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Liderazgo

“Soy bastante modesto, no quiero decirle a la gente que soy su líder”. Pol Pot.

La revista del bienestar que, plagada de publicidad, regala el diario progresista, se abre con un editorial firmado por un “experto en liderazgo”. El texto, a medio camino entre el libro de autoayuda, el monólogo del psicólogo argentino y la homilía del vidente televisivo, habla de “estados de la mente”, “neurociencia afectiva” y la “reinvención de nuestros cerebros”: “No bajes tus sueños a la altura de tus capacidades aparentes, al contrario, deja que tus capacidades suban a la altura de tus sueños”, advierte el experto en liderazgo. ¿Usted no acaba de entenderlo? No se preocupe, le pondré un ejemplo… Ana Mato, seguramente la política más incompetente de la historia reciente, podría haberse hundido tras su estrepitoso fracaso al frente del ministerio de Sanidad. Pero lejos de asumir la derrota y desaparecer, tierra trágame, ha levantado la cabeza, ha sacado pecho y ha dejado “que sus capacidades suban a la altura de sus sueños”: acaba de ser designada por su partido vicepresidenta de la Comisión de Cooperación, nombramiento por el que recibirá un aumento en su nómina de diputada de 1046,48 euros mensuales.

El_Roto_L_der

El liderazgo es un estado económico, no lo olvide. Líder fue Ernest Shackleton, heróico explorador polar que suelen utilizar como ejemplo los vendedores de motivación. Pero eso fue hace mucho tiempo, cuando los ciudadanos admirables y envidiados eran aquellos que contribuían a ampliar los conocimientos de la humanidad. Hoy envidiamos a la gente por su coche, su reloj o su bronceado. Y pasa lo que pasa: que llamamos a Esperanza Aguirre la lideresa. Que Pedro Sánchez cree que es el líder de la izquierda. Y que líderes estimados y respetados han sido Rodrigo Rato, Gerardo Díaz Ferrán o Jordi Pujol.

En nuestra sociedad, un experto en liderazgo equivale a un vendedor ambulante de crecepelo del Far West. Las paparruchadas que antes viajaban en una renqueante carreta arrastrada por una mula, ahora lo hacen en los asientos de cuero de un Audi 6. Porque liderazgo es sinónimo de éxito. Y éxito lo es de dinero.

Ni dios, ni patria, ni rey… ni líder. No necesitamos cabecillas, caudillos, amos… Necesitamos educación, cultura y espíritu crítico. Necesitamos nuestras propias ideas. “No esperen a los líderes, háganlo ustedes mismos, persona a persona”, dijo Teresa de Calcuta.

Un motivo para NO ver la televisión

Una infancia

Autor: Harry Crews.

Editorial: Acuarela & A. Machado.

PORTADA FINAL UNA INFANCIA

Subtitulado “Biografía de un lugar”, este libro habla no sólo de la infancia de un escritor muy especial, autor de libros sobre desheredados y desubicados. También describe la Norteamérica de la depresión, de la pobreza y la desesperanza, de la soledad y el vagabundeo. “La biografía de una infancia que, forzosamente, ha de ser la biografía de un lugar, de un estilo de vida que ha desaparecido para siempre”.

Harry Crews es un escritor del lado salvaje absolutamente coherente con su obra. Es decir, que escribió como vivió. Apuntándose a la sien con una pistola, bebiendo como un camello, drogándose como una mula y luchando con los marines en Corea. Puro Southern Gothic. Sus libros son un catálogo de perdedores, y su biografía muestra el camino recorrido por el autor para llegar al borde del precipicio. “El mundo en que se movía la gente de la que procedo tenía tan poco margen de error, tan poco margen para la mala suerte, que cuando algo iba mal casi siempre acababa ocurriendo algo que lo empeoraba aún más. Se trataba de un mundo en el que la supervivencia dependía del valor, de un coraje crudo nacido de la desesperación y mantenido por la ausencia de alternativas”.

Esta es la historia triste de un chico rodeado de penurias, soledad y tristeza que, mientras ojea un catálogo de Sears, piensa que aquellos que le rodean son bien distintos de la perfección que muestra el papel y la publicidad: “A casi todas las personas a las que yo conocía les faltaba algo: un dedo cortado o aplastado, una oreja medio comida, un ojo nublado por la ceguera a causa de una grapa que sobresalía en una cerca… Y si no les falta algo lucían cicatrices dejadas por alambre de espino, cuchillos o anzuelos”.

Una biografía dura y triste, absolutamente imprescindible para aquellos que adoramos a ese maravilloso perdedor llamado Harry Crews.