Hoy no voy a hablarle de televisión, y eso que el mundo de la pequeña pantalla se encuentra especialmente caliente. Fíjese… El País abre su sección dedicada a pantallas con un reportaje a cuatro columnas sobre Edurne, la cantante que representará a España en Eurovisión: “Intentará ser Massiel”, titula el diario madrileño su emocionante crónica. En “Gran Hermano VIP” (Telecinco) el dúo Los Chunguitos hace las delicias de telespectadores y directivos de la cadena: tras llamar “mono” a un negro ahora dicen que “prefieren tener un hijo deforme o enfermo a maricón”. En Cuatro no quieren ser menos, y alimentan su programa estrella “¿Quién quiere casarse con mi hijo?” con una selección de ejemplares humanoides francamente fascinante: La perra racista, la ‘Miss World’ de Alhaurín, la judoka loca, la virgen fan de ’50 sombras de Grey’, el artista sanguinario… “Me gustan las mujeres, tipo que estén operadas y que parezcan travestis, pero que no lo sean. Un putón… pero un putón que sea familiar”, reclama uno de los concursantes.
Minucias. Todos estos freaks, y los sucesos más o menos extravagantes que les encumbran, son peccata minuta si los comparamos con el personaje del día: el rey Juan Carlos. Y es que el Tribunal Supremo acaba de admitir una demanda de paternidad presentada en su contra. El inviolable ha dejado de serlo, dinamitando el mundo del corazón, del hígado y hasta del páncreas. Y es que ¿A quién le importa la opinión de Los Chunguitos sobre los homosexuales cuando tenemos entre nosotros a un macho ibérico de leyenda?
El reality de moda se ha rodado en palacios, pensiones y burdeles. “Ha tenido alrededor de 1.500 amantes”, asegura Pilar Eyre, la periodista que acaba de coronarse finalista de la última edición del Planeta. El diario británico Daily Mail ha llegado a decir que Juan Carlos es un “seductor profesional”, “libidinoso” y “mujeriego”. “¿Seguro que lo que tiene el rey Juan Carlos de titanio es la cadera?”, se preguntaba Wyoming en El Intermedio (La Sexta). Volvamos a Los Chunguitos, referencia intelectual en la España de nuestros días: ¡Cómo estará disfrutando la pareja de machotes con las hazañas de esa máquina sexual que fue su rey!
Ya estoy viendo las portadas de los diarios conservadores, y las pancartas en las puertas del supremo: “Je Suis Juan Carlos”. ¡Ya os gustaría, ladrones! Solidaridad con el ex inviolable. Un ser superior, superdotado para el amor. Un hombre de la cabeza a los pies al que solo otro sex simbol puede hacer sombra en el día de hoy: Kiko Rivera, que está a punto de entrar en la casa de “Gran Hermano VIP”.
Ante estos dos acontecimientos el Gobierno de Mariano Rajoy, siempre atento a cualquier revolución entre el populacho, pretende que “la alteración de la paz social” sea considerada terrorismo. Para que todo esto no se nos escape de las manos.
P.D.
El periodismo deportivo, tan serio como innovador, propone nuevos y fascinantes métodos de investigación…
Un motivo para NO ver la televisión
Willie Nile.
CD: If I Was a River.
Willie Nile, uno de los últimos grandes rockers, ha grabado su décimo disco sentado al piano. Bien es verdad que no es un piano normal: es el mismo Steinway que tocaba la noche en que murió John Lennon. Y es que el 8 de diciembre de 1980 el bueno de Willie se encontraba en los legendarios estudios Record Plant de Nueva York grabando uno de sus discos. Estaba en el local A, mientras que John y Yoko estaba en el C.
Sin sacar de la funda la guitarra, no ya la Stratocaster, ni siquiera la Gibson J-200, Willie Nile ha grabado uno de los mejores discos de su carrera. “If I Was a River” es una grandiosa colección de baladas, interpretadas con esa emoción sincera y nada impostada que caracteriza al cantante y compositor de Buffalo. El piano reina, acompañado por algunas cuerdas que ayudan a crear el ambiente íntimo que necesita Nile para contar sus historias. Porque Willie Nile es, sobre todas las cosas, un músico que cuenta historias. En esta ocasión, bellísimas.