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Culo veo

Antena 3 estrenó anoche la segunda temporada de “Con el culo al aire”, una comedia de situación de esas que gustan mucho a mucha gente (una media de 3.200.000 espectadores vieron su primera temporada, con un 17,3% de share), pero que a otra mucha gente nos produce una terrible vergüenza ajena. “Gamberra, atrevida y canalla”, dicen en la cadena. “Macarra, esperpéntica y casposa”, digo yo. Y es que lo que venden como “una comedia en tiempos de crisis” solo me parece la versión actualizada del humor rancio de Esteso y Pajares. Guiones zafios, actores nefastos, decorados de saldo…

“Enséñanos ese cuerpo de zorra de video clip”, le dice una chica a su hermana (o lo que sea) en la piscina nada más comenzar el capítulo. Responde algo la hermana, pero no lo entiendo. Cuesta comprender los diálogos cuando se trata de actores histriónicos con ademanes macarrónicos, la verdad. La chica, sentada poco despues en la oficina del camping, gime mientras habla con su novio. Su masajista, que se esconde bajo la mesa, es el reponsable de los gemidos. Todo muy imaginativo, muy divertido, muy familiar, ¿verdad? Luego aparecen la borracha, el que quiere perder la virginidad, la asistente social, el suegro de la novia…

Pasan los años y las series españolas siguen pareciendo patéticas. No importa que se trate de comedias o de dramas, que hablen de los vecinos de un edificio de pisos, de los inquilinos de un camping mugriento o de los terratenientes de una gran bodega. No importa que estén basadas en la nostalgia más descarada o que pretendan aprovechar la más chunga de las actualidades. Salvo contadas y honrosísimas excepciones, la ficción española es una basura. Una inmensa y apestosa basura.

Este post podría parecer despiadado. La razón es una: poco antes de padecer el retorno de “Con el culo al aire”, y escribir estas líneas, he disfrutado, en una TDT, de un viejo capítulo de “Me llamo Earl”. Tienes que ser de piedra para que no se te avinagre el carácter si estableces la más mínima comparación entre ambas series. Reconozco las diferencias de presupuesto, y la mayor tradición yankee para la ficción y comedia, pero creo que una cosa sobre todas marca la sideral distancia entre ambas: el talento. “Me llamo Earl” rezuma creatividad, ironía, desparpajo y humor perro en cada plano. En “Con el culo al aire” solo veo culo.

P.D.

Perdone pero tengo que volverle a hablar de Cospedal. Ya lo siento, ya. Seré breve… La numero 2 del Partido Popular NO ha dicho: “Nuestros votantes dejan de comer antes de no pagar la hipoteca”. La periodista de La Vanguardia ha rectificado. Y yo con ella. Poco me queda que añadir…

Excepto que los políticos mentirosos deberían dimitir: la Seguridad Social certifica que el PP no despidió a Bárcenas hasta que se publicaron sus “papeles”. Un Bárcenas que, por cierto, asegura haber realizado “un acuerdo de compensación con Cospedal por tener que dejar el partido”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Depedro

Cd: La increíble historia de un hombre bueno.

Jairo Zavala, el guitarrista que destacaba en Vacazul y acompañaba a Calexico y Amparanoia, lanza su trabajo más ambicioso, complejo, luminoso y creativo. Un disco con 13 canciones sin fronteras que suenan a América (cuidado, no solo a Norte América) y a medio mundo, a un planeta sin fronteras sonoras que ofrece mil motivos de inspiración.

El tercer álbum de Depedro se ha grabado en tres lugares: Wave Lab Studio (Tucson-Arizona), CBE Studio (París-Francia) y el propio estudio del músico en Madrid. En el disco, que ha sido mezclado por Craig Schumacher y masterizado por JJ Golden en Ventura (California), colaboran Tony Allen (Fela Kuti), Joey Burns y John Convertino (Calexico), Nick Urata (Devotchka) y Bernard Fanning (Powderfinger). El disco que seguramente le hubiese gustado grabar a Santiago Auserón…

 

Con el culo en pompa

Mucho “tronco”, mucho “melón”, mucho “cagalilas”, mucho “cabrón” y mucho “capullo”. Pero muy pocas ideas. ¿El congreso del PSOE que comienza hoy? No por dios, me refiero a “Con el culo al aire”, la nueva serie de Antena 3 estrenada el pasado miércoles con enorme éxito: un 21,9% de audiencia y más de cuatro millones de espectadores, el mejor arranque de la temporada. “Es una metáfora de la sociedad actual”, dice la web de la cadena. Y para dar fuerza a sus palabras asegura que los  “personajes son reales y cuentan historias que tienen profundidad”.
Para que se haga una idea del nivel de “Con el culo al aire”, de la realidad de los personajes y la profundidad de las historias que cuenta, reproduzco uno de los momentos de mayor intensidad emocional de ese primer capítulo. La acción tiene lugar en un camping de caravanas. La madre habla al hijo sobre su novia, la hija del churrero: “¿Tú quieres casarte con ella y tener hijos, o solo quieres meterla?”. Y enciende un cigarro. “Tú lo que quieres es verme las tetas, no?”, le dice la hija de la fumadora a un chico mientras se fuman un porro. La madre, que escucha  desde la puerta de la caravana, ahora con una birra en la mano, les interrumpe: “te doy la mano de mi hija si hacemos un trío… ¡y ha sacado mis tetas!”.


“Con el culo al aire” está condenada al éxito: es la clásica sitcom española situada en ese espeluznante cruce de caminos donde se dan cita “Los hombres de Paco”, “Aquí no hay quien viva”, “Los Serrano”, “La que se avecina”, “Aída” y tantas y tantas otras muestras de nuestro talento televisivo.
La serie se desarrolla en un camping para perdedores, está repleta de personajes grises construidos con una monotonía exasperante, y rezuma costumbrismo ibérico. Mucho vocerío, mucho alcohol, porro y pastilleo, mucha España cañí, y mucho contraste de sentimientos, en una sucesión de situaciones supuestamente dramáticas aliñadas con chistes supuestamente graciosos. ¿Tiene sentido bromear con la crisis, con la miseria, con las adicciones, con, en resumen, las desgracias ajenas? Sin talento resulta innecesario, y hasta grosero.

Un motivo para NO ver la televisión


Ha muerto Carlos Pérez Merinero, guionista, director de cine y, sobre todo, notable escritor de novela negra. Los grandes diarios han ignorado la noticia, y los pequeños también. A fin de cuentas solo había escrito una docena de novelas policiacas… Rafael Reig es de los pocos que le recuerdan:
“No es autor para lectores pusilánimes. Sus libros salpican sangre y semen. Sus personajes son antihéroes de verdad, no para uso de la gazmoñería contemporánea, son machistas, salidos, crueles, brutales, egoístas,  un poco neuróticos y casi siempre muy desdichados. Se suele hablar de él como el Jim Thompson de la Transición, pero creo que no es exacto: Pérez Merinero tenía más sentido del humor, mucho más, que el autor de The Killer Inside Me o Pop. 1280”.
Yo añadiría que era un maestro del humor negro, de la brutalidad y la miseria, de la sordidez emocional. Y buscaría en las librerías de viejo la edición que Júcar publicó de “La mano armada”: “No era un hijo de puta; era nieto de puta. El muy cabrón tenía pedigrí”.