No se muy bien qué decir sobre el nuevo Papa. Tras repasar por encima las quince páginas que le dedicó ayer El País, y las otras tantas que le dedicó El Mundo, y ver y escuchar horas de informativos televisivos y de radio, estoy francamente aturdido. En cualquier caso, debe ser algo muy importante, porque hasta el mismísimo Barak Obama dice que la elección de Bergoglio prueba la fuerza y la vitalidad de la religión. “Hay más religión en la ciencia del hombre que ciencia en su religión”, escribió Thoreau.

En algún sitio leí que Thoreau era el más norteamericano de todos los norteamericanos. Más que Obama. Cuentan que cuando estaba en el lecho de muerte, recibió la visita de un amigo que le preguntó por su relación con Cristo. El filósofo y fabricante de lápices de Concord, Massachusetts, dijo que le importaba más cualquier tormenta de nieve que el hijo de Dios.

Con las últimas lluvias, el campo está empapado. La primavera promete ser grandiosa. Un bando con más de 50 grullas trompetea al cruzar el cielo de Huesca. El croar de cientos de ranas rompe el silencio de la noche. Nada puede haber tan importante como el mochuelo que, iluminado por la luz del Pirineo, está en una piedra junto al camino.

Un motivo para NO ver la televisión

El pirómano

Autor: Bruce DeSilva.

Editorial: Pàmies.

Una gran noticia para los amantes de la novela negra: Bruce DeSilva, periodista durante 40 años en medios tan importantes como The New York Times, ha escrito un primer libro magnífico. El protagonista es otro periodista, llamado Liam Mulligan, dueño de un Pulitzer, que trabaja en un modesto diario de Providence, Rhode Island. Tiene una novia oriental, una úlcera que le amarga la vida, una amiga bombero, pasión por los puros habanos y la tradicional facilidad para meterse en líos de los grandes detectives.

Mulligan investiga desde el periodismo la ola de incendios provocados que asola su viejo barrio. Conoce cada baldosín de la calle, cada callejón, cada camello, cada puta y cada mafioso. Moverse como pez en el agua entre la basura no evita que reciba alguna paliza, que tenga serios enfrentamientos con los jefes de su periódico, y que se sorprenda con la red mafiosa que dirige el pequeño Estado en que nació.