TVE retransmitió en directo, por la primera cadena, Canal 24h, Canal Internacional y RTVE.es, el primer homenaje del día a las víctimas del 11-M en el décimo aniversario de los atentados: un funeral de Estado… católico, presidido por los Reyes, y con la presencia de buena parte del Gobierno. Sí, una ceremonia religiosa, católica, en un país aconfesional. “También tenían otros credos y otras confesiones algunas de las víctimas”, reconoció el comentarista durante la eucaristía. Imágenes para la historia de los representantes de las diferentes asociaciones de víctimas en primera fila, de un Rajoy más apagado que nunca, que ya es decir, y de decenas de sacerdotes y símbolos religiosos. Cristos crucificados, vírgenes, velas, canciones sobre la sangre, el día final, la resurrección, la vida eterna… Todos los elementos necesarios para crear una decoración rancia, un ambiente lúgubre.
La imagen que no puedo quitarme de la cabeza es la de Rouco Varela cantando, como un marinero borracho en la taberna de un puerto olvidado, el día de su despedida al frente del episcopado. “Santa Marííííía de la Almudeeeeena, reina del cieeeeeelo, madre de amooooor”. El cardenal-arzobispo de Madrid dijo adiós a las 150 autoridades congregadas desafinando, con una homilía con cierto tufo conspirativo-abortivo: “estaban dispuestos a matar inocentes a fin de conseguir oscuros objetivos de poder, porque hay individuos y grupos sin escrúpulo alguno, que desprecian el valor de la vida humana y su carácter inviolable, subordinándolo a la obtención de sus intereses económicos, sociales y políticos”. Le escuchaba atentamente la crème del Gobierno: Santamaría, Gallardón y una Cospedal que acababa de hacer las siguientes declaraciones: “Ha habido una sentencia, pero con todo y con eso… toda la luz que se pueda arrojar sobre este acontecimiento será bienvenida”. ¿Impresentable? Pues espere a escuchar lo que había dicho unas horas antes Ignacio González, el del ático, sin inmutarse: “Lo importante es saber quién hizo aquel atentado tan salvaje”.
Quitemos hierro al asunto. Rouco Varela tiene que ir a “La Voz” sí o sí. Jubilado desde hoy mismo en la Conferencia Episcopal, y por tanto con mucho tiempo libre, el cardenal-arzobispo debe mejorar su puesta en escena vocal. No se puede ir por el mundo ofreciendo misas multitudinarias si cantas como un gato con los testículos atrapados en un cepo.
Cantar mejor es comunicar mejor. Según ha informado Le Monde, el presidente francés Francoise Hollande ha contratado para escribir sus discursos a Pierre-Yves Bocquet, un experto en gangsta rap más conocido como Pierre Evil. Es decir, que se dirigirá a los ciudadanos al ritmo de uno de los grandes expertos franceses en rap.
Ya estoy viendo a Rouco Varela ensayando con Melendi, Bisbal y compañía. Aunque creo que lo que de verdad le gustaría es ser jurado de “La Voz Kids”. A Rajoy sin embargo le veo más con el Koala como couch.
Un motivo para NO ver la televisión
Mi amigo Dahmer.
Autor: Derf Backderf.
Editorial: Astiberri.
Poco después de ver el famoso vídeo de la agresión de una adolescente a otra, y comentarlo en este blog, comencé a leer “Mi amigo Dahmer”, una novela gráfica que cuenta una historia real: la de un joven marginado por sus compañeros que acaba convirtiéndose en un asesino en serie. Ni más ni menos que en “El carnicero de Milwaukee”.
Son historias diferentes que se desarrollan en un mismo ambiente, los años de instituto, y que tienen algunos puntos en común: los malos tratos, la marginalidad, el rechazo al diferente, la violencia… Los compañeros de clase de Dahmer, un jóven introvertido y poco sociable, el típico rarito, se burlan, le utilizan, le condenan a la soledad. Y él se da a la bebida. Y a determinadas costumbres asociales.
El dibujante Derf Backderf, compañero de Instituto de Dahmer, narra la historia de unos años fundamentales en sus vidas, y lo hace tras una larga e intensa investigación. Recuerda muchos detalles sobre su relación con Dahmer, pero considera necesario entrevistarse con profesores y antiguos compañeros. El resultado es un gran reportaje gráfico, maravillosos dibujos que recuerdan el mejor underground USA, un espectacular ritmo narrativo, y una manera de describir el mundo adolescente de los setenta en Estados Unidos muy precisa. Una época mucho más claustrofóbica y aterradora de lo que podíamos imaginar.
“Mi amigo Dahmer” es una pequeña obra maestra de la novela negra, de la novela gráfica, de la literatura sobre asesinos en serie, del cómic moderno.