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Losantos versus Esponja

Lucha de gigantes / Convierte el aire en gas natural / Un duelo salvaje advierte / Lo cerca que ando de entrar / En un mundo descomunal” (Antonio Vega).

No hay mejor ring que la televisión. Con millones de posibles espectadores, la pantalla se ha convertido en un inmejorable campo de batalla para duelos fratricidas. Vean cómo Ana Rosa Quintana y Susanna Griso se tiran de los pelos en directo cada día. O cómo Pepa Bueno y Matías Prats luchan para que sus informativos sean líder. ¿Y qué me dicen de Buenafuente y Wyoming, enzarzados en un combate de sumo dentro de su propia cadena? Pero la lucha más equilibrada, y por lo tanto más despiadada y cruel, tiene lugar en las cadenas temáticas de TDT por la mañana temprano. Es la franja despertador, ese momento en que usted entra en la ducha, pone la cafetera o, perezoso, se quita las legañas. Y es que en ese instante inicial de la jornada, con los primeros rayos del sol, se enfrentan, como en los duelos crepusculares de John Ford, Jiménez Losantos y Bob Esponja.

Algún bromista pensará que Losantos ha elegido el horario infantil para enfrentarse a rivales de su talla. No tiene gracia. Bob Esponja es un dibujo animado para niños. Losantos es un señor bajito. Bob Espoja es un personaje de ficción. Yo diría que un repugnante personaje de ficción, con ojos de cocainómano, discurso anfetamínico y un color amarillo que sólo sienta bien a los Simpsons. Losantos es… un personaje real. Les contaría muchas cosas, pero lo mejor es que ustedes le escuchen. Ayer mismo dijo lo siguiente: “Una noticia escalofriante: Moratinos podría acabar de ministro de Exteriores europeo. De ahí a los almorávides hay nada, diez minutos. La morisma con ánimo de gresca ve a Moratinos y dice, a por él. Y nada, otros ochos siglos aquí luchando contra la media luna. Nosotros estaríamos a favor de la media luna. Zapatero no, pero otros sí”.

Las audiencias, por desgracia para todos aquellos que necesitan droga dura por las mañanas, no están con Losantos. Bob Esponja le da un buen repaso: un 7,97% de share del invertebrado acuático frente a un rácano 1,2% del vertebrado radiofónico. “Es la mañana” (Veo7), la tertulia radiofónica de Losantos, se arrastra por la banda despertador muy por detrás de Esponja (Clan TVE), “Hotel, dulce hotel: Las aventuras de Zack…” (Disney Channel), “Zoey 101 / Príncipe de Bel Air” (Neox),  “Ben 10” (Factoría de Ficción)…Pero Losantos no debería desmoralizarse. La franja matinal de la TDT es su hábitat, la liga que le corresponde. Recuerden que, como dijo Rilke,  “la verdadera patria del hombre es la infancia”.

 

Un motivo para NO ver la televisión.

Los Lobos cantan a Disney.

Sí, Los Lobos, el grupo de David Hidalgo y César Rosas. La banda más grande del norte del Río Grande. El orgullo de la frontera. Los Lobos lanzan un disco con canciones de películas de Disney en versiones… digamos que muy especiales.

Los Lobos en Barrio Sésamo

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Los Lobos y su versión de “Heigh Ho” de Blancanieves

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Una gala para olvidar

¿Sabían ustedes que existe una Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión? Pues existe. Y hasta tiene un presidente: Manuel Campo Vidal. Imagino que, después de tan increíble notición, sus deteriorados intelectos de televidente habrán entrado en ebullición y se estarán planteando miles de preguntas interesantes: ¿A qué se dedican realmente, tanto la Academia como Campo Vidal? ¿Qué tienen que ver las ciencias y las artes con la televisión que vemos cada día? ¿Es cierto que María Teresa Campos llamó “gilipollas” a Vasile? ¿Deja de ser la academia de OT, por tanto, la más cutre e inútil de la televisión ibérica?

calaf.jpgYo, que me dedico a esto, ya conocía la existencia de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión. Por dos cosas: editan una revista (Academia tv) y organizan una entrega de premios anual. La revista es espantosa. Las entregas de premios, también. Por eso me sorprendió que La Sexta asumiese este año el “marrón” de emitir esa gala, un espectáculo onanista que habitualmente tiene tan poca calidad como audiencia.

La fiesta de este año se celebró en el Gran Casino de Aranjuez, y un espeso Buenafuente hizo de director y maestro de ceremonia. De una ceremonia en muchos casos demasiado inspirada, a veces calcada, en su programa de La Sexta. Sólo les diré que comenzó con el mismo chiste que su entrevista a Zapatero (llegar tarde por coger Cercanías) y con la misma imitación que hizo la noche anterior (del humorista Eugenio).

No hubo un solo momento para recordar. Todo fue tan largo, tan aburrido y tan patéticamente corporativo como en ocasiones anteriores. Muy poca imaginación, ni un ápice de talento (excepto Follonero, Wyoming y Rosa María Calaf), cero originalidad, un ritmo moribundo, una publicidad insoportable y el acostumbrado reparto surrealista de premios. No había ni cena para los invitados. Una pantomima tan desproporcionada como la duración del evento: 160 minutos. Hubo incluso un hueco para el mal gusto: una broma sobre el programa “Salto a la fama” con imágenes del atentado a Carrero Blanco.

Una gala espantosa sobre nuestra televisión, ejemplo perfecto de lo que NO debería ser la televisión. Se emitió el día internacional de la televisión, pero también el día internacional de la filosofía. ¿Contraprogramación intelectual? No. Simplemente, como dijo Bertrand Russell, es que “uno ha de conocer el infierno antes de tener derecho a hablar del cielo”.

Un recuerdo final para Fernando Fernán Gómez, gran actor, escritor y director, un maestro artístico y vital. Un genio. Seguro que alguna televisión emite hoy imágenes de sus cabreos. Entonces serán, además de ignorantes, miserables…

Somnífero Zapatero

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No dormir nos enferma. La falta de sueño causa irritabilidad, ansiedad, obesidad, diabetes, ojeras y nos impide controlar nuestras emociones. No lo digo yo, lo dice un estudio conjunto de la Universidad de California y la Escuela de Medicina de Harvard. Esperar despierto hasta más allá de la medianoche para ver una entrevista con un presidente del Gobierno podría entenderse, por tanto, como una invitación al insomnio.

Pues resulta que no. Ver una entrevista con José Luis Rodríguez Zapatero en la madrugada es más letal que meterse en el cuerpo de un solo golpe un bote de Orfidal, una botella de Jack Daniels y un pico de caballo. El insensato telespectador correría un gravísimo riesgo de padecer narcolepsia, viviría el preludio de una apnea de hipopótamo. Porque Zapatero, amigos lectores, es un tueste de persona.

zapaterobuenafuente.jpgLo que no significa que sea un mal presidente. Ni un buen presidente. Sino todo lo contrario. Significa simplemente que Zapatero no es un cascabel. Y que entrevistarle en un programa como el de Buenafuente, consagrado al humor, era un reto de proporciones bíblicas. Tanto como para verse obligados a aderezar las intervenciones presidenciales con… ¡risas de lata!

La entrevista estaba grabada: Buenafuente no charló con Zapatero por la noche en el plató de su programa, sino en Moncloa por la mañana temprano. Uno a cero para el presidente. Como quiere dar a su programa un ambiente familiar, recuerden que su sobrino Berto se ha convertido en su mano derecha, Buenafuente debió pensar que para potenciar esa sensación íntima y coloquial nada mejor que entrevistar a Zapatero, su residente. Es decir, el de La Sexta. O sea, su mano izquierda.

Así las cosas, la primera entrevista que el Presidente concede a La Sexta resultó francamente decepcionante. Demasiado seria, muy formal, excesivamente rígida, tremendamente política para lo que es el programa de Buenafuente. Zapatero se encuentra a años luz de Chiquito de la Calzada (a nivel humorístico, me refiero), pero seguro que guarda algo de chispa en sus
entrañas. O puede que no. En cualquier caso, Buenafuente no pudo, o no supo, encontrar ese lado más humano, menos adusto: los chistes los hizo en el monólogo que abre el programa. Sin presidente. Después, risas de lata.

“Imagino que vendrías en cercanías”, dijo el presidente a Buenafuente ante su retraso al llegar a
la cita. Buen chiste inicial. Y final. Inmediatamente después Zapatero se sumergió en su espeso discurso político habitual con una descripción pormenorizada de la crisis con Chávez. Para seguir con otras historias largas, espesas y aburridas que Buenafuente no fue capaz de reconducir. Algunas tan fascinantes como esta apasionada defensa de los frutos secos: “Tengo que decirte que me encantan los frutos secos. De hecho tengo almendras por todos lados aquí en Moncloa… Yo recomiendo los frutos secos. Siempre que tengo algún consejo de Ministros o algunas reunión, frutos secos…”.

En resumen: una entrevista de 33 minutos como la que le podrían haber hecho Piqueras o Milá, sólo que a altas horas de la madrugada y con risas de lata. Mi suegra se quedó dormida en la segunda pregunta. Yo no, porque estaba trabajando.