreversible decadencia profesional. Cebrián está acabado, y en su caída arrastra no ya a un diario legendario, sino a toda una empresa. No es el único gran medio hundido para siempre…

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Eldiario.es comenzó a publicar ayer, junto a La Marea y Diagonal, los llamados “Papeles de la Castellana”. Una investigación propia que revela “la punta del iceberg de la amnistía fiscal en España, décadas de evasión fiscal y las fórmulas de las grandes fortunas para escapar de Hacienda”. Primera exclusiva: Dos infantes y dos primos del rey usaron la amnistía fiscal para aflorar 4 millones de euros ocultos en Suiza. Y mañana más.

Una filtración que desvelará la procedencia y el destino de más de 200 millones de euros en dinero opaco. Un trabajo que hace veinte años hubiésemos leído en El País o El Mundo, diarios en los que hoy podemos informarnos sobre el abastecimiento de papel higiénico en Venezuela o los peligros del perroflautismo leninista 3.0. Un trabajo que hoy leemos en Eldiario.es, La Marea y Diagonal.

El cambio de paradigma al que se refería Cebrián.

Un motivo para NO ver la televisión

Cutter y Bone

Autor: Newton Thornburg.

Editorial: Sajalin.

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Esta es la historia de dos hombres que, con sus vidas en plena cuesta abajo, intentan agarrarse a un asidero. A cualquier asidero. Dos tipos diferentes unidos por la derrota. Dos perdedores de manual con distintos orígenes, la guerra de Vietnam y la familia media norteamericana, que sobreviven bajo el mismo techo, comparten cucarachas y se consumen en un desesperado ejecicio de supervivencia cotidiana. Alex Cutter y Richard Bone son dos amigos a la greña, con el alcohol y los reproches como nexo de unión. El primero es un superviente de la guerra, lisiado por una bomba, desquiciado por su suerte, a punto de perder a su mujer y a su hijo. El segundo es un gigoló californiano que tuvo una vida y una familia normales, y que ahora deambula de cama en cama, de mujer en mujer, para terminar en el colchón de la casa de su colega Cutter.

“Era la vida, nada más, siempre la vida, la incapacidad de la gente para hacer lo que quería, para conseguir lo que quería. Siempre entraba alguna otra cosa en escena, alguna necesidad, condición o compromiso, algún factor que lo complicaba todo y que robaba democráticamente a los ricos y a los pobres por igual, que les robaba la plenitud”.

Thornburg escribe de maravilla, con auténtico talento, sobre las almas en pena, los tullidos y los supervivientes. Podríamos decir que es un Scott Fitzgerald de las alcantarillas, que ha sutituido el champán por el vino peleón, el jazz por el blues, los personajes talentosos por los resentidos y las crónicas de la clase media-baja por los perfiles de la clase baja-baja. En “Cutter y Bone” no encontraremos hermosos, solo malditos.

“No soporto la idea de ver caras y escuchar voces. No soporto comunicarme. Prefiero besar a Mo en el clítoris que en la boca. Prefiero hacer botar una pelota que a ese puñetero niño en las rodillas. Ya no quiero leer. No quiero ver películas, no quiero estar aquí sentado viendo el puto mar. Porque todo me da ganas de vomitar, Rich. Me da temblores. Supongo que la palabra es desesperación. Y se ha convertido como en mi corazón. Me refiero a que bombea día y noche, sin parar. No me lo quito de encima. Me encuentro mal todo el tiempo. Por eso pienso en la muerte. Pienso que más me valdría estar muerto”.

Cutter y Bone nos cuentan primero cómo son sus miserables existencias. Y después, cómo intentan salir del agujero chantajeando a un millonario que, en sus calenturientas mentes, podría haber cometido un asesinado. Como en todas las grandes historias, lo importante son los detalles, las descripciones de los paisajes y los personajes, los diálogos afilados como un cuchillo Bowie, los giros de una trama sencilla pero perfecta. Un libro que habla de la Norteamérica entumecida de la segunda mitad de los setenta, y de todos los hombres que de una manera u otra salieron heridos de Vietnam. Secillamente grandioso.