En Mediaset y Atresmedia, las empresas que con sus cuatro grandes canales (Telecinco y Cuatro, la primera; Antena 3 y La Sexta la segunda) forman el duopolio televisivo español, se han descojonado de risa. Pagarán, pero sin perder el buen humor: se trata de calderilla. Son los dueños del negocio: la televisión española, el medio de comunicación más rentable e influyente, está en sus manos. Lo hemos contado muchas veces en este blog, pero no por ello la situación deja de ser preocupante: son dos empresas de raíces profundamente capitalistas, Berlusconi y Lara, las que dominan el mercado audiovisual español.
Vivimos bajo la influencia del Canal Único de Información. A menos de un mes de las elecciones, esto es un drama. Para la democracia, digo. Recuerde que en los días que llevamos de junio las cadenas de Mediaset acumulan el 33,1% de la audiencia televisiva en España, mientras que las de Atresmedia reunen el 27%. Suman un 60% de la audiencia. Cifra demoledora a la que podemos añadir el 16,8% de TVE, la televisión pública gubernamental. En total, un 76,8% de telespectadores.
Se acercan las elecciones, decíamos, y la existencia de un Canal Único de Información cobra mayor importancia. Los informativos más vistos son, ya se lo puede usted imaginar, los de Telecinco, Antena 3, TVE, La Sexta y Cuatro. Es decir, los informativos que cuentan lo que quieren que sepamos desde Atresmedia, Mediaset y TVE. Desde el Gobierno, el poder, el Ibex… o como quiera usted llamarlo.
¿Piensa que estoy paranoico? No olvide un dato escalofriante: el consumo medio de televisión durante el pasado mes de mayo en España ha sido de 231 minutos por persona al día. La pantalla, saturada de información sobre los partidos, se ha convertido en el gran consejero político, en el libro y el filósofo, en el profesor y el amigo, en el confesor y el amante. La televisión es todo, y está en manos de dos empresas.
P.D.
Dicen las portadas de los medios conservadores, que son casi todos, que el paro ha bajado de los cuatro millones por primera vez en seis años. El Gobierno se viene arriba. Fátima Báñez destaca que España ya ha recuperado la mitad del empleo destruido durante la crisis. Y Luis de Guindos tiene el valor de afirmar que “la oscuridad que plantea el populismo es el mayor enemigo de nuestra prosperidad”.
Nuestra properidad.
No hablan ni Báñez ni De Guindos de una noticia que venía ayer mismo en las páginas interiores de algunos diarios: el informe anual de Cáritas que se acaba de publicar. Asegura que la precarización de las condiciones laborales ha elevado del 14,2 al 14,8% el porcentaje de trabajadores pobres. Y que la tasa de pobreza entre las personas en paro se sitúa en el 44,8%.
¿Nuestra prosperidad?
Un motivo para NO ver la televisión
Laura Cantrell
Cd: At the BBC.
Estamos ante uno de los secretos mejor guardados de Nashville, Tennesse. Hace veinte años Laura Cantrell, la protagonista de nuestra historia, trabajaba como vicepresidente de Análisis de Renta Variable en las oficinas de Nueva York del Bank of America. Un puestazo que compatibilizaba con sus salidas nocturnas: a escuchar música… y a tocar música. Por aquel entonces editó su primer disco, un EP titulado “Hello”que pasó sin pena ni gloria. Tuvo que esperar tres años más para lanzar su primer álbum, “Not the Tremblin´Kind”, un trabajo formidable que fascinó al legendario disc jockey británico John Peel: “mi disco favorito de los últimos diez años, y posiblemente de toda mi vida”.
Con semejante padrino Cantrell no tuvo demasiados problemas para aparecer en cinco ocasiones en su programa de radio de la BBC. Cinco discos después la cantante y guitarrista norteamericana rinde homenaje a ese momento de gloria, a DJs históricos como Pel o Bob Harris, y a los conciertos acústicos que realizó en los estudios de la radio pública británica. Quince canciones en clave acústica, en la intimidad de una sala pequeña y ante un público reducido, grabadas entre 2.000 y 2.005. La voz de una de las grandes cantantes norteamericanas del momento, a medio camino entre Allison Moorer, Gillian Welch, Eilen Jewell y Lucinda Williams. Un regalo no solo para los seguidores de Cantrell, sino para todos los amantes de la música de raíces. Simplemente delicioso.