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La autoridad y el miedo

El Tribunal Supremo ha condenado a un año de prisión a César Strawberry, líder del grupo Def con Dos, como autor de un delito de enaltecimiento del terrorismo o humillación de las víctimas. César colgó en Twitter algunos comentarios como éste: “El fascismo sin complejos de Aguirre me hace añorar hasta los GRAPO”.

Conocemos la condena a César el mismo día que se publica una carta de la nieta de Carrero-Blanco en la que ve “un disparate” pedir cárcel por tuits sobre su abuelo: “Me preocupa que un acto de patente mal gusto se considere un crimen”, afirma en su lúcida misiva.

Es decir, que las víctimas humilladas no se sienten en realidad humilladas. Ya lo dijo Irene Villa. Y que el enaltecimiento del terrorismo es, en muchas ocasiones, una boutade o un acto “de patente mal gusto”. César y sus tuits ni alimentan el discurso del odio ni legitiman el terrorismo. Como mucho, alimentan el humor poco gracioso y legitiman la ironía mediocre. Un año de cárcel parece un castigo exagerado para tan pequeño delito.

Alguien podría pensar que, ante tan desproporcionada sentencia, el Tribunal Supremo trata de atemorizar a la población. ¡Cuidado con las bromas! ¡No se pase usted ni un pelo! ¡Vigilamos lo que dice, lo que escribe, su paso por las redes sociales! El miedo, utilizado una vez más para imponer la autoridad. Para limitar la libertad de expresión. La calle, no lo olviden, es suya.

Y todo en un país, España, en el que están pasando cosas como ésta: Luis Bárcenas, ex tesorero del Partido Popular, regularizó 21,9 millones de euros de Suiza gracias a la amnistía fiscal de Montoro. Pagó a Hacienda 1.448.000 euros, un tipo impositivo de apenas el 6,6%.

España, insiste Mariano Rajoy, es un gran país.

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Un motivo para NO ver la televisión

Potosí.

Autor: Ander Izagirre.

Editorial: Libros del K.O.

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Ander Izagirre, usted ya debería saberlo, es uno de los grandes tapados del periodismo español. Un reportero a la vieja usanza, si hablamos de técnica exquisita y respeto por la profesión. Un periodista del siglo XXI si nos referimos a asumir riesgos, a una cintura prodigiosa, a la ironía y el humor, al desprecio por los medios prehistóricos y las editoriales viejunas. En Libros del K.O., una editorial a la altura de nuestro hombre, han apostado por Izaguirre. Lo que es tanto como apostar por el buen periodismo, por las buenas historias.

“Después de quinientos años de minería, el Cerro Rico es una montaña desmenuzada. Le siguen sacando tres mil o cuatro mil toneladas diarias de rocas para obtener plata, plomo, estaño y zinc. Según cálculos del teólogo Osvaldo Arce, todavía contiene 47.824 toneladas de plata fina: más de lo que le han sacado a lo largo de la historia… El Cerro Rico es, entre otras cosa, una forma. Es la gran pirámide que se eleva sobre la ciudad de Potosí, la silueta que aparece en el escudo nacional de Bolivia, en los sellos, en los carteles, en las postales y en los paisajes de los cuadros barrocos, un gigantesco monumento triangular, el icono de las riquezas terrestres y los poderes divinos”.

“Potosí” es exactamente eso: una buena historia. Escrita por un tipo que trabaja sin chubasquero, que se mueve con soltura en el barro y que no duda en mancharse las manos. Por un escritor que hace periodismo, o por un reportero al que se lee con entusiasmo. El equilibrio perfecto entre datos, información, y una literatura luminosa. Un placer que nos arrastra a las entrañas de la tierra, uno de los lugares más peligrosos del planeta, cementerio de mineros y, como cuenta Izagirre, lugar de nacimiento del primer capitalismo boliviano.

“Los diarios locales traen noticia de muertes en la mina con mucha frecuencia. El chico de 18 años aplastado por un derrumbe; el chico de 22 años que cayó ochenta metros por un pozo y `quedó hecho tiras´, según su hermano, que en ese momento trabajaba con él, y que explicó que en ese momento no tenía ningún seguro; los dos compañeros de 24 y 31 años que murieron por la explosión de doc cartuchos de dinamita que ellos mismos colocaron, y que dejaron dos niños huérfanos.

De vez en cuando brota algún amago de estadística: la Unesco contó 120 muertos en el Cerro Rico en 2010. El director del departamento de Trabajo declaró que seis de cada diez accidentes en la mina no se registran y que a menudo los compañeros de las víctimas reciben sobornos o amenazas para que se callen”.

El hombre explotado por el hombre. La riqueza más gloriosa junto a la pobreza más atroz. Eso es Potosí, y así lo cuenta Ander Izagirre, uno de los últimos reporteros puros, un periodista de aquellos que se debe leer absolutamente todo cuanto escribe. Incluido, por supuesto, este intenso, claustrofóbico y brillante “Potosí”.