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Machista

Nada más terminar el debate televisivo con Elena Valenciano, cuando aún no se habían enfriado los focos del plató, el Arias Cañete moderado que pretende ganar el próximo domingo abrió su pantagruélica boca y dejó hablar al verdadero Arias Cañete, el devorador de ideas, embutidos y señoritas: “El debate entre un hombre y una mujer es muy complicado, porque si haces un abuso de superioridad intelectual, o lo que sea, parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa”. Normal. Tras la tensión que se acumula durante la preparación de estos cara a cara, y la intensidad del enfrentamiento, hasta el más curtido de los políticos-actores tiende a relajarse, a olvidar las consignas prefabricadas, a mostrarse como en realidad es. Arias Cañete es un machista. Y como tal ha quedado para la historia. ¿Su ruina política? Para nada. Recuerde que estamos en España.

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Lejos de retirarse de la política, y mudarse como eremita a alguna cueva en un desierto lejano, Arias Cañete sigue activo, sumergido en plena campaña electoral. Incluso ha vuelto a hablar, lógicamente para decir otra descomunal sandez: “El PSOE está instalado en la izquierda radical”, asegura en la portada de La Razón.

Sería un despropósito pensar que Arias Cañete no pudiera ganar las elecciones europeas solo por ser machista. O por decir estupideces cuando se relaja y piensa en voz alta. O porque da la sensación de que cada vez que abre la boca se dispone a regurgitar un potaje de Cádiz para seis personas, con su pringá y todo. Estamos en España, país tolerante y permisivo en el que, por ejemplo, puedes gobernar después de todo el mundo sepa que has pagado las obras de tu sede con dinero negro. Cañete es solo uno de ellos. Tiene un gran futuro por delante.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Las oscuras manos del olvido.

Autores: Cava & Segui.

Editorial: Norma.

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“Las oscuras manos del olvido” es un cómic sobre ETA y sobre la palabra dada por un delincuente. No son muy habituales las historietas sobre la banda terrorista vasca, así que solo por eso el libro que tenemos entre manos resulta interesante. Si le añadimos un guión sólido, comprometido, bien trenzado y creíble, y unos dibujos maravillosos, tenemos esta pequeña obra maestra del thriller gráfico.

Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí, autores de la serie “Hágase el caos”, atrapan en un solo volumen al lector más exigente con una narración de una intensidad emocional brutal. “La historia” asegura Hernández Cava “es un homenaje  a las víctimas del terrorismo, más allá de que tenga una intriga policíaca de por medio y un personaje protagonista con sus propios conflictos personales. Hemos concebido el argumento como un Via Crucis que este personaje realiza acompañando a las víctimas en las sucesivas paradas”.

“Posiblemente sea un libro incómodo para todos menos para las víctimas, al menos eso esperamos. Para el resto de los factores implicados creo que es un cómic muy poco complaciente, porque trata el fenómeno de los terroristas y los políticos de uno y otro signo. Los que piensan que el terrorismo de estado es la vía para terminar esto o los que apuestan porlas negociaciones encubiertas y opacas. Unos y otros se van a ver señalados”, afirma un Cava que tiene claro el futuro del conflicto: “No sabemos cómo va a terminar el tema de ETA, pero reconozco que el mensaje del cómic es desesperanzador porque pensamos que para que los poderes políticos cierren toda esta historia a su conveniencia van a sacrificar a las víctimas, a las que no les quedará otro lugar, como siempre ocurre, que el rincón del olvido”.

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Ñam Ñam

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La sangría

Ya iba siendo hora. De que la Marca España fuese una realidad tangible. La Unión Europea ha reconocido a la sangría como un producto única y exclusivamente ibérico: a partir de ahora solo se podrá llamar de esa manera, sangría, a la bebida refrescante que haya sido producida en España y Portugal. Es decir, que cuando en Roma, en Dallas o en Quito le ofrezcan vino de tetra brik con gaseosa de marca blanca, azúcar y rodajas de limón, y a usted le sepa igual de repugnante que cuando se lo toma en la Plaza Mayor de Madrid, le estarán dando gato por liebre. La denominación “sangría” garantiza que solo se podrá producir ese brebaje infecto, vinazo con gaseosa y cachos de fruta, dentro de las fronteras peninsulares.

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Sí, estamos hablando de la sangría, ese potingue empalagoso con que los turistas de medio pelo consiguen trajinarse las paellas de franquicia que les ofrecen los baretos del centro de las grandes ciudades españolas. Nuestra sangría ya está compitiendo, gracias a los esfuerzos del Gobierno de Mariano Rajoy, en la misma liga que el whisky de Malta, el coñac francés o el ron dominicano.

No es el único caso de un producto ibérico convertido en bandera por nuestros grandiosos políticos. Ahí tienen el jamón. El bueno, el de bellota. El ministro Arias Cañete, tan permisivo con la fecha de caducidad de los yogures, nos ha proporcionado a los ciudadanos españoles aquello que realmente necesitábamos: un modo fiable de identificar el verdadero jamón ibérico. Cuatro denominaciones con sus correspondientes precintos de otros tantos colores: Negro para los bellota 100% ibéricos; rojo para los bellota ibéricos; verde para los de cebo de campo ibéricos; blanco para los de cebo ibéricos.

Por fin una solución para los ciudadanos, habitualmente en graves dificultades a la hora de  distinguir el verdadero jamón, el de bellota 100% ibérico, de aquellos otros vulgares de campo ibéricos, o incluso de aquellos claramente inferiores de cebo ibéricos. Una papeleta la que teníamos, solucionada con unos simples brazaletes creados para alegría y grandeza de la Marca España.

“Los arboles no nos dejan ver el bosque”, dijo ayer mismo Carlos Espinosa de los Monteros, flamante Alto Comisionado para la Marca España. Árboles, bosques, maderas… estacas. ¿Recuerda que hace unos días hablábamos de la muerte violenta, a estacazos, de un anciano en una residencia de Toledo? La España profunda. Pues ayer mismo un hombre mató en Lugo a su esposa y a su suegra. A estacazos.

Sangría, la auténtica Marca España.

Roto

Un motivo para NO ver la televisión

Los surcos del azar.

Autor: Paco Roca.

Editorial: Astiberri.

Los surcos

Estamos ante un cómic, si usted prefiere una novela gráfica, realmente excepcional. Por la interesante historia que cuenta y por lo brillante de la forma en que se narra. Paco Roca, dibujante de reconocido prestigio, uno de los pilares de la historieta en España, elige un episodio histórico fascinante: la importancia de los republicanos españoles exiliados en la lucha contra los nazis.

“Un amigo historiador está buscando desde hace años a un antiguo combatiente. Según le contaron unos veteranos anarquistas miembros de la resistencia parisina. Ese combatiente se llama Miguel Ruiz y vive por esta zona. Por edad tan solo puede ser uno”, dice Paco, el joven que está escribiendo un libro sobre los exiliados españoles que lucharon en la II Guerra Mundial, a un anciano sentado en un sillón. Dibujos color sepia. “Si es usted Miguel Ruiz salió de España tras la guerra en el Stanbrook, junto a Granell y Moreno, ¿no?”. Miguel Ruiz asiente: “No tengo mucho que contar”.

Pero Miguel Ruiz tiene mucho, muchísimo que contar. Y lo cuenta. Y el joven escritor escucha. Y Paco Roca nos lo traslada todo en 320 páginas inolvidables, donde el color del conflicto bélico se cruza con el gris de los momentos actuales. Tanques, miedo, soldados, valor, miseria, muerte… Hazañas bélicas, sin duda, pero sobre todo humanas, de resistencia, de solidaridad, de nostalgia y sacrificio. Una gozada. El placer de la memoria.

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Fecha de caducidad

El Gobierno Griego ha autorizado a los supermercados a abrir una sección donde, por precios más ajustados, los clientes pueden adquirir productos cuya fecha de consumo preferente ha expirado. Alimentos caducados, para que usted me entienda. Han tomado esta medida ante el empobrecimiento de la población debido a la crisis. El responsable de Consumo de tan ingenioso y resolutivo Gobierno asegura que no hay nada que temer, puesto que “no significa que esos productos no estén buenos o sean peligrosos”. Solo significa que se deberían haber consumido “preferentemente” antes de esa fecha.

Si usted creía que en la Comunidad Europea no había ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, visite un supermercado griego. En la meca del yogur cremoso usted encontrará dos expositores, uno para la gente de bien y otro para perdedores. En este último encontrará a los parados y desahuciados que antes rebuscaban en los contenedores de basura de ese mismo super, ahora vacíos. Y verá en esos mismos expositores, quién sabe si ya sin refrigeración, los yogures viejunos que antes terminaban sus días en residencias de ancianos y centros de menores, los grandes perdedores en este birlibirloque de las fechas de caducidad.

Arias Cañete, un político visionario además de un gourmet, ya advirtió de las bondades del consumo de este tipo de delicatessen. España, la patria de El Bulli, no puede quedar al margen del progreso gastronómico: Mariano Rajoy tiene que permitir la venta de productos caducados ya mismo. Soy plenamente consciente de que el país va como un tiro y está saliendo con paso firme de la crisis, la friolera de 31 parados menos en el mes de agosto así lo atestigua, pero no podemos perder la ocasión de apuntarnos a este tren ganador. Sobre todo porque en España, reconozcámoslo, jamás hemos sido muy exigentes con las fechas de caducidad. No nos pongamos ahora exquisitos… Si no me cree tenía que haber visto anoche en “El Hormiguero” (Antena 3), el programa más divertido, chispeante y cool de la parrrilla, a Pablo Motos jugueteando con Raphael, el invitado estrella del programa.

En España llevamos décadas consumiendo productos caducados. Somos el país de la monarquía prestamista, del Gallardón anti abortista, de las corridas de toros, de José Bono, del Valle de los Caídos, de Ana Rosa Quintana y de Rouco Varela, de los piropos (“Chúpamela, chocho”, le dijo ayer delante de mis narices un camarero a una chica que pasaba por la calle), de Rita Barberá y las procesiones de Semana Santa, del bombero torero y los enanitos rejoneadores, de los entresijos y los zarajos, del ABC y de Jorge Javier Vázquez, del día del desfile de las Fuerzas Armadas y del conflicto de Gibraltar, de Jaime Peñafiel y de las tradiciones, de El Gato al Agua y de Telecinco, del Consejo del Poder Judicial y del toro de Tordesillas, de la primera edición del Telediario y del sol y sombra, del Tribunal de Cuentas, de Francisco Marhuenda, de las caras de Bélmez

Los españoles estamos inmunizados contra los productos no ya caducados, sino directamente podridos, de puro viejo, desfasado y rancio. Forman parte central de nuestra dieta, son la base de nuestra alimentación. Viene siendo así desde la Transición. Por eso la medida griega de permitir a los supermercados la venta de productos caducados solo podemos entenderla como una ingeniosa técnica de provocación al consumo. Y es que los fabricantes de deseos, ya sabe, la industria de la publicidad, no sabe cómo sorprendernos…

Un motivo para NO ver la televisión

Acabo de ver “Mud”, una gran película sobre el amor. El primer amor y el último amor. Sobre la iniciación al amor, sobre los bofetones que reciben los amantes y sobre la injusticia del desamor. Amor luminoso de padre y madre, amor desesperado de amante, amor de compañero y amigo, amor de verdad y de mentira, y hasta de serpiente mocasín. Tiene lugar en la Arkansas profunda, en pleno río Mississippi, el viejo y pobre sur, pero es bien conocido que el amor no tiene fronteras… Una historia emocionante, una película grandiosa.