You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: David Muñoz


Madrid se desangra

Un motivo para NO ver la televisión

15

Autores: David Muñoz y Andrés G. Leiva.

Editorial: Astiberri.

15

Madrid es un infierno. Ahora, sin duda: está gestionada por dementes. Pero el libro que hoy nos ocupa se sitúa en el verano de 1938, en una ciudad sitiada que resiste y proclama su grandeza republicana: “No pasarán: seremos la tumba del fascismo”. En plena Guerra Civil, las calles de la capital sufren no solo bajo los bombardeos rebeldes. Francotiradores solitarios siembran el caos. Uno de ellos mata a dos milicianos disparándoles desde una ventana. Al lugar llegan el capitán Matías, un militar tranquilo y aparentemente sensato, y Severo, un tipo sanguinario que solo busca venganza. Son los encargados de acabar con el emboscado, que resulta ser un chico de solo 15 años (“un puto crío”) destrozado por la muerte de su hermano falangista. Matías quiere capturarle vivo. Severo, torturale hasta la muerte. Hombres convertidos en alimañas por la guerra.

“Lo quiero vivo ¿estamos? Pero no le vamos a entregar. En cuanto le cacemos… cerramos la puerta… y pasamos un rato con él. Un rato bien largo.  Quien que sufra. Tiene una deuda con nosotros. Y se la vamos a cobrar en carne”. 

Un excelente guión, y un austero y eficaz blanco y negro, redondean esta gran historia. Una de las más dolorosas y emotivas que podemos leer en cómic, con un final que nos destroza. David Muñoz y Andrés G. Leiva, guionista y dibujante, realizan un trabajo formidable en una obra que te agarra en la primera página y, tras zarandearte de manera despiadada durante 90 más, te deja sin palabras en un colofón inolvidable. Una narración  redonda, que resume todo el dolor y la injusticia de una guerra fraticida. Imprescindible.

Captura de pantalla 2021-03-13 a las 8.09.30

El Xef

La cocina funciona en televisión. Por eso hemos tenido en pantalla cocineros de todas las calañas, edades, niveles, volúmenes, nacionalidades y pretensiones. Cocineros chistosos, guarros, simpáticos, grasientos, soberbios, infantiles, michelines, aficionados, saludables, fracasados. Cada vez es más difícil, por tanto, ofrecer algo nuevo en el mundo de los fogones televisivos. Sorprender.

David Muñoz, cerebro del exclusivo restaurante Diverxo, protagoniza el docushow de cuatro capítulos “El Xef” (Cuatro). No podía ser otro. David Muñoz cuida los detalles que rodean los pucheros: sus garitos son muy exclusivos, de esos con más trabajadores que clientes (45 empleados para 32 cubiertos), tiene una novia famosa, un aspecto gamberro, un piquito de oro, domina el marketing, juega con los medios de comunicación, hace de su vida un espectáculo, presume de transgresor y rebelde, de haberse hecho a sí mismo, es exigente y modesto (“Si hubiera una cuarta estrella nos la darían”), se cambia de nombre (Dabiz), pone caras, luce tatuajes falsos… Y en los ratos libre cocina. Dicen que muy bien.

david_munoz_estrena_el_xef_su_nuevo_y_primer_programa

“Esto no es un programa de cocina”, advierte Cuatro en la careta del programa. Y tiene mucha razón. Es un programa sobre el éxito, la ambición (“Quiero comerme el puto mundo”) y la fama, pero también sobre la fe, la creatividad, el sacrificio y los negocios. “El Xef” muestra las tripas de un super restaurante moderno, de esos a los que la mayoría de nosotros no podremos ir jamás, y cuenta cómo una estrella de los fogones, un hombre con unas pretensiones profesionales ilimitadas, crea un monstruo cuya voracidad parece no tener fin. A veces se muestra patético en su despiadada codicia: para ser el mejor nada parece interponerse en su camino. Otras resulta enternecedor, con sus rapaces pretensiones, su forma de relacionarse con sus trabajadores, su discurso pueril, su lengua demasiadas veces a la intemperie.

No se si David Muñoz es el esperpento mediático que presentan las campañas promocionales televisivas, con su trabajada imagen de rebelde alternativo, sus exclusividades gastronómicas inalcanzables, y sus alegatos simplistas sobre la vida, el éxito y la notoriedad. Pero sí se, tras ver “El Xef”, que es duro ser un cocinero de élite. Que no todo son platos epatantes, delirios de grandeza, listas de espera, precios insultantes, postureo y singularidad. Que tipos como éste han de ser de una pasta especial: hay mucho trabajo, organización y talento detrás de estos pintamonas de los fogones.

Televisión diferente, interesante, una excelente idea (dos años tras el chef) con un guión digno y una realización ágil, que se ve como si se tratase de un documental de La 2: auténtica antropología del siglo XXI.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Lucinda Williams.

CD: The Ghosts of Highway 20.

cover-1-300x300

El nuevo disco de la gran Lucinda Williams, un año y medio después de su anterior trabajo, no es fácil. Es lento, mustio, en ocasiones arrastrado, a veces nostálgico, siempre profundamente melancólico e intenso. Habla del desamor y la derrota, de los viajes sin retorno y los sueños perdidos, de los fantasmas que ha visto en los arcenes de una autopista que arranca en Texas y, tras atravesar Louisiana, Mississippi, Alabama y Georgia, acaba en Carolina del Sur. El hogar de Lucinda.

“The Ghosts of Highway 20” incluye catorce canciones, incluidas sendas versiones de Bruce Springsteen (“Factory”) y Woody Guthrie (“House of Hearth”), que dan forma a un trabajo amplio y complejo que necesita varias escuchas. La primera puede resultar dolorosa: la voz de Lucinda no hace concesiones, es un lamento, y se cruza de manera desgarradora con la guitarra de pedal de Greg Leisz. Con el tiempo el disco crece, las canciones se asientan, y el oído se acostumbra a tanta languidez. Y puede disfrutar de los músicos que acompañan a la cantante de Lake Charles, tipos de la talla de Bill Frisell, Val McCallum, Butch Norton o David Sutton. Una delicia para sibaritas. Otra más.

Bragas y estrellas

El día en que se cumplen 56 años de la muerte de Albert Camus en accidente de tráfico nos enteramos de que Cristina Pedroche no llevaba bragas en Nochebuena. La actualidad no diferencia entre el recuerdo a la ejemplaridad del hombre comprometido y la desnuda sinceridad de la mujer de su tiempo. La historia consigue que ambos, el escritor y la presentadora, salgan indemnes de los malentendidos y las maledicencias con que fueron atacados. El articulista insobornable, culpado de no tomar parte en el conflicto argelino, nos recordó que los artistas piensan según las palabras, y los filósofos según las ideas. La bella show woman de “Pekín Express”, acusada de plagiar el sensual vestido del último día del año, confeccionado con 20.300 cristales de Swarovsky, demostró que la sinceridad es la raíz de todas las virtudes: “El año pasado me criticaron muchísimo porque se me veían las bragas, así que este año decidí no llevar”.

La tele nos deja en bolas. A los telespectadores, digo. Sin capacidad de reacción, sin poder participar, sin poder elegir. O Mediaset o Atresmedia. O un truño de mula o un tordo de camello. Así es la televisión del siglo XXI, un ejemplo de comunicación libre, de información independiente, de entretenimiento de calidad. Por eso mismo en 2015 la televisión de pago ha crecido, tal y como informa Bluper, “de manera sobresaliente”.

Con pagar impuestos no basta. Si quiere ver una televisión digna, que no le avergüence y embrutezca, tiene que soltar la pasta y contratar cable, o Movistar +, o Vodafone, o lo que usted prefiera. Si no, ya sabe lo que le espera: publicidad, manipulación, chabacanería, caspa, desinformación… y cocineros, muchos cocineros.

Dabiz-Munoz_MDSIMA20160105_0088_36

De los creadores de “Cristina Pedroche sin bragas” llega… “David Muñoz en pelotas”. El cocinero con tres estrellas Michelín, y marido de la presentadora desbragada, estrena programa el próximo día 10. Durante la presentación del mismo, un docurreality, el director de programas de Cuatro calificó a Dabiz (así firma él chef) como, no se lo pierda, “un antisistema de la cocina”. Ya estoy viendo la noche del domingo a las cúpulas de Podemos y la CUP sentados frente a la tele, comiéndose una pizza con cebolla caramelizada mientras admiran los tatuajes del chef, radical y quién sabe si anticapitalista y bolivariano.

Un motivo para NO ver la televisión

Tante Wussi.

Autores: Katrin Bacher y Tyto Alba.

Editorial: Astiberri.

tantewussi 

Un cómic como éste, acuarela y nostalgia, necesita una edición impecable. Astiberri, que apuesta por un papel de grosor y gran calidad, una reproducción impecable, y tapa dura, lo ha conseguido. “Tante Wussi” huele a tinta y a melancolía, a aguada y a imprenta, a memoria y añoranza. Un placer visual que se extiende por todo el cuerpo al contactar con unas páginas repletas de amor y talento: Tyto Alba ilustra este relato con un cariño conmovedor, y es capaz de emocionar con su visión de un paisaje marítimo, una calle gris repleta de esvásticas, una madre llorando en un lúgubre orfanato o, simplemente, unas sardinas frescas a toda página.

“Tante Wussi” es la historia de la tía-abuela de Katrin Bacher, guionista de una novela gráfica que tiene lugar entre las dos grandes guerras, con Mallorca y Alemania como escenarios. La familia, de madre judía, viaja de un lado a otro buscando la felicidad, huyendo del desprecio racial y el dolor. “Mis hermanos y yo según el vocabulario de estas leyes fuimos considerados ‘mestizos de primer grado’ y aunque no fue del todo prohibida la relación entre los llamados ‘mestizos’ y ‘alemanes’, igualmente casi siempre había problemas o se castigaba por ello”. Huyen del nazismo, escapan del franquismo. “Curiosamente también a las mallorquinas que se casaban con extranjeros se les pedía un certificado de ‘limpieza de sangre’…”.

El ascenso del nazismo, con toda su fuerza traumática y su poder destructor, es incapaz de derrotar a estos dos grandes narradores. Guionista y dibujante muestran el dolor, reflejan el drama y desnudan las miserias de los protagonistas, pero lo hacen desde la belleza infinita de unas ilustraciones armónicas y unos diálogos equilibrados. La belleza puede con el desconsuelo, y la luz y el color, desvaídos, entierran la congoja. Una preciosidad.

www.astiberri.com-spree-products-1985-Tante_wussi_-_Avance.pdf-1445265206_Página_04

www.astiberri.com-spree-products-1985-Tante_wussi_-_Avance.pdf-1445265206_Página_05

El acto gastronómico

¿Podemos hablar de una Generación Diverxo? La pregunta la formula el presentador de radio cuando entrevista al cocinero de moda. El cocinero de moda es David Muñoz, propietario del restaurante Diverxo. Un David Muñoz que no cabe en sí de gozo, que está que se sale, y que habla del espíritu de superación, del éxito, del reto constante, del esfuerzo… De todas esas cosas que solo tienen los grandes, los especiales, los triunfadores. Sentencia con una frase para la historia en la que se cita en tercera persona: “Dentro de unos años me gustaría escuchar: ¡David ha cambiado el acto gastronómico!”.

David Muñoz tiene tres estrellas Michelín, el no va más, pero me temo que cuando se ha convertido en un verdadero fenómeno mediático es cuando se ha echado novia televisiva: Cristina Pedroche. La guinda. El acabose. Se lo rifan radios y televisiones, para entrevistas que no acaban de convencerme. Y es que cuando se trata de fenómenos tan exclusivos, tan elitistas, como resulta uno de estos abrevaderos de lujo, no sé muy bien que pensar. Me encuentro algo desubicado, un tanto incómodo. No es mi mundo, no es el mundo que me rodea. Cristiano Ronaldo o Messi también son estrellas, pero los puede disfrutar cualquiera que tenga dos euros para tomarse una caña en un bar con Canal +. Después del partido, venga a comentar con los colegas si Ronaldo no defiende o si juega mejor escorado a la izquierda, o de si Messi rinde más con Pedrito, con Luis Suárez o con Neymar como compañeros de ataque.

¿De qué hablan cuando hablan de Diverxo? No he comido en Diverxo, y muy posiblemente nunca lo haga. Y no he hablado nunca con nadie que haya comido en Diverxo. Creo que este es el motivo por el que no me gustan las entrevistas a David Muñoz: los entrevistadores piensan que telespectadores y radioyentes sabemos de qué están hablando, que entendemos Diverxo, que el mundo de la cocina exclusiva y pintona no tiene secretos para nosotros, y me temo que no es así. Es otro mundo, otro lenguaje, otro público. De Ronaldo y Messi puedo entender todo aquello que me cuenten, pese a que son la élite del balón, pero me temo que de Diverxo deberían darme alguna pista más. Ya me entiende usted: ¿Tipo El Bulli? ¿Más show? ¿Menos deconstrucción? ¿Y si quiero abrir mi mente pero no encuentro el día (según la web no hay mesa en todo el 2015)? ¿De cuánto estamos hablando? Etc, etc.

David quiere cambiar “el acto gastronómico”. Me parece de lujo. Los que en la mesa no pasamos de “el misionero” se lo agradecemos igual. Lo único que pido es que los medios de comunicación en lugar de venderme el fenómeno, me lo cuenten, me lo ilustren, me lo aclaren. Ya se que soy un gañán de bocata de lomo con pimientos, pero igual que entendí el fuera de juego, que no es asunto baladí, seguro que podría comprender alguna de las “locuras en lienzo” que “Dabiz” cocina para que la gente sienta “mariposas en el estómago”. Inténten explicármelo, por favor.

Y lo de la “Generación Diverxo”, también.

Gastroeconomy_DavidMunoz_IgnacioGonzalez1