You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: Breece D´J Pancake


Reinventarse o dejar de girar

La  humanidad no recibía tan buenas noticias desde el descubrimiento de la penicilina: cierra “La noria”, uno de los programas más repugnantes (que se dice pronto) de la historia de Telecinco. Lamentablemente no podemos celebrarlo como es debido, purificando el plató con unos bidones de gasolina y un mechero, puesto que solo se trata de una suspensión “temporal”. Me temo que el efecto real del cierre sea mínimo: de licuar los cerebros de los telespectadores del sábado noche se encargará ahora “El gran debate”, que toma el relevo, amplía su horario y mantiene presentador. Se han reinventado. La programación cambia para que todo siga igual.

“La noria” no ha cerrado por cuestiones ideológicas, por remordimiento de sus creadores, porque Sanidad no pudiera ignorar semejante foco de contaminación o sencillamente por petición popular. Ha cerrado por falta de anunciantes. La inversión publicitaria ha caído un 15% en el primer trimestre del año. Y la televisión, que es el primer medio por volumen de inversión, ha decrecido en su conjunto el 17,7%.

Las crisis de los medios es proporcional a la crisis publicitaria… pero multiplicada por la crisis ideológica. No hay ni perras ni ideas. Solo hay empresarios y gurús, que no es lo mismo. Podría ponerle como ejemplo los expedientes de regulación de empleo que están sufriendo los grandes medios de comunicación. Pero creo que el auténtico termómetro de la situación es la última página de El País, esas entrevistas que comenzaron celebrándose en grandes restaurantes, entre suculentos platos y excelentes caldos. Una obra maestra de marketing. El lector quizá no leyese una sola línea del texto, pero no podía evitar mirar de reojo el menú y escandalizarse con la factura, símbolo del momento de bonanza que atravesaba la profesión. Pues bien, se acabaron las comilonas: desde hace semanas el 50% de esas entrevistas tienen lugar durante un desayuno. Café con leche y churros, y si el periodista es de plantilla y veterano, quizá un zumo de naranja. El foie plancha, el arroz con bogavante y los crianzas de 30 euros han pasado a la historia.

Es el final. Cuando un periodista que va a pasar la factura del restaurante a su empresa tiene que mirar los precios de la carta, estamos jodidos. Hemos pasado del menú degustación, largo y estrecho, al menú de supervivencia, corto y mezquino. De El País al Huffington Post. De la información a la agregación. ¿La reinvención del periodismo? No, la reinvención de las empresas de comunicación. “Si no apostamos por el periodismo como negocio, la libertad de expresión estará en peligro”, sentencia Juan Luis Cebrían.

La noria ha dejado de girar.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Trilobites

Autor: Breece D´J Pancake.

Editorial: Alpha Decay.

Breece D´J Pancake, el autor de este maravilloso libro de cuentos deslumbrantes, se suicidó en 1979 a la edad de veintiséis años. Un drama: son las 230 páginas más emocionantes e intensas que he leído en los últimos meses. Un prodigio de pasión y dolor, pero también de técnica y capacidad para transmitir, para contar.

Breece Dexter Pancake nació en Virginia Occidental, coleccionaba puntas de flechas indias y fósiles, pescaba y cazaba en los Apalaches, jugaba al billar y bebía como una esponja. Dicen que se convirtió al catolicismo, y que disfrutaba más enseñando a escribir que escribiendo. Los doce cuentos que forman este libro hablan de la sangre caliente de una cierva, las primeras luces del día o de hombres que se comportan como perros, buscando algo muerto que arrastrar a casa. Es decir, hablan de las mismas cosas que hablaban Faulkner o Hemingway.

Solo leyendo este libro imprescindible es posible comprender lo enorme de la pérdida. El destino de Breece Dexter Pancake era la gloria.

“Miro como juega el ganado. Deben venir lluvias. Siempre vienen cuando el ganado juega. A veces sus juegos llaman a la nieve, pero casi siempre es la lluvia lo que viene. Cuando papá me atizó de lo lindo con esa serpiente negra, la colgó de una valla. Pero no llovió. El ganado no estaba jugando y no vinieron las lluvias, pero no abrí la boca. Ya había tenido bastante con la serpiente y no quería que me diera con el cinturón”.