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La muerte en directo

Siempre sospechamos que “La muerte en directo”, aquella inquietante película dirigida por Bertrand Tavernier protagonizada por Romy Schneider y Harvey Keitel, algún día sería superada por la realidad. Como recordará usted, cuenta la historia de un reportero de televisión que acepta implantarse una cámara en el cerebro para poder filmar a través de los ojos la muerte de una escritora enferma. Un productor de televisión dijo entonces que la cinta reflejaba la perversión social a través de los medios y la deshumanización frente a un mundo ávido de una nueva pornografía”.

Le cuento esto porque en China el programa “Entrevistas antes de la ejecución” ha roto su record de audiencia, superando los 40 millones de espectadores. El espacio consiste, como es fácil imaginar, en recoger esos días, horas e incluso minutos, previos a que reos condenados por crímenes violentos, pasionales o económicos reciban la pena capital. Las entrevistas las realiza Ding You, toda una estrella en un país con cientos de millones de posibles televidentes.

 

Tiene mucho público, pero entrevistados tampoco le faltan: cada año son ejecutadas en China unas 8.000 personas. Otra cosa es que todas estas efímeras estrellas de televisión hayan dado su pleno consentimiento para formar parte del macabro espectáculo audiovisual. China no destaca por cumplir los Derechos Humanos, y este reality show extremo podría parecer apología de la pena de muerte.

Yo no simpatizo con ellos, sólo siento pena”, reconoció una Ding que hace que, a su lado, Nieves Herrero y Mercedes Milá nos parezcan dos monjitas de clausura. La aguerrida entrevistadora china de muertos vivientes les habla con dulzura, les pregunta por sus crímenes y por sus familias, y hasta deja que se abracen a ella y lloriqueen por última vez en su hombro. Después, cuando se llevan al reo por el corredor de la muerte, deja escapar una lagrimita, despide el programa y, ya sin cámaras indiscretas, se frota las manos mientras repasa las audiencias.

Todo cambia para seguir igual: la perversión social a través de los medios y la deshumanización frente a un mundo ávido de una nueva pornografía”.