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Extorsiones y exquisiteces

Denuncia El País en portada que “Ausbanc cobraba por hablar bien de los bancos en sus publicaciones”. Al leer este titular recordé la primera vez que tuve un ordenador portátil en la mano. O que vi con mis propios ojos, esos que se han de comer los gusanos, una bicicleta de montaña. Fue hace muchos años, más de 25. Comienzos de los 90…

Por aquel entonces yo trabajaba en El País. Miguel Yuste 40. En la rampa que bajaba al garaje, a solo unos metros de la entrada, había una puerta en el lado derecho. Un almacén. El de los regalos de Navidad. Yo bajé a recoger unos discos, enviados seguramente por DRO o por Sony, y me encontré con el paraíso capitalista. ¿El Corte Inglés? Parecido. Cientos de regalos navideños para los periodistas del periódico. Entre todos ellos destacaba el rincón, seguro que usted lo habrá adivinado, de la sección de economía. Cajas con Toshiba portátiles y bicicletas de montaña.

“Ausbanc cobraba por hablar bien de los bancos en sus publicaciones”, denuncia El País en portada. Y yo me descojono por lo bajini. Para que se hable bien de los bancos, los bancos han pagado siempre. De maneras más discretas o más descaradas. Y los medios de comunicación y los periodistas, por hablar bien de los bancos han cobrado siempre. Recibiendo un portátil o una bici, o refinanciando la deuda millonaria de la empresa.

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¿Es hora de ponerse exquisitos? Pues pongámonos exquisitos. Son tiempos de exquisitices, qué duda cabe. Y si no me cree, ahí tiene una auténtica delicatessen: el día en que se pone en libertad a Carlos Fabra, al concederle el tercer grado penitenciario tras cumplir poco más de una cuarta parte de su condena, en contra del criterio de la Junta de Tratamiento de la prisión en la que cumplía la pena y de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, la jueza de instrucción del Juzgado 19 de Sevilla ordena la detención del sindicalista Diego Cañamero por robar en un supermercado. A estas alturas todos deberíamos saber que en este país no se puede ser tan sinvergüenza como para robar a pelo, sin testaferro, sociedad pantalla o paraíso fiscal.

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Que se joda

El tertuliano de ABC, vocecilla aflautada y aires de grandeza, dice en el debate de La Sexta que la confirmación por parte del Supremo de la condena a Carlos Fabra a cuatro años de cárcel por delitos fiscales, demuestra el compromiso del Partido Popular en la lucha contra la corrupción. Es decir, que la gran noticia, aquello por lo que debemos sentirnos orgullosos los españoles, es que a los delincuentes se les castiga. Incluso si son políticos. ¿No es como para sentirse felices de lo bien que funciona el sistema? Olvide los ordenadores destruidos por el partido que gobierna en su sede, reformada con dinero negro, y piense en todos aquellos mangantes que, con cuentagotas, van cayendo tras años de filigranas jurídicas. ¡Viva la democracia! ¡Fuera los telepredicadores con coleta!

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Fabra, ex presidente del Partido Popular de Castellón y de la diputación provincial, huele a carne de chirona desde tiempos inmemoriales. Apesta. Y que tenga que entrar en la cárcel no debería sorprendernos. Lo que debería hacerlo es que haya tardado tanto, que no lleve años a la sombra, que la justicia sea tan lenta, que sea tan sencillo ponerle palos en las ruedas. Lo que debería sorprendernos es la opinión de Mariano Rajoy: “Fabra es un ciudadano y un político ejemplar para el PP”.

¿Debería explicar Rajoy estas declaraciones a día de hoy, con su ciudadano y político ejemplar condenado a cuatro años de cárcel? No. A Rajoy se le acumula la faena: tuvo frases parecidas para Bárcenas (“Nadie podrá probar que no es inocente”), para Matas (“Vamos a intentar hacer en España lo que Jaume hizo en Baleares”)… Si analizase cada caso, es decir, si explicase su sentido de la ejemplaridad, no tendría tiempo para gobernar. Y menos ahora, que el Tour está en lo mejor de los Pirineos.

“El tio va de rollo mafia. Hasta que no le vea entrar en la cárcel no me lo creeré”, dice del político que tuvo el poder absoluto en la región un vecino de Castellón, en Cuatro. ¿Indulto? Esperemos que no. Parece que se ha roto la buena racha de este cacique, que la fortuna le ha dado la espalda, que entrará en chirona. A sus 68 años el hombre que preguntaba a su nietos “¿te gusta el aeropuerto del abuelo?”, pese a no tener aviones y haber sido construido con dinero público, deberá cambiar el discurso. Uno más realista, “¿Te gusta la cárcel del abuelo?”, es lo que tendrá que decir a partir de ahora a los pequeños mientras acaricia el cristal blindado que le separa de sus cabecitas.

Abríamos el post con la cita de un tertuliano basura, y lo cerramos con otro. Alfonso Rojo advierte a su compañero Eduardo Inda sobre lo que le puede pasar si la denuncia de Pablo Iglesias le lleva a la trena: “Te ponen el culo como un bebedero de patos”. Como diría la hija del propio Fabra… ¡Que se joda!

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Los empresarios pasajeros

Este fin de semana he visto en Canal + la última película de Almodóvar. Bueno, he intentado verla: es tan mala, tan sumamente mala, tan impresionantemente mala, que solo he tenido estómago para aguantar los primeros treinta minutos y el cuarto de hora final. ¡Qué horror de película! ¡Qué espanto de guión, de dirección, de fotografía, de actores! Una auténtica pesadilla.

Tras ver “Los amantes pasajeros” creía que el mundo de la aviación había tocado fondo: no se puede caer más bajo. Pues comienza la semana y desayuno con la noticia de que una avería en el avión Airbus A310 de la Fuerza Aérea española que debía llevar al Príncipe Felipe a Brasil, donde tenía previsto inaugurar un foro empresarial, ha dejado en tierra al hijo del rey, a los 50 empresarios que le acompañaban y a los periodistas que les masajean durante este tipo de expediciones. Un flap en un ala no funcionaba correctamente. Suspendida la apertura de mercados, aplazada la captación de inversiones, interrumpida la internalización de nuestra economía. ¡Todos a los corrales!

Un país incapaz de enviar a medio centenar de empresarios a hacer negocios a Sudamérica es un país bananero. Profundamente bananero. El país de Pepe Gotera y Otilio, de la chapuza y la mala organización, del desastre y el cachondeo. Un viaje que habían vendido como “muy importante” para la economía española, suspendido porque un avión, un puñetero avión oficial, no funciona. ¿Alternativas? No tenemos. ¿Otros aviones? No da tiempo. ¿Vuelos comerciales? Ya han salido. Cada mochuelo a su olivo.

Y ahí van los empresarios y periodistas, con sus maletas repletas de bañadores, cremas solares y preservativos, regresando a casa con las orejas gachas. Otro día será lo de abrir el camino a emprendedores, reforzar la imagen del heredero a la corona y vender la Marca España. ¿La Marca España? Coño, ¡Arriba la Marca España! ¡Y la diplomacia económica! ¡Y que vivan los empresarios pasajeros!

España, país con aeropuertos sin aviones y con aviones sin piezas de repuesto. ¿Recuerda usted el aeropuerto del abuelo? Sí hombre, el de Castellón, ese que pese a no tener ni proyecto ni viabilidad ha costado 136,8 millones de euros. Pues al abuelo, a Carlos Fabra, le han condenado a cuatro años de cárcel, por defraudar 700.000 euros a Hacienda, y a pagar 1,3 millones de euros de multa. “¡Qué se joda!”, diría su hija Andreita en un momento de enajenación mental. “¡Eres un visionario, Carlos!”, le dijo su colega Francisco Camps el día de la inauguración del aeropuerto. ¡Un visionario! Qué buen ojo tenía el molt honorable ex presidente de la Generalitat Valenciana.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Cora Fluker

Cd: Look How The World Has Made A Change.

Cora Fluker es una leyenda olvidadas del blues primitivo más auténtico, más puro, menos comercial. Nació en Livingston, Alabama, aproximadamente en 1920, y vivió la esclavitud en sus propias carnes: contaba que cuando tenía solo nueve años trató de escapar de la propiedad donde trabajaba su familia, pero el terrateniente blanco la encontró y la golpeó hasta casi matarla. Desde entonces su espalda estuvo cubierta por espantosas cicatrices. Más tarde tuvo una visión, encontró a Dios y se dedicó a predicar y cantar.

 “Look How The World Has Made A Change” suena como si Cora cantase, acompañada por su guitarra, en el porche trasero de una granja sureña de mediados del siglo pasado. Gospel, sí, pero también el mejor blues rural que pueda imaginar. “Mi música viene del aire”, solía decir Cora cuando aún tenía fuerzas para cantar.

 

un culo, una solución

Tengo 49 años, estoy en el paro, vivo en un pueblo de Castilla La Mancha y Rodríguez Zapatero es el presidente de mi país. He elegido muerte. Mi futuro no es muy halagüeño, seamos realistas. Dada la gravedad de las  circunstancias puedo hacer dos cosas: confiar en el Gobierno o buscarme la vida. Ustedes creen que me debería buscar la vida, ¿verdad?

Las previsiones de paro y empleo para 2010 son desalentadoras: los expertos aseguran que habrá que esperar hasta 2013, cuando previsiblemente el crecimiento de la economía alcance el 3,1% que teníamos antes de la crisis, para que la tasa de desempleo se reduzca. El Gobierno, el mismo que prejubiló a los trabajadores de TVE a los 52 años, ahora pretende elevar a 58 años la edad mínima para jubilarse. ¿Y qué tiene que ver Castilla La mancha en todo esto? se preguntará el lector más espabilado. Pues muy fácil: tres pequeños pueblos de esta comunidad, la mía, han solicitado un almacén de residuos nucleares.

Dicen que la solución pasa por ahorrar. El Gobierno, que está en todo, quiere poner en marcha un plan de austeridad: necesitamos rebañar 40.000 millones de euros hasta 2013 para que no se desmorone el chiringuito. Podríamos sugerir a Elena Salgado, vicepresidenta económica, que el Gobierno prohíba de una puñetera vez el tabaco, de forma que la sanidad pública se ahorre los 7.700 millones de euros que le cuestan anualmente las patologías provocadas por el tabaquismo (¿o perderíamos dinero, dejando de cobrar impuestos?). También podríamos pedir que saquen las tropas de Afganistán, un agujero de vidas y de millones de euros. O que metan mano de una vez por todas a Carlos Fabra y le confisquen los sobres con dinero sin origen justificado que ingresa en sus cuentas.

Podría ponerles infinidad de ejemplos de austeridad en la gestión, pero les avanzaré una idea personal. Una propuesta innovadora, revolucionaria y progresista que une el ahorro económico con la solución al problema de los residuos nucleares. Vamos a ver ¿Por qué tienen que guardarse estos deshechos peligrosos en grandes y costosos depósitos, que se almacenan en edificios descomunales y provocan la división social e hipotecan el futuro de toda una comarca? Demos la posibilidad a los miembros de este Gobierno, y a cada ciudadano pro nuclear, de convertirse en su propio cementerio atómico. Me explico. Con mi proyecto, los eternos restos de las centrales atómicas no se almacenarían en unos cientos de bidones, atrapados bajo toneladas de cemento, sino en unos cuantos miles de supositorios de formato estándar. Un cambio de formato que haría posible que la basura nuclear se instalase en lugares muy receptivos a este tipo de alternativa energética, como los rectos del ministro Sebastián (hay que dar ejemplo) y sus familiares, de los alcaldes de los pueblos pro nucleares y de sus parientes, y de todos aquellos ciudadanos responsables en edad de jubilarse que quieran hacer una última contribución al Estado antes de alcanzar su merecido y eterno descanso.

Con decenas de miles de panderos repletos de basura radioactiva sólo sería cuestión de tiempo que España  recuperase el equilibrio económico. Que las pensiones estuviesen de nuevo garantizadas. Y que el paro fuese un mal recuerdo. ¿Quién dijo mala gestión? Es sólo falta de imaginación.

Zapatero seguro que analizará esta propuesta. Le añadirá una dosis de talante, algo de paridad, un “buenos rectos y buena suerte”, y la dejará caer en esa Europa entregada a su modelo económico. Ya estoy viendo la campaña promocional: “un culo, una solución”.