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Tres caraduras en crisis

Para su estreno en Telecinco, Bertín Osborne eligió de pareja de baile a Pedro J Ramírez. Puedo imaginar el ataque de celos del bueno de Arévalo, tirándose de los pelos al ver peligrar su espectáculo teatral con el cantante de rancheras. Y es que un show llamado “Dos caraduras en crisis” tiene más sentido, más razón de ser, con Bertín y Pedro J como pareja de estrellas, jetas imperecederas haciendo caja a dos manos, que con Bertín y el cuentachistes de gangosos y mariquitas, pura caspa decadente luchando por sobrevivir.

El aterrizaje de Bertín en T5 tenía que ser un éxito. Pedro J lleva semanas utilizando su nuevo diario digital de la señorita Pepis, El Español, como instrumento promocional de la nueva versión del viejo programa, ahora titulado de manera ingeniosa “Mi casa es la tuya”. La prensa española tiene muchas cosas de las que avergonzarse, dijo el que fuera director de El Mundo, en un arrebato de sinceridad, un año antes de publicar esta serie de… ¿noticias?

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Periodismo con mayúsculas. Y arte a raudales. Nada podía fallar, un gran cantante salpicado por los papeles de Panamá y un periodista al que las cámaras adoran, mano a mano en Telecinco, la cadena que ha hecho de la telebasura un arte. Y una mina. Y nada falló: Vinitos y risitas, colorines y tirantes, confesiones íntimas y un selfie para la historia de la horterada en el que Ágatha puso cara de culo (ver primera foto).

La cita tuvo lugar en la casa de Pedro J y Ágatha, una de esas viviendas modestas pero luminosas que los periodistas pudimos comprar antes de los ERE. Y los diseñadores siempre. Y se desarrolló de manera amable, para mostrar en todo su esplendor el talento artístico de la diseñadora y la capacidad intelectual del periodista. ¿Confesiones para la historia, he dicho? Todas las que usted pueda imaginar. Que si Felipe González y los GAL, que si los SMS de Bárcenas… Menos de las miserias del 11-M, de todo hablaron.

Reflexiones inteligentes a cascoporro, no podía ser de otra manera con tanto talento reunido. Pero entre tanta emoción a flor de piel, entre tanto sentimiento en estado puro, destacaría una frase que me puso la carne de gallina y me situó al borde del emocionado llanto. Como periodista y como ser humano. Aquella con la que Bertín definió a Pedro J: “Bestia negra del guante blanco”. El resto no podía estar de ninguna manera a la altura de tan brillante descripción. Y mira que lo intentaron… Comencemos con Ágatha:

“No se me ocurre nada mejor en el mundo que ser duquesa de Alba ¡Qué guay”.

“Mi madre hacía unas fiestas divertidísimas. Uno iba vestido de leopardo, otro era comunista…”

“Nuestros niños están taaaan bien educados: un master, otro master, otro master…”.

“Yo iba a la modista, tu tambien irías”

“Yo hice una exposición para niños y fue un éxito morrocotudo”.

“Pedro J era el que más hablaba de la movida madrileña, por eso me sacó mucho en Diario 16″.

“Una noche Pedro J estuvo durmiendo con los de la ETA. Le hacía mucha ilusión estar con los de la ETA. Uno de ellos no había venido nunca a Madrid”.

“Pedro J es muy listo, y vivir con alguien muy listo es genial. Lo malo es que te acostumbras a la gente tan lista, y luego la gente normal te da pereza”.

Ha leído usted bien. Te acostumbras a la gente tan lista y luego la gente normal te da pereza. ¿Entiende usted ahora por qué esta señora vive con Pedro J? Forman una pareja de ensueño. Listos como demonios, no como usted y yo. ¡Qué pereza damos, oiga! Pero dejemos que se sienten a la mesa, y que sea el listo de Pedro J quien hable de sí mismo mientras una muchacha uniformada, con guantes blancos, les sirve discretamente la comida…

“La última vez que Adolfo Suarez estuvo lúcido cenó en esta casa”.

“¿Zapatero? El mejor ser humano que ha pasado por Moncloa”.

“Tengo muchos libros, pero hay algo que no tiene nadie: La enciclopedia de…”.

“Rajoy venía a casa, teníamos relación permanente…”.

“Yo sería el peor si utilizara la información para otra cosa que no fuese para transmitirla a la gente”.

Cotilleos. De ropa de payasos pijos y de periodismo de amiguetes. Información rosa, con tintes amarillos, camuflada de mala manera como periodismo televisivo de perfil subterráneo. Ni Bertín tiene capacidad intelectual para realizar una entrevista, ni Pedro J interesa a nadie a estas alturas de su carrera. Están bien, por tanto, donde están: lejos de la televisión pública, en la Meca de la telebasura. ¡Y no ya como dúo, sino como trío, con Ágatha contando chistes súper morrocotudos sobre gente lista de la jet agathizada! Tres caraduras en crisis. Arévalo tiene motivos de sobra para estar preocupado…

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P.D.

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Un motivo para NO ver la televisión

Los muchachos de zinc.

Autora: Svetlana Alexiévich.

Editorial: Debate.

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El libro elegido hoy para no ver la televisión es “Los muchachos de zinc”, pero podía haber sido cualquiera de los otros títulos publicados por Debate de la escritora bielorusa Svetlana Alexiévich. A saber: “Voces de Chernobyl” y “La guerra no tiene rostro de mujer”. Tres obras maestras del periodismo a la vieja usanza, largo aliento, profundo recorrido, papel y tinta, intensidad y perspectiva. Tres reportajes sin límite de texto, escritos con ánimo de analizar, no solo de narrar, detalles puntuales de un país o un acontemiento concreto. Alexiévich quiere ofrecer al lector una perspectiva total del momento, del conflicto, de la historia. Quiere contar qué ha pasado, cómo ha pasado y por qué ha pasado. Afganistán, 1986, un millón de soldados soviéticos lucha en una guerra que el gobierno comunista quiere esconder…

“¿Cuándo se nos derrumbó el imperio? Anteriormente, el mundo estaba dividido: había verdugos y víctimas -que fue el gulag; hermanos y hermanas- que era la guerra; el electorado -era parte de la tecnología y el mundo contemporáneo-. Nuestro mundo también había sido dividido en quienes fueron encarcelados y quienes encarcelaron; hoy hay una división entre eslavófilos y occidentalistas, ‘fascistas-traidores’ y patriotas. Y entre los que pueden comprar las cosas y los que no pueden. Esto último era lo más cruel de las pruebas para seguir el socialismo, porque no hace tanto tiempo que todos habían sido iguales. El hombre rojo no fue capaz de entrar en el reino de la libertad que había soñado alrededor de su mesa de la cocina”.

¿El periodismo puede y deber ser pedagógico? Alexiévich lo demuestra en cada línea, en cada página, en cada libro. Y de una manera tan amena que el lector se deja arrastrar por la narración como si estuviese ante una novela. Poco importa si habla sobre los soldados soviéticos que volvían de la guerra en ataúdes de zinc. O de la vida de las mujeres en la retaguardia durante la II Guerra Mundial. O de los problemas de las víctimas de la catástrofe nuclear de Chernobyl para adaptarse a su nueva realidad. En todos los casos se trata de crónicas impecables sobre impactantes dramas humanos, siempre comprometidas, siempre con los más débiles, siempre llevando de la mano periodismo y literatura.

“He subido a un helicóptero y desde el aire he visto centenares de ataúdes de zinc, el suministro para el futuro, brillantes bajo el sol, bonito y terrorífico… Fue más tarde cuando nos enteramos de que los ataúdes llegaban a la ciudad y que los enterraban en secreto, de noche, y en las lápidas ponían ‘falleció’ en vez de ‘cayó en combate’… Los periódicos decían que nuestros soldados construían puentes, y que nuestros médicos atendían a las mujeres y a los niños afganos”.

Svetlana Alexiévich recibió el premio Nobel el pasado año. “Los muchachos de zinc” resume a la perfección los meritos que premia el galardón: es un libro que refleja que en muchos lugares del mundo, algunos no demasiado alejados de donde nos encontramos, hay gente que tienen dificultades para comprender términos como libertad o democracia. Pueblos que viven lo que la escritora denomina “un tiempo de segunda mano”, en el que la cárcel y la guerra restan a los ciudadanos las energías necesarías para emprender una revolución. Absolutamente imprescindible.

Cowboys de medianoche

¿Recuerda usted “Midnight Cowboy”, la película clásica de John Schlesinger? Dustin Hoffman y Jon Voight son dos perdedores que tratan de sobrevivir en Nueva York. Uno de ellos es un gigoló alto, engreído e ignorante, el otro un estafador bajito y enfermizo. Dos tipos marginados que sueñan con escapar de la miseria y la derrota. Suena “Everybody´s Talking“, de Harry Nilsson

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Una cosa hay que reconocerle a Bertín Osborne: tiene una endemoniada capacidad de superación. Cuando crees que nada puede ser más sórdido y cutre que sus entrevistas con Ana Obregón, Carmen Martínez-Bordiú, los Morancos o Jesulín de Ubrique, el muy puñetero se viene arriba, sube de nuevo el listón otro medio metro, y dedica una hora del prime time de la televisión pública a Arévalo, el humorista de las casetes con chistes de gangosos, tartamudos y mariquitas. El de Jerez de la Frontera se marca un programa que en realidad es una cuña promocional, financiada por todos los españoles, del espectáculo teatral que ambos, Osborne y Arévalo, realizan por nuestros escenarios bajo el nombre de “Mellizos”. Un espectáculo que han denominado, muy acertadamente, “2 caraduras en crisis”.

¿Le parecen poco ofensivos los chistes de Arévalo? ¿Y no le resulta suficientemente decadente un cara a cara con Bertín? Pues no se preocupe, porque para garantizar la avalancha de caspa también pudimos ver en TVE a Fernando Esteso, invitado de lujo a la paella que prepararon los dos primeros. Todo aliñado con toques melodramáticos, puesto que la vida de estos humoristas está repleta de momentos trágicos que invitan a la melancolía. La vida triste del payaso. Intimidades familiares que dichas en televisión suenan obscenas: que si no ve a su padre “de noventa y tantos años” porque no se habla con su hermana, que ha superado la muerte “de un hijo… no, de dos”, que ha estado desahuciado, que le ayudaban “las chiquitas de alterne” de los clubes donde actuaba… “Pero… ¿a qué te ayudaban?”, pregunta el siempre socarrón Bertín.

“En los último 25 años se ha perdido el sentido del humor en este país, y ya está”, dice el gemelo alto cuando el bajito intenta justificar sus chistes de gangosos. Y continúan con los chascarrillos más o menos cutres, el colorante en el arroz, la Ramona, la interminable anécdota del esquí “con una gorda” y las habituales referencias “a tías que estaban muy buenas”“¡Hay que ver la pareja que hacemos! Yo entiendo que la gente venga a vernos…”, sentencia Osborne cerca de la medianoche.

Le llaman televisión pública, pero es promoción personal camuflada como entretenimiento de baja calidad. No nos quedemos con tan mal sabor de boca…

P.D.

“En general, la cultura está huérfana”, dice Mónica Naranjo en El Mundo solo unas horas después de dejar que Pablo Motos le besara el culo en prime time de Antena 3.

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Un motivo para NO ver la televisión

La niña Bois-Caïman.

Autor: Francois Bourgeon.

Editorial: Astiberri.

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El libro que hoy nos ocupa, “La niña Bois-Caïman”, cuenta una historia que arranca en el lugar en el que terminó “Los pasajeros del viento”. Ni más ni menos. “Los pasajeros del viento” es un cómic legendario que comenzó a publicarse en España en forma de serie a finales de los años 80, en la inolvidable colección Vértigo de Tótem. Narraba las aventuras de Isa, una mujer de armas tomar, en la época napoleónica, concretamente durante el conflicto naval que enfrentó a Francia e Inglaterra. Fue la consagración de Francois Bourgeon, dibujante parisino que considera de enorme importancia en su obra tanto la fidelidad de los detalles históricos de sus narraciones como la reivindicación del papel de la mujer.

“Los pasajeros del viento” es un clásico absoluto, reeditado hace poco en un solo volumen por Astiberri, que sitúa el cómic en un plano superior. En ese lugar, entre la literatura, la ilustración y la historia, arranca “La niña de Bois-Caïman”, conclusión de aquella saga de culto. La acción comienza en los Estados Unidos de la guerra de Secesión, 1862. Zabo, hija mayor de un médico sudista asesinado por el ejército rival, emprende un peligroso viaje para reunirse con su hermano pequeño en casa de su bisabuela… Isa. “Aunque despiadada con los débiles, Luisiana es capaz de producir un puñado de centenarios ásperos e irreductibles”. Isa, la anciana que  le muestra su legado: “Son los borradores de mis memorias ahogadas, que abarcan desde mi nacimiento hasta 1782…”.

Los seguidores de “Los pasajeros del tiempo” disfrutarán esta cuidada edición integral de “La niña de Bois-Caïman” desde la portada a la abolición final. Son 146 páginas de una intensidad inusual: se suceden los paisajes salvajes, y no dejan de pasar cosas, de aparecer personajes fascinantes, de vivirse aventuras de enorme intensidad. Es Bourgeon en estado puro: una mezcla perfecta de acción intensa y crónica realista, de equilibrio en la estructura, el guión y los diálogos, de semblanza cronológica y desbordante imaginación, de color apabullante y narración crepuscular.

“Allí uno muere de mil fiebres, rodeado de mosquitos, de serpientes y de caimanes. ¡Acuclillarse para orinar puede ser letal! Por no hablar de los indios emplumados, los acadianos retrasados y los negros fugados”. El sur tumultuoso y violento, sumido en conflictos raciales y sociales, contado en unas viñetas de ecos faulknerianos, que huelen a pantano y a sudor, a un país de sombras. Simplemente brillante.

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Que dios les perdone

Cuenta eldiario.es que la Conferencia Episcopal destina casi el doble de dinero a su cadena de televisión, un nido de fachas, que a Cáritas. Diez millones de euros para financiar tertulias ultraderechistas frente a seis millones para apoyar a la confederación caritativa y humanitaria. Solo en España Cáritas atiende a más de dos millones de personas, mientras que la programación revenida de 13TV tiene una audiencia rácana de un 2%, que generan en la cadena unas pérdidas de 40 millones de euros. El Gobierno de Mariano Rajoy, lejos de aconsejarles que, viendo los números, cierren el chiringuito para siempre, les ha concedido un canal propio de TDT. Que dios se lo pague…

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Los números no hacen justicia a este caso. S-i, son escandalosos, revuelven las tripas, advierten de la hipocresía de la Iglesia y de la tendenciosa gestión del Gobierno. Pero no es suficiente. Para comprender el problema en su totalidad, para entender cuán miserables pueden llegar a ser los obispos, hay que ver 13TV.

La cadena de la Conferencia Episcopal ha diseñado una programación un tanto surrealista. Dedica las mañanas a las misas y los espacios religiosos, como “Bendito paladar” o “Palabra de vida”. Y las tardes a la sangre y la violencia, con los westerns más casposos que pueda imaginar. Para las noches, horario golfo, reservan la bilis: “El cascabel”, sin duda la más tendenciosa, iracunda y contaminante de las tertulias nocturnas. Un espacio reservado para los exabruptos de gente como Isabel San Sebastián, Herman Tertsch, Edurne Uriarte, Marhuenda o Cristina López Schlichting. Un auténtico asco de programa.

Pero cuidado, porque sobre gustos no hay nada escrito. Seguramente por eso la Conferencia Episcopal acaba de conceder a Bertín Osborne un premio ¡Bravo! “por huir del mal gusto” en el programa de TVE “En la tuya o en la mía”. Bertín, ese icono episcopal. ¡Lo que darían los obispos por tener a Bertín, pecho lobo y ranchera, macho a la vieja usanza, como estrella de su parrilla! Pues porque no se lo proponen: manejando esos presupuestos para telebasura bastaría con que quitasen un par de milloncejos más a Cáritas, y los añadiesen a la hucha de nuestro defraudador fiscal más sexy. Entonces el de Jerez de la Frontera presentaría la Santa Misa a ritmo de pasodoble y con Arévalo de monaguillo. El cantante/presentador regresaría a su hábitat. Hace tres años estuvo opinando, precisamente junto a Isabel San Sebastian y Antonio Jiménez, en 13TV: “Cáritas está dando de comer a millones de personas. Un poco de respeto, que si tenemos que hablar de alguien solidario en este país es la Iglesia. Y ahora la moda es darle leches a la Iglesia” (minuto 6:30 del vídeo).

Tiene razón Bertín. Un poco de respeto: Las leches para la Iglesia, los millones para 13TV.

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2 caras duras en crisis

“El coito es aquel momento de dicha en que cada uno es los dos”. Jorge Luis Borges

Seguramente Bertín Osborne no es el mejor presentador del mundo. Y puede que como entrevistador deje mucho que desear. Quizá como showman resulte un tanto acartonado, trasnochado y falto de reflejos. Como actor, tiene lagunas tan grandes que su carrera cinematográfica se ha visto reducida a un par de culebrones mexicanos. Por otro lado, sus carencias como cantante resultan evidentes: las cuerda vocales del hombre que susurraba a los caballos tienen más potencia y feeling que las de nuestro anunciante de jamones Navidul. ¿En qué terreno destaca, entonces, el hombre de moda en la televisión española? Sin duda en la elección de sus parejas de baile.

Bertín Osborne y el humorista Paco Arévalo forman un dúo teatral desde hace cinco años. Los mellizos, se hacen llamar en tono jocoso. Una relación sólida inspirada en la que mantuvieron Arnold Schwarzenegger y Danny DeVito durante el rodaje del clásico de culto “Los gemelos golpean dos veces”. Osborne tiene buen ojo para elegir compañeros de parranda. Y no lo digo solo por Arévalo, ese genio del humor inteligente. La elección de los invitados al exitoso programa “En la tuya o en la mía” (TVE) así lo demuestra: Pablo Alborán, Mariló Montero, Carmen Martínez Bordiú, Jesús Janeiro, Pedro Sánchez… y por último pero no menos importante, el mismísimo presidente del Gobierno Mariano Rajoy. El “presi” para Osborne.

“2 caras duras en crisis” es la socarrona y campechana comedia que interpretan por los escenarios españoles Osborne y Arévalo. Un título que le viene al pelo al programa de anoche, un choque de superhéroes conservadores, machoman y plasman, empeñados en demostrar a los españoles lo majos, campechanos, tradicionales… y aburridos que son. El presidente llegaba a casa de Osborne tras una semana de duro entrenamiento: radio deportiva, dominó, futbolín… Un futbolín perfectamente engrasado le tenía preparado al presi el amigo Osborne. Nada podía fallar…

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Y nada falló. Bertín y el presi acariciaron los habituales cojines amarillos, que tantos y tantos paquetes han cubierto. Bertín también masajeó el lomo de Rajoy, todo el rato, a pelo y a contrapelo, sin pudor alguno. “El debate es mi hábitat”, dijo una vez el Rajoy más cínico. De ninguna manera. El hábitat de Rajoy es el programa de Bertín, donde se juega en casa, donde se puede echar un futbolín y hablar. Hablar de deportes, de los pueblos de España que conoce (enumeración minuciosa), de cómo le dijo “tal cual” a Obama en un gimnasio de Sudáfrica, de su padre (ese que recibe un tratamiento que pagamos todos), de que fue el registrador más joven del país, de que se cayó por un barranco y pudo haber muerto, de cuando se dejó la barba, de que se puede vivir sin viajar en helicóptero, de cómo conoció a su parienta, de que no era muy de novias (“de lo que me dejaban”), de que no hizo despedida de soltero, de que fueron de viaje de novios a Santo Domingo, de que intentará morirse en Pontevedra dentro de muchos años (?), de que procura cenar con su familia, de que en política haces muchas cosas, de que trabaja cada día 12 horas y 40 minutos, de que España es un país donde hay muy buena gente (la mayoría), de que ha estado en China (“coño”) y no tienen sistema de pensiones, de que éste es un país de primera división como el que hay pocos en el mundo, de que para alguien con vocación política no se puede ser otra cosa que presidente (“es la pera”), de que dije a los de Bruselas ¿Pero esto qué es?, de que la mayoría de los catalanes no quieren eso, de que a estos les es igual porque solo quieren matar gente y están dispuestos a morir, de que cuando lo vi dije bueno esto ya es, de que me han afectado mucho los casos de corrupción, de que todavía hay que ver si mejoramos la calidad de vida de la gente y los empleos porque sabemos hacerlo…

Los caracoles bostezan. La pareja, 2 caras duras en crisis, se fue a la cocina a comerse una empanada que les han preparado en Moncloa. Y Bertín intenta preparar unos mejillones que han debido aburrirse tanto como los caracoles Ninguno de los dos sabe encender la cocina. “Los hombres de nuestra edad somos expertos en abrir latas”, dice Bertín. “Sí”, responde un Rajoy que sentencia: “Un país es lo que sea su gente”.

Ya con la boca llena, al presidente se le entiende aún menos. Mejor. “Tómate otro pelotazo y pasamos al futbolín”, sugiere el anfitrión. Y pasan al futbolín: “Eres como me esperaba, un tío estupendo”, se entrega Bertín. Los telespectadores, anonadados, boquiabiertos ante semejante lección de vida y de humanidad, desean con todas su fuerzas que llegue el día 20 para votar a Rajoy, un hombre sencillo, prudente y justo. O a Bertín, si se presenta con Arévalo.

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P.D.

¿Usted cree que este tipo tiene algo que ganar acudiendo a un debate en televisión que verán millones de personas? Sobre todo cuando puede ir tranquilamente al prime time de la primera cadena de la televisión pública para que un cantante melódico le haga unas friegas completas, con final feliz. 

Un motivo para NO ver la televisión

Dana Fuchs

Cd: Broken Down Acoustic Sessions.

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Nacida en New Jersey en 1976, esta cantante ha sido comparada con Janis Joplin. Palabras mayores. Desconozco si Fuchs bebe Southern Comfort. Pero sé que es blanca, ha escuchado mucho blues, tiene una larga y revoltosa melena, ha grabado cinco discos excelentes y, esto es lo realmente importante, se crece cuando pisa un escenario. Quizá por eso su segundo disco fue un directo grabado en Nueva York, cerca de casa. Su sonido se sitúa entre los doce compases y el rock clásico, siempre con la voz rasposa y desgarrada de Dana en primerísimo plano.

Broken Down es una recopilación de temas propios ya publicados y otros inéditos, en versión acústica. Y una gran versión del “Ain’t No Love In The Heart Of The City” de Bobby Bland. Un disco excelente que por un lado confirma el talento de esta chica de Jersey, y por otro nos recuerda cuánto echamos de menos a la gran dama tejana.