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La princesa y la reina

Dos mujeres centran la atención de El Mundo, el diario que sabe mezclar como pocos la información política más seria y contrastada, recuerde el 11-M, con las frivolidades más disparatadas e hilarantes, no olvide el 11-M. Dos leyendas de la prensa rosa, dos divas de la comunicación y la empresa, dos bellezas veteranas e irregulares con un gran concepto de sí  mismas: la princesa Corinna por un lado, en una entrevista troceada y ofrecida en dos dosis, y la reina de las mañanas televisivas, Ana Rosa Quintana, protagonista del reportaje de investigación “La trastienda de Ana Rosa”.

La princesa Corinna abre dos días seguidos un diario que presume de serio, innovador y riguroso. Normal, puesto que la larga, profunda e intensa entrevista que mantiene la periodista Ana Romero con la “amiga” del rey Juan Carlos es de esas que pasan a formar parte de la historia del periodismo. “Ser mujer y encima rubia complica aún más las cosas”, llega a confesar la tal Corinna en un momento de estremecedora sinceridad. Tremendo, ¿verdad? Mujer y encima rubia… ¿te puede golpear la vida con mayor dureza?

Solo siendo mujer y castaña, como Ana Rosa Quintana. El rostro de las mañanas de Telecinco es la protagonista de un reportaje inolvidable, no menos estremecedor que la entrevista con Corinna, en el que se desvelan los secretos del programa de la cadena de Paolo Vasile. Desde que Ana Rosa se quita las legañas, a las cinco y media de la mañana, hasta que acaban las “más de tres horas y media de riguroso directo”. Un reportaje de monumental valor periodístico que recuerda por su dureza al Truman Capote de “A sangre fría”, por su prosa innovadora  al Tom Wolf de “La hoguera de las vanidades”, por su impacto y atrevimiento al Norman Mailer de “La canción del verdugo”, y por su rigor al Philip Gourevitch de “La balada de Abu Ghraib”. Los minutos previos al arranque del programa resultan especialmente brutales, y su valor periodístico es incalculable: “”Ya están ahí los bocadillos”. Ana Rosa se lanza directa a por un bocadillo y un café con leche. «Estoy muerta de hambre». Mientras da el último sorbo camina por los pasillos, es el momento del maquillaje y la peluquería, faltan escasos 30 minutos para entrar en directo”.

Pero la cosa no termina aquí, puesto que princesa y reina del universo mediático coinciden en un momento televisivo absolutamente mágico: Ana Rosa analiza la entrevista a Corinna. ¿Choque de trenes? Sí, de trenes cargados de botox y estupidez. “Es muy jugoso lo que ha dicho la entrañable amiga del rey”, dice con mal disimulada ironía el escritor Màxim Huerta, copresentador del programa de Ana Rosa. Y da paso a una serie de entrecomillados y a un sinfín de juegos de palabras, todos insinuando la relación “intima” de Juan Carlos con Corinna. “Al rey me une una entrañable amistad”, leen en el momento con más punch periodístico de la charla televisiva. El resto, suposiciones de un grupo de tertulianos entre los que destaca la capacidad de análisis del conde Lequio.

Reyes, princesas, condes y Ana Rosas. La crème de la sociedad española. La prensa y la televisión de la mano, recordándonos el buen momento que vive el periodismo.

 

P.D.

Cospedal y su “simulacro” de explicación del finiquito de Bárcenas. Sin comentarios…

 

Un motivo para NO ver la televisión

La hora de los caballeros

Autor: Don Winslow.

Editorial: Martínez Roca.

Los seguidores de Winslow y su detective surfero es posible que sufran una enorme decepción al leer las primeras páginas de este libro. El escritor recuerda la historia de Boone Daniels y sus colegas playeros, el Club del Amanecer, sin duda para poner en situación al lector primerizo. El repaso a las vidas y milagros de Doce Dedos, David el Adonis, Johnny Banzai, Marea Alta o Sunny Day sin duda sobran a los que ya hemos cogido olas con “El Club del Amanecer” (Martínez Roca), pero son necesarios para los novatos.

Superado este inicio algo repetitivo, regresa el mejor Winslow. Es decir, el mejor thriller californiano que se puede leer de un autor vivo. Boone Daniels, amante del surf sobre todas las cosas, trata de superar la marcha de Sunny con otra chica, una abogada que trabaja en el caso del asesinato de un viejo surfista golpeado por un joven neonazi. Como suele pasar, nada es lo que parece. Corrupción urbanística, infidelidades, ineficacia policial, artes marciales…la batalla de Rockpile.

La cosa se complica cuando los colegas de Daniels, el famoso Club del Amanecer, aquellos con los que se mete cada mañana en el mar, le consideran un traidor. Solo, con el único apoyo de un tipo triste llamado El Optimista, su último amigo, Daniels se enfanga hasta el cuello. Es el mejor Winslow, el que construye diálogos memorables, marca un ritmo trepidante con capítulos intensos y muy breves, y consigue un desenlace sorprendente, brillante, explosivo.