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El lado oscuro de La Sexta

Florentino Fernández da paso a la sección “Lomana, te necesito” al grito de “¡Vuelve a este plató el glamour!”. Una señora muy mayor y descuidada, vestida con un chándal azul, muestra su dentadura mellada mientras ríe como una loca en el programa de La Sexta “Así nos va”. Grabada en la calle, la mujer pide a Carmen Lomana, coleccionista de alta costura y estrella de la televisión pija, consejo sobre cómo presentarse a una entrevista de trabajo. “¿Puedo ir asín vestida? ¿Y si digo que he estudiado en Harvard? Y si me preguntan por el ingles qué digo, ¿depiladas?”, dice la pobre mujer antes de que la presentadora, una joven guapísima y rubísima, haga la gracia de meterle el dedo índice en el hueco de la dentadura (en una imagen fija).

“Si es para barrer las calles o para limpiar pues va muy bien, pero si es para secretaria en una oficina… lo primero que debería hacer es arreglarse los piños. Eso para empezar”, le aconseja Lomana. Sus compañeros de mesa se tronchan de risa. La señora sigue pidiendo consejo, sin duda guionizado, para regocijo de tan elegantes y guapos presentadores: “Llevo 50 años con mi marido de matrimonio y no me hace ni puto caso. ¿Cómo puedo enamorarlo otra vez? ¿Me pongo un par de tetas? Porque ya las tengo como la mojama”, dice la señora. Y le da un ataque espantoso de tos seca. Lo emiten completo, para delirio de los presentadores. “¡Qué divertido!”, asegura Lomana. “¿Me puedes poner la tos del final? Solo la tos”, le pide Flo al realizador. Y se descojonan viendo a la pobre mujer echar los higadillos. “No fuma, esta mujer no fuma, que la conocemos que es vecina nuestra”, ironiza el presentador. “¿Consejo? Si va a ligar, que no tosa”, sentencia Lomana.

Este sórdido espectáculo tiene lugar en la sobremesa de La Sexta, la televisión que presume de progresista. Lamentablemente, no basta con alardear de periodismo comprometido, con auto nombrarse abanderados de la lucha por la independencia, la transparencia, la democracia y las libertades en televisión. ¿Quiénes creen que son? ¿Acaso Flo forma parte de la élite intelectual del país? ¿Ylos propietarios de la cadena? ¿Es Lara un ejemplo de elegancia, clase y glamour?

Con programas como éste, de humor rancio y conservador, facha, La Sexta asoma la patita. Se burla de desfavorecidos y marginales, humilla a perdedores, y hace caja con las miserias de aquellos que no pueden defenderse. Un auténtico asco de televisión.

Así nos va

Una vez más, el programa de siempre. Ese espacio comodín que algunos creativos de televisión tienen en un cajón y, periódicamente, desempolvan y sacan a la luz creyendo que el telespectador es imbécil. Un programa generalmente de sobremesa, la mayoría de las veces para todos los públicos, supuestamente de humor, que mira de reojo a la tele más cutre: ¡quiere ser cool, pero también quiere la audiencia del corazón! Bárcenas y Pipi Estrada, caso Nóos y Bisbal. El programa que resucitan de cuando en cuando, en un alarde de mediocridad creativa, es el mismo de siempre, pero después de haberle cambiado el nombre, los presentadores, los guionistas y el plató. Un concepto de entretenimiento absolutamente pasado y coñazo basado en la aceleración desbocada, un puñado de chistes patéticos, penosos juegos de palabras, un griterío constante, colaboradores de dudosa gracia y el viejo y barato recurso del zapping.

“Alguien tenía que decirlo”, “Qué me dices”, “Sé lo que hicisteis”, “Tonterías las justas”, “Otra movida” o “El Informal” son los nombres bajo los que ha resucitado en diferentes ocasiones este programa estándar. Ayer La Sexta estrenó “Así nos va”, última versión de todo un clásico de la televisión amojamada. Con Florentino Fernández y Anna Simón al frente, y decenas de personajes de dudoso talento circulando a toda velocidad por un plató de cartón. Alguien debería advertir a los cerebros de la tele que velocidad no es sinónimo de ritmo: con diez minutos de “Así nos va” el telespectador, en pleno proceso digestivo, está tan aturdido como si le hubiese pasado por encima una manada de búfalos.

“Así nos va” ofrece la enésima lectura pretendidamente mordaz y cachonda de la actualidad. Zapping en todas su formas y modalidades, en secciones tan obvias como “Mejores momentos de la historia de la televisión” o “Señora, ¡señora!”, esta última con vídeos de disfunción eréctil en “Las mañanas de La 1” de TVE, e informaciones erróneas sobre el asteroide o sobre la ola de frío. También reproducen el ya clásico cruce de vídeos de “El Intermedio”, en este caso alternando una rueda de prensa de Sergio Ramos con la ceremonia de los Goya. Y ofrecen la gesta de dos reporteros, supuestamente infiltrados en la gala de los premios del cine español, que como mayor irreverencia colocan un chicle en el micro del escenario. ¿Tronchante, verdad?

Pues no se pierda la montaña de colaboradores nuevos e irrelevantes. “Lo que tú creas me toca las setas”, dice una chica muy fina, que remata su faena afirmando que Urdangarín “está más salido que el pitorro de un botijo”. Ingeniosa al tiempo que descarada, ¿no es cierto?

Rapiña de otras teles, ritmo desquiciado, cámara oculta, colaboradores de quita y pon… Y un guión impresentable construido tejiendo los chascarrillos más evidentes de la actualidad más trillada. El mismo viejo y agotado programa de siempre.

Lo único digno es Florentino, un presentador que a estas alturas de su carrera sin duda merece un programa más original, apropiado y decoroso.

 

Un motivo para NO ver la televisión

The Mavericks

CD: In Time.

La banda de Raúl Malo regresa, diez años después de su último disco de estudio, con este “In Time”, una colección de diez canciones que recuperan el espíritu primitivo de la banda formada en Miami. Es decir, algo de Americana, una pizca de raíces latinas, quizá country progresivo… y cinco músicos formidables que se lucen en una producción inmaculada.

La idea de reunirnos y hacer este disco es un testimonio de la fe, el destino y el azar. Los tres han sido esenciales para hacer In Time”, ha dicho el líder de la banda, un Raul Malo cuya voz recuerda en ocasiones al mismísimo Tom Jones. Comerciales, de acuerdo, pero con una base sólida y un poderío instrumental y vocal fuera de toda sospecha. Y algunas grandes canciones. Interesantes.