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Helter Skelter

Un motivo para NO ver la televisión

Helter Skelter.

Autores: Vincent Bugliosi y Curt Gentry.

Editorial: Contra.

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Este es uno de esos libros que te ponen la piel de gallina, te advierten de cuán enrevesada y compleja puede resultar la maldad humana, y (si eres periodista) te recuerdan lo sumamente difícil que es escribir una obra maestra de la literatura. De cualquier literatura. De la criminal, en este caso, un género amplio, jugoso y en ocasiones injustamente menospreciado que ha permitido a dos genios llamados Bugliosi y Gentry dedicar casi 800 páginas a un crimen sin utilizar una sola palabra de relleno. Todo tiene un porqué, un sentido, en este colosal trabajo, un texto que engancha desde los primeros párrafos y no pierde tensión hasta el álbum fotográfico final.

“Según el informe policial: ´No tenía ninguna fuente de ingresos y vivía a costa de la fortuna de Folger… Consumía cocaína, mescalina, LSD, marihuana, hachís en grandes cantidades… Era extrovertido e invitaba a casi todo el mundo que conocía a que viniera a verle a su domicilio. Las fiestas con estupefacientes estaban a la orden del día`.

Luchó por su vida. La víctima recibió dos disparos, fue golpeada en la cabeza trece veces con un objeto contundente y apuñalada cincuenta y una veces”.

Un fiscal y un escritor firman este libro, consecuencia de una investigación tan amplia como compleja. Toda la información sobre los crímenes de la “familia Manson” contenida en “Helter Skelter” podría llegar a apabullar, pero afortunadamente no es así. Cayó en las manos adecuadas, auténticos especialistas en el arte de narrar, y el resultado es fascinante: entretenido como la mejor novela negra, estremecedor como un informe forense, inolvidable como un clásico.

“A instancias del teniente Helder, el Dr Noguchi omitió detalles cuando se reunió con la prensa. No mencionó el número de heridas, ni dijo que dos de las víctimas habían ingerido drogas. Sí que negó, una vez más, las informaciones, muy divulgadas ya, según las cuales había habido abuso y / o mutilación sexual. Nada de todo ello era cierto, recalcó.

Preguntado por el hijo de Sharon, dijo que la señora Polanski estaba en el octavo mes de embarazo; que el bebé era un niño perfectamente formado, y que si lo hubieran extraído mediante una cesárea post mortem dentro de los veinte minutos posteriores al fallecimiento de la madre, probablemente lo habrían podido salvar. ´Pero cuando descubrieron los cadáveres ya era demasiado tarde”.

El subtítulo de “Helter Skelter” resume a la perfección el contenido del libro: “La verdadera historia de los crímenes de la familia Manson”. Todo sucedió el 9 de agosto de 1969. Tres policías se acercan al numero 10050 de Cielo Drice, en Bel Air, un barrio rico de Los Ángeles. Les recibe una escena dantesca: los cadáveres de la actriz Sharon Tate y otras cuatro personas. Los asesinos se han ensañado con las víctimas en lo que parece un crimen ritual. Norteamerica entera se estremece con el suceso, que tiene todos los ingredientes como para fascinar a una sociedad que siente debilidad por los muertos famosos, la sangre abundante y los procesos judiciales complejos.

Ese cóctel explosivo lo encontramos íntegro en “Helter Skelter”. Y el drama se convierte en placer, puesto que nos lo ofrecen perfectamente contado, detallado, organizado. Cada palabra ha sido cuidadosamente elegida, cada línea derrocha ritmo, cada párrafo roza la perfección. Una obra aterradora por su contenido que deslumbra por su precisión y calidad. Todo un sangriento placer.

 

 

Semana de pasión

Jueves 29 de marzo de 2018. España, Estado aconfesional.

El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, el de Justicia, Rafael Catalá y el de Educación, Cultura y Deporte, Iñigo Méndez de Vigo se trasladaron en Semana Santa a Málaga para asistir, junto a María Dolores de Cospedal, a la procesión del Cristo de la Buena Muerte. Los ministros del Gobierno del PP aprovecharon el viaje para interpretar a coro ‘El novio de la muerte’, himno de la legión.

Y la resurrección…

En la mirada de Cospedal al joven, durante la salida de la procesión del Traslado de los Apóstoles en el Arsenal Militar de Cartagena, Murcia, se resume toda la semana de pasión. (fotografía EFE).

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Un motivo para NO ver la televisión

La última noche de Ayrton Senna

Autor: Giorgio Terruzzi.

Editorial: Contra.

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Esta es la historia de una muerte, la de Ayrton Senna, y de una devoción, la del autor del libro por el piloto brasileño. Terruzzi, periodista deportivo, analiza con gran respeto, enorme pasión y una fuerte carga emocional y psicológica las últimas horas del legendario triple campeón del mundo de Fórmula 1 antes del Gran Premio de San Marino. El libro, que se devora en un suspiro, es mucho más que una historia trágica dentro del mundo de la velocidad. Es la conciencia del miedo, de la sensación de peligro, de la llegada del momento fatal, de la complejidad de vivir, y sobrevivir, a 300 kilómetros por hora.

“Podría buscar, y acaso encontrar, las palabras para explicar que el miedo a morir puede ser el primer y único impulso en el inconsciente de un muchacho que ha decidido dedicarse a correr. Correr contra, correr al encuentro de la muerte para seguir pensando en ella, para no pensar en ella nunca más. Acelerar para llenar un abismo. Un pecado original. Está viviendo un desasosiego vital precoz: la percepción de la muerte, a la que se debe enfrentar desafiándola”.

Terruzzi ha escrito un libro que fascinará a los seguidores de las carreras, pero que va mucho más allá de los circuitos, los motores y los pilotos. En “La última noche de Ayrton Senna” está el miedo en su forma más impronunciable, encerrado en la mente de un campeón al que se considera un héroe. Senna se enfrenta a sus demonios, y lo hace en un mundo que se desmorona: el de una Fórmula 1 demasiado exigente, en que se suceden los accidentes y las muertes, y el de su propia cabeza, llena de dudas y de fantasmas.

“Me he esforzado en varias ocasiones por ordenar las imágenes que conservo de aquellas horas, pero siempre me encuentro frente a un rompecabezas que no conduce a ninguna parte. Alguien dijo que Bernie Ecclestone, el jefe supremo de la Fórmula 1, había notificado la muerte de Senna… Recuerdo sobre todo el momento en que llegaron las primeras ambulancias al paddock: una , dos, luego tres, cuatro, con las sirenas encendidas… Un joven reportero francés se apoyó en un bidón, un palo, no sé. Rompió a llorar agachado hacia los baldosines, parecía que estuviera vomitando lágrimas”.

Las palabras justas, las reflexiones necesarias, para trazar el último y emotivo perfil de una leyenda del deporte. Simplemente fascinante.

 

Periodismo medieval

El otro día pasó lo que suele pasar cuando juegas con fuego. Un torero resultó corneado de mala manera y murió. Lo normal si te pones a hacer putadas a un toro de 600 kilos. Y es que aunque el espectáculo esté organizado para que el animal no tenga una sola oportunidad (es el único que siempre muere, incluso aunque antes haya acabado con el torero), el humano puede cometer errores, y por ellos paga un alto precio. Hablamos todo el tiempo de muertes innecesarias, de hombres y animales, puesto que se trata de un espectáculo absolutamente innecesario: si no hubiese corridas, el mundo seguiría girando con el mismo salero.

Hoy no quiero hablar de la tortura de animales. Ni de lo innecesario de este último ¿accidente? Ni de los que escriben en las redes insultando al torero muerto. Ni de los toreros que se consideran héroes tocados por los dioses. Ni de los periodistas que escriben bajo el efecto de los estupefacientes. Sobre la muerte del torero, en El País se han podido leer cosas como ésta: “Y se demostraban inútiles las cadenas de oro y las vírgenes, las plegarias de capilla. Dios no podía apiadarse del sacrificado. Es la regla de la eucaristía. Ya le llegará la resurrección a Fandiño. No para que la disfrute su familia, sino para convertirse en estatua de bronce”.

¿El sacrificado? ¿La eucaristía? ¿La resurrección? Hoy me gustaría recordar que en la Fiesta encontramos circunstancias más terrenales, menos lisérgicas. Es la Fiesta de la caspa, del morbo y del machismo: “En el toreo no hay machismo. Una plaza sin la mujer en los tendidos no sería lo mismo”, respondió el torero Enrique Ponce. La fiesta macabra de la vieja España, esa que se aferra al pasado más rancio.

“Me cago en los muertos de toda la gente mala que se alegra de la muerte de un hombre bueno”, escribió un pacificador y reflexivo  Paquirri en Twitter. Muchos antitaurinos, la gran mayoría, no nos alegramos de la muerte de un torero, no importa lo bueno o mal hombre que haya sido. Es más, nos entristecemos profundamente. Por su familia, por sus amigos, por haber desperdiciado el resto de sus días, ese ratito que pasamos en el mundo y que debemos aprovechar… como si nos fuera la vida en ello.

Tristeza sobre todo por cómo algunos medios de comunicación utilizan la tragedia para vender ejemplares, para rendir homenaje a la muerte, para oscurecer el futuro, para hacernos retroceder un siglo… Periodismo medieval.

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Un motivo para NO ver la televisión

Persiguiendo a Cacciato

Autor: Tim O´Brien.

Editorial: Contra.

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¿La gran novela sobre Vietnam? Mucho más que eso, puesto que también es una gran novela sobre la supervivencia, sobre el poder de los sueños, sobre la contagiosa magia de los viajes, sobre la imaginación como motor vital, sobre la amistad y la solidaridad… en definitiva, sobre la vida y la muerte. Una novela total, que habla del hombre en todas sus dimensiones y reivindica la capacidad del individuo para luchar por seguir con vida, por tener un futuro mejor. Tim O´Brien, soldado primero y escritor después, firma una obra inmensa, que va mucho más alla de unos personajes inolvidables y algunas situaciones dantescas. “Persiguiendo a Cacciato” es una suma de detalles minuciosos, de frases acertadas, de paisajes luminosos y cuevas oscuras, de todas esas pequeñas cosas que, juntas, conforman una vida.

Cacciato es un soldado que en plena guerra de Vietnam, 1968, decide que ya está bien de humedad, de jungla, de muerte y de penurias. Se pone en marcha camino de París, el lugar ideal para comenzar una nueva vida. Es un desertor que huye de la guerra camino de una nueva oportunidad. Tras él parte un pelotón de soldados con diferentes personalidades e ideas. Arranca el viaje, un recorrido de trece mil kilómetros que ofrece un sinfín de sorpresas, de grandezas y de miserias. Y por supuesto de esperanzas. De todo ello habla este libro deslumbrante, obra de un escritor en estado de gracia: cada página esconde una sorpresa, un párrafo perfecto, un giro irónico del destino, un golpe de humor sutil.

“Persiguiendo a Cacciato” es una obra profundamente antibelicista porque es un canto a la vida. El soldado Cacciato, “de aspecto bonachón, ingenuo y regordete”, carecía “de detalle y refinamiento, como si le faltara ese toque final que por lo común la madurez imprime en los muchachos de diecisiete años”. No era un tipo especialmente brillante, pero sabía perfectamente lo que quería: dejar atrás la guerra, vivir. Le acompañaban unos cuantos mapas, chocolatinas, una bolsa y un sueño: ver París. El Pont Neuf, el Sena, los museos, las tiendas llenas de cosas bonitas… Sus compañeros le persiguen. ¿O le acompañan?

O´Brien toma Vietnam como excusa para hablarnos del hombre y sus refugios interiores. Esos sueños, esas esperanzas, que nos ayudan a soportar el dolor, la soledad y la pérdida. Una gran novela bélica, una inmensa novela sobre la vida en movimiento.