No es la parienta de Darth Vader, el malo de la Guerra de las Galaxias. Tampoco es la presidenta del club de fans de Drácula. Ni siquiera es la viuda de un verdugo en la comunión de su hijastra. Es María Dolores de Cospedal, nueva presidenta de Castilla La Mancha. ¡El futuro ya está aquí! Y viste de riguroso negro escarabajo, el color elegido por la flamante líder popular para su primer acto oficial como presidenta: la procesión del Corpus Christi en Toledo. Las imágenes se pudieron ver en una  televisión autonómica de la que el PP se quejaba amargamente… hasta que ganó las elecciones. Entregada hasta entonces a Barreda, esa cadena forma ahora parte del patrimonio político de Cospedal. ¿Se le puede llamar a esto democracia?

Durante la procesión del Cospus, justo al paso del Santísimo, la banda del Ejército (la banda de música del Ejército, quiero decir) le echó un par de huevos e interpretó el himno de España. Por si usted no lo sabe, el  Reglamento de Honores Militares prohíbe que se toque esa melodía en actos religiosos. Se les pudo caer el pelo, calabozo y limpieza de letrinas, pero les llovieron vítores y aplausos. Las notas de la Marcha Real Española despertaron al público religioso de sus meditaciones y provocaron un patriótico entusiasmo colectivo.

Curiosamente, muchos de aquellos que se rompieron las manos aplaudiendo el himno que no debió sonar se llevan las manos a la cabeza por el hecho de que el alcalde de San Sebastián haya retirado la imagen del rey Juan Carlos del Ayuntamiento de la capital donostiarra. “No es representativo de la ciudad”, argumenta Juan Carlos Izaguirre, de Bildu, cuando le preguntan por los retoques en la decoración del salón de plenos.

“Fue un día aciago en nuestra la democracia”, se lamenta por enésima vez El Mundo en su editorial. ¿Adivina a qué jornada se referían? ¿A la de la retirada del retrato de Juan Carlos o a la del glorioso himno ilegal? José Blanco, ministro de Fomento, asegura que el Gobierno obligará a que se cumpla la ley “en materia de símbolos”. Le repito las preguntas: ¿Adivina a que símbolos se refiere? ¿A la del retrato de Juan Carlos o a la de himno ilegal? La realidad depende más que nunca del color del cristal con que se mira. Es decir, del periódico que lees, la tele que ves o la radio que escuchas. Como consecuencia de este efecto óptico, aunque pueda parecer que la sociedad avanza, en realidad retrocede. El futuro ya está aquí, y fíjense qué pinta tiene…

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Un motivo para NO ver la televisión

Ciudad del crimen

Auto: Charles Bowden.

Editorial: Debate.

Leer a Bowden es sumergirse en la derrota, respirar desesperanza, ahogarse en un México negro, trágico, sin futuro. Leer “Ciudad del crimen” es una experiencia absolutamente desasosegante: la sucesión de asesinatos, de violaciones, de torturas y de desapariciones parece no tener final. Asesinatos, violaciones, torturas y desapariciones documentadas a la perfección, con nombres y apellidos, con detalles íntimos de las víctimas. Y con referencias claras a los verdugos. No sirve de nada: la impunidad de los asesinos es absoluta. La redención no existe. La corrupción se apodera de todo, de todos, e infecta cada una de las capas de una sociedad en descomposición.

Se han escrito muchos libros sobre Ciudad Juárez, la ciudad del crimen, pero ninguno tan intenso, tan documentado y tan emocionante como este de Bowden. “Imagínate vivir la vida cuidándote constantemente, con miedo a la policía, evitando a las autoridades; el manto del miedo es tan constante y está tan extendido que la sensación de temor termina siendo el tejido de la vida. Todas la puertas deben estar cerradas, las ventanas, con rejas y las cortinas –uno debe tener dinero para estas cosas-, corridas herméticamente; cualquier desconocido que toca la puerta es sospechoso y probablemente peligroso, el policía de tráfico en su rincón de depredador. Las sirenas en la noche anuncian que no socorrerán a nadie, simplemente aullarán a todo volumen en medio del peligro que se levanta como un vapor desde el suelo que pisas”.

Bowden quizá sea el gran periodista del narcotráfico. “Ciudad del crimen” es una magnífica muestra de su talento. Pero la cosa no queda ahí, puesto que tambien es responsable de un magnífico documental, titulado “El sicario, room 164”, que resume en 77 minutos los cinco días de entrevistas que el periodista norteamericano realizó a un miembro de un cártel mexicano. “Te voy a relatar 20 años de mi vida… 20 años de mi vida dedicados al servicio del narcotráfico, del cártel”, dice al comienzo de la cinta. Y continúa hablando, desde la habitación 164 de un motel en la frontera entre México y los USA,  sobre cómo comenzó su carrera de asesino, con detalles sobre secuestros, torturas y tráfico de drogas. Analiza la corrupción que reina en México y la forma de operar del crimen organizado. Todo rodado por el cineasta italiano Gianfranco Rosi. Imprescindibles ambos, libro y documental…