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Justicia y honor

Alfonso Guerra, diputado desde 1977 por el PSOE, el partido cuyos ex presidentes andaluces Chávez y Griñán son investigados por el Supremo por el fraude en la financiación de los ERE, anuncia que abandona la política. Jesús Posada, presidente del Congreso de los Diputados y miembro del PP, el partido que según la Audiencia Nacional es “partícipe a título lucrativo” de los negocios de la trama Gürtel, pide un aplauso para Guerra. “Ha sido un honor compartir escaño con su señoría”, dice un Posada que gana más de 167.000 euros al año y se niega a controlar los gastos de los diputados. Y los diputados, todos, se ponen de pie para ovacionar a Guerra.

Mientras los diputados se hacían unas pajillas en el órgano constitucional que representa al pueblo español, Interpol solicitaba en Madrid la detención preventiva con fines de extradición de los últimos 19 imputados por la justicia argentina en la causa por los crímenes del franquismo, entre los que figuran los ex ministros Rodolfo Martín Villa y José Utrera Molina. “En España pudo haber delitos de lesa humanidad”, asegura María Servini, la juez argentina que investiga los crímenes del franquismo, en la única causa abierta sobre el tema en el mundo. Baltasar Garzón, ex juez de la Audiencia Nacional acusado y, posteriormente, absuelto por tratar de investigar esos crímenes, lo tiene claro: “Hay que dar respuesta a las víctimas del franquismo”.

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El franquismo es algo superado, dicen en un PP que se niega a condenar la dictadura. Los socialistas callan y otorgan: cuando pudieron compensar a los familiares de las víctimas no lo hicieron. La justicia parece lejana. Ahí tienen a Martín Villa, quien lejos de ser inhabilitado para cargos públicos ha sido desde comisionado del Gobierno para el Prestige hasta flamante presidente de Endesa y Sogecable. Alguien podría pensar que somos un país sin memoria, que necesita la revisión urgente de una Transición no tan modélica como quieren hacernos creer los responsables de la misma.

Así las cosas, es la justicia universal quien tiene que llamar a nuestra puerta para recordarnos que el franquismo no está superado, ni psicológica ni sociológicamente. Parece que la presión internacional resulta imprescindible para conseguir justicia, para una regeneración política que pasa por hacer homenajes institucionales a las víctimas del franquismo, por abrir cientos de fosas y cunetas que documenten el dolor, por admitir que los crímenes contra la humanidad no prescriben, no son amnistiables. Y por recuperar el honor de la República.

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Tras la imputación, el ex ministro Martín Villa ha dicho que no se piensa “esconder” y que no dudaría en declarar ante la juez argentina que investiga crímenes del franquismo. Me parece fabuloso. Es más, si el hombre que condecoró en 1977 a Billy el niño necesita dinero para comprar el billete a Buenos Aires, que cuente conmigo.

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Alberto Ruiz Gallardón habla maravillas de José Utrera Molina, caballero de honor de la Fundación Francisco Franco al que Interpol busca para ser juzgado por su implicación en los crímenes del franquismo. Un vídeo tan interesante como la columna que Utrera Molina escribió en ABC, hace solo cuatro años, en contra de la Memoria Histórica y a favor de Millan Astray. ¡A mí la legión!

Un motivo para NO ver la televisión

Personal

Autor: Lee Child.

Editorial: RBA.

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“Personal” es la cuarta novela del escritor británico Lee Child editada en España con Jack Reacher, ex policía militar, como protagonista. Con ella ha ganado el VIII Premio RBA de novela negra, un galardón que le viene como anillo al dedo: “Personal” cuenta una historia intrigante de manera sencilla, con los personajes bien definidos y ajustándose a los cánones del género. Tiene todos los ingredientes para venderse como churros.

Reacher es localizado en medio de su vida nómada, libre y hasta asilvestrada, por la CIA y el Departamento de Estado: necesitan los servicio del mejor. El problema es de talla internacional. Un francotirador ha disparado desde una distancia prodigiosa al presidente de Francia, que se ha salvado gracias a un cristal blindado. ¿Quién ha disparado? ¿Volverá a intentarlo en la cumbre del G8? Los candidatos para realizar semejante hazaña no son demasiados. Entre los sospechosos, un norteamericano llamado Kott que es un viejo conocido de Reacher: el ex investigador militar le metió en chirona, la friolera de dieciseis años, y ha salido cabreado y con ánimos de venganza.

Child se maneja con soltura en el hábitat que ha creado para este último Reacher. Bases militares secretas, reuniones en la cumbre, viajes en aviones privados a París y Londres, militares con faldas negras ajustadas como compañeras de correrías, francotiradores que rozan la perfección, cabezas rusas que explotan ante el impacto de un fusil del calibre 50… “Personal” es un thriller impecable, en su estructura, ritmo y desarrollo, que se lee con el liviano placer con que se saborea un sorbete de limón. Ligero y refrescante.

De cabrones y hombres (II)

En el último post comentamos la condena del juzgado número 5 de Madrid al supuesto periodista Carlos Dávila por llamar “cabrón” al juez Santiago Pedraz, ¿recuerda usted? Dávila deberá indemnizarle con 5.000 euros, tendrá que pagar una multa de 9.900 euros por delito de injurias y deberá hacerse cargo de las costas procesales. Normal: aunque seas periodista, que ya sabemos que es poco menos que ser dios, no puedes ir por el mundo llamando “cabrón” a un juez. Excepto, cuidado, si el juez se llama Baltasar Garzón

Federico Jiménez Losantos, otro de esos predicadores montaraces de la escuela de Dávila, dijo en sus programas de radio y sus columnas de prensa que el entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón era un “paleto”, un “botarate”, un “oportunista” y un “malcriado”. Losantos aseguró que cuando a Garzón se le pilla “con las manos en la pasta” pisotea el Código Penal, y que “intelectualmente es un botarate, políticamente un oportunista y socialmente una peonza”.

Acabamos de saber que el Tribunal Supremo considera que en tan hermosas palabras, y tan reflexivas descripciones, no hay ni menosprecio personal ni insultos. Y considera que debe prevalecer la libertad de expresión del locutor. Bueno es saberlo.

No lo olvide. Llamar “paleto”, “botarate”, “oportunista” y “malcriado” a un juez no es delito. Es libertad de expresión.

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Son las seis de la tarde. En la madrileña estación de Atocha, la policía detiene a un mantero. Hasta aquí todo normal, si no fuera porque los cuerpos de seguridad utilizan una contundencia incomprensible, digna de los GEO durante la captura del líder de un sangriento comando terrorista. Derriban al subsahariano, le aplastan la cara contra el suelo, le ponen la rodilla en los riñones y le atan las manos a la espalda. No es un criminal peligrosísimo, solo es un vendedor ambulante de gafas de marca falsas.

Los viajeros, que esperan la salida de su tren o acaban de llegar a la estación, increpan a los policías. “¿Por qué no detienen así a Bárcenas?”, dicen, visiblemente enfadados. Insultan a los policías, e insultan a unos  políticos a los que consideran responsables de la violencia empleada por los primeros.

¿Cómo se sentiría ese inmigrante, acosado, derribado y amarrado por varios policías? Como un animal acorralado. Quizá por eso me recuerda a las imágenes publicadas por el torero João Moura Jr en su página de Facebook. Imágenes que han causado gran indignación en Portugal, y en las que se puede ver a cuatro perros de presa atacando a una vaquilla en la finca del torero.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Manu

Autor: Manuel Jabois.

Editorial: Pepitas de calabaza.

Manuel Jabois es el mejor de los nuevos columnistas. Y con mucha diferencia. Así de sencillo. Sus textos, siempre interesantes, en muchas ocasiones espléndidos, se pueden leer en El Mundo, donde ocupan el hueco que ha dejado libre David Gistau. A la chita callando Pedro J, que puede ser lo que usted quiera a nivel moral pero no tiene ni un pelo de tonto, se ha hecho con los servicios de Jabois y Enric González, lo mejor del periodismo de opinión en estos momentos. Con permiso de Gregorio Morán, por supuesto…

“Manu” es un libro pequeño que cuenta una gran historia: la de cómo el inconsciente, inmaduro y borrachuzo Jabois llega a convertirse en padre. Con un sentido del humor encomiable, nuestro hombre siempre se ríe en primer lugar de sí mismo, invita al lector a sumergirse en todo el proceso reproductor: desde los instantes previos a la penetración hasta el momento en que le echan del hospital por roncar en la cama en la que deberían reposar madre e hijo. Un comienzo tronchante que advierte del tono del libro, las joviales reflexiones de un niño grande.

Un librito que se lee de un tirón, entre risas y sonrisas, y que advierte del enorme potencial de Jabois en distancias más largas que la columna. Un tipo con talento, y con un futuro espectacular.

Pinchar para leer las primeras páginas.

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En el más que probable caso de que, tras leer este “Manu”, el lector se quede con ganas de más Jabois, resulta muy recomendable el libro “Irse a Madrid”, una selección de columnas publicadas en el Diario de Pontevedra, en El Progreso y en su blog de la revista digital Frontera D.

tribuletes de pesebre

No es fácil reunir en un programa de televisión a tres periodistas inmundos de otras tantas generaciones. Veo7 lo ha conseguido sentando alrededor de una mesa a, ¡ojo al dato!, José María García (1944), Pedro J Ramírez (1952) y Eduardo Inda (1967). Cuentan los carpinteros de la televisión de Unidad Editorial que el peso de los egos, las vanidades y las soberbias era tal que se vieron obligados a reforzar las estructuras del plató. Afortunadamente, los tres protagonistas llegaron tan ligeros de pudor, ética y talento que no hubo que lamentar ni una sola grieta en el edificio. El programa se celebró con absoluta normalidad, siempre que el telespectador no fuera muy exigente con los controles de calidad, careciese de buen gusto y no tuviera alergia al polvo.

Tribuletes de pesebre, así llamaba el Butano a los periodistas que no eran de su cuerda. El que fuera estrella de la radio, hoy adicto a tanatorios y funerales, fue anoche invitado de lujo en “La vuelta al mundo”, esa copia tardía de “El gato al agua”. García, presentado como nuevo bufón de Veo7,  estuvo acompañado por un correveidile, Eduardo Inda, y un abrazafarolas, Pedro J Ramírez. Juntos recordaron al telespectador que el periodismo chusco, la palabrería y la hipocresía son atemporales. Y que los adjetivos y motes surgidos del ingenio de Supergarcía suenan hoy tan caducos como su manera interesada y superficial de informar. “El presentador (Carlos Cuesta) está siempre enfadado, y los otros tienen muy mala cara. Este programa seguro que lo ve la gente para reírse de ellos”, sentenció mi hija de diez años cuando se marchaba la cama.

Mientras ella se dormía plácidamente, yo escribía de mala gana. Cabreado no ya por las majaderías y las maledicencias escuchadas en la tertulia de Veo7, sino por las leídas en el periódico que financia esa cadena. “El tramposo de Garzón pone en peligro Gürtel”, titulaba El Mundo su editorial de ayer. Un texto que incluía lindezas como esta: “Ya hemos insistido en muchas ocasiones en que el común denominador en toda la carrera de Baltasar Garzón ha sido su absoluto desprecio por la ley para conseguir los fines que él buscaba”.

Baltasar Garzón es un juez que cae muy bien a unos y muy mal a otros. Cae bien, por poner algún ejemplo, a las madres y abuelas de la Plaza de Mayo, a quienes luchan contra el terrorismo o a aquellos que piden justicia con los crímenes del franquismo. Y cae mal, por poner otros ejemplos, a Pedro J Ramírez, a los ideólogos de Intereconomía y a narcotraficantes, etarras y miembros de la trama Gürtel. Usted elige el bando. Valorado internacionalmente y despreciado por la caverna ibérica, para mucha gente Garzón es un delincuente. Para otros, un héroe. Esto último resulta insoportable para aquellos que han construido su vida, y sus éxitos profesionales, sobre la ausencia de principios y de ética, valores fundamentales de los héroes.

¿Son ilegales las escuchas telefónicas encargadas por Garzón? ¿Dictó el juez de forma consciente resoluciones injustas? Interpretar el Código Penal es muy complicado, sobre todo si no eres un experto y desconoces en su totalidad los contenidos del sumario. Juzgar a una persona, sin embargo, resulta sencillísimo: “Es un vanidoso, un ególatra, se mola, se encanta, está por encima de todo… pero lo que es trabajar…”, aseguran en Intereconomía. Es imposible decir si Garzón prevaricó o cobró irregularmente por unos cursos impartidos en Nueva York. Pero es seguro que con Garzón desactivado (inhabilitado) la justicia española será  menos creíble, menos útil, más injusta.

Telemadrid, a la caza de Garzón

Telemadrid, la televisión pública de Esperanza Aguirre, sigue dando clases de periodismo. Éste es un breve ejemplo de cómo informar sin informar: Garzón de vacaciones con pañuelo en la cabeza, Garzón tropezando, Garzón juzgado por Gómez de Liaño…pero ni una imagen de la concentración en apoyo a Garzón ante la Audiencia Nacional. “El juez Baltasar Garzón se va a sentar en el banquillo de los acusados. Muchos decimos que ya era hora”, asegura un Hermann Tertsch que para decir estas cosas sí llega a tiempo a los informativos.

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