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Chatina

El periodista, convertido en protagonista. Ese periodista que lleva años sin hacer periodismo, sin levantar una noticia, sin pisar la calle con ánimo de contar historias, sin tener absolutamente nada que ofrecer salvo crispación. El periodista oportunista que se dedica a la opinión más ramplona: la que se vierte desde la pantalla madre de la telebasura. El periodista que, lejos de mantenerse digno en la madurez, se refugia en el mundo del espectáculo. Y pasa a formar parte del show business más cutre, ese en el que se cobra por interrumpir, por tensar, por levantar la voz más que los rivales. El periodista que se queja del periodismo desde la barrera, que falta al respeto a los verdaderos periodistas cuando se sienta en platós repletos de fascistas, pintamonas y mamporreros. El periodista partidista, que elige bando y lo defiende en cualquier circunstancia. El periodista metamorfoseado en tertuliano profesional.

María Antonia Iglesias regresó el sábado a “El gran debate” (Telecinco), después de siete meses de ausencia, y dejó una cita para la historia: “No me gusta la tensión que hay ahora en el periodismo”.

¡Vaya por dios! A María Antonia Iglesias no le gusta la tensión que hay en el periodismo actual, esa tensión que no sabemos de dónde ha venido ni quién la ha traído. Esa tensión que por supuesto no tiene nada que ver ni con Iglesias, una mujer equilibrada y prudente, ni con Telecinco, una cadena modélica que se caracteriza precisamente por hacer periodismo de calidad. Ni con “El gran debate”, meca de la reflexión y el pensamiento.

Iglesias fue entrevistada, como la estrella del periodismo que es, por un Jordi González que estuvo a la altura del reto: “No hay quien pueda contigo”, le dijo el presentador a modo de bienvenida. Iglesias reconoció su amistad con personajes como Gallardón, y defendió con uñas y dientes a individuos como Felipe González, Manuel Fraga o Isabel Durán. “Es una gran profesional”, dijo de esta última sin despeinarse.

¡Una gran profesional Isabel Durán! Lo asegura María Antonia Iglesias, la mujer a la que disgusta “la tensión que hay ahora en el periodismo”, profesión en la que asegura que “en los últimos tiempos hay mucho codazo, mucho quítate tú para ponerme yo, y no tiene que ver con mi juventud, donde había más solidaridad”.

Lo que hay en los últimos tiempos en el periodismo es mucho paro, mucha precariedad, muchos contratos de mierda, mucho despido injusto, mucha sumisión y poca autocrítica. Demasiada opinión y muy poco periodismo. Por eso me gustaría saber la cifra que ha recibido María Antonia Iglesias por el espectáculo del pasado sábado. Para comprender en toda su grandeza sus declaraciones: “En el periodismo no se puede ser objetivo…cuando alguien cacarea ser independiente, siempre es de derechas”.

Nada más acabar la tertulia política, en la que participó con su habitual vehemencia María Antonia Iglesias, en “El gran debate” entrevistaron a Arturo Fernández. Para que el nivel no decayese, sin duda. Y Fernández, en su momento de mayor lucidez, dijo aquello para lo que fue contratado: “¡Chatinaaaa!”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Ben Harper with Charlie Musselwhite.

CD: Get Up!

El pasado y el presente del blues caminan de la mano, demostrando que la música de los doce compases es absolutamente atemporal. El pasado vive en el presente, el presente no sería nada sin el pasado. Guitarrista, compositor y cantante versátil, Ben Harper se mueve muy cómodo en terrenos bluseros. Y tiene criterio a la hora de buscarse compañeros de correrías: Charlie Musselwhite es, seguramente, el mejor armónica blanco de toda la historia. Ha tocado con Eric Clapton y Tom Waits, y con leyendas como John Lee Hooker, Muddy Waters, Junior Wells, Sonny Boy Williamson o Buddy Guy. Y a sus 68 años aún se mantiene en plena forma…

“Get Up!” es un disco formidable, con temas recios que podrían firmar Black Keys y baladas arrastradas en las que la voz de Harper y la armónica de Musselwhite se entrecruzan de manera aterciopelada. Un ejemplo de la excelente salud del blues, la música más sencillamente compleja jamás tocada por el hombre.