Que se joda

El tertuliano de ABC, vocecilla aflautada y aires de grandeza, dice en el debate de La Sexta que la confirmación por parte del Supremo de la condena a Carlos Fabra a cuatro años de cárcel por delitos fiscales, demuestra el compromiso del Partido Popular en la lucha contra la corrupción. Es decir, que la gran noticia, aquello por lo que debemos sentirnos orgullosos los españoles, es que a los delincuentes se les castiga. Incluso si son políticos. ¿No es como para sentirse felices de lo bien que funciona el sistema? Olvide los ordenadores destruidos por el partido que gobierna en su sede, reformada con dinero negro, y piense en todos aquellos mangantes que, con cuentagotas, van cayendo tras años de filigranas jurídicas. ¡Viva la democracia! ¡Fuera los telepredicadores con coleta!

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Fabra, ex presidente del Partido Popular de Castellón y de la diputación provincial, huele a carne de chirona desde tiempos inmemoriales. Apesta. Y que tenga que entrar en la cárcel no debería sorprendernos. Lo que debería hacerlo es que haya tardado tanto, que no lleve años a la sombra, que la justicia sea tan lenta, que sea tan sencillo ponerle palos en las ruedas. Lo que debería sorprendernos es la opinión de Mariano Rajoy: “Fabra es un ciudadano y un político ejemplar para el PP”.

¿Debería explicar Rajoy estas declaraciones a día de hoy, con su ciudadano y político ejemplar condenado a cuatro años de cárcel? No. A Rajoy se le acumula la faena: tuvo frases parecidas para Bárcenas (“Nadie podrá probar que no es inocente”), para Matas (“Vamos a intentar hacer en España lo que Jaume hizo en Baleares”)… Si analizase cada caso, es decir, si explicase su sentido de la ejemplaridad, no tendría tiempo para gobernar. Y menos ahora, que el Tour está en lo mejor de los Pirineos.

“El tio va de rollo mafia. Hasta que no le vea entrar en la cárcel no me lo creeré”, dice del político que tuvo el poder absoluto en la región un vecino de Castellón, en Cuatro. ¿Indulto? Esperemos que no. Parece que se ha roto la buena racha de este cacique, que la fortuna le ha dado la espalda, que entrará en chirona. A sus 68 años el hombre que preguntaba a su nietos “¿te gusta el aeropuerto del abuelo?”, pese a no tener aviones y haber sido construido con dinero público, deberá cambiar el discurso. Uno más realista, “¿Te gusta la cárcel del abuelo?”, es lo que tendrá que decir a partir de ahora a los pequeños mientras acaricia el cristal blindado que le separa de sus cabecitas.

Abríamos el post con la cita de un tertuliano basura, y lo cerramos con otro. Alfonso Rojo advierte a su compañero Eduardo Inda sobre lo que le puede pasar si la denuncia de Pablo Iglesias le lleva a la trena: “Te ponen el culo como un bebedero de patos”. Como diría la hija del propio Fabra… ¡Que se joda!

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A capilla

Tras una semana movidita, con misas, vigilias y protestas de diferente índole, el Arzobispado de Madrid ha dado su brazo incorrupto a torcer y ha aceptado trasladar el chiringuito de que disponía en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense. El acuerdo no ha sido sencillo: el Arzobispado se negó a aceptar la primera ubicación ofrecida por la Facultad, un aula sin ventanas de la planta baja. Quizá el hombre del espacio, como llaman en Mongolia al líder espiritual cristiano, necesite la luz del sol o salida directa a la calle.

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La capilla estará ahora en un aula alargada con un ventanal en el primer piso de la facultad. ¿Y qué pinta una capilla en una universidad? se preguntará el lector más inquieto. Pues si le digo la verdad, no tengo ni idea. La religión y la educación me parecen extremos opuestos. Por un lado, creer, incluso en las cosas más inverosímiles, sin prueba alguna. Pura cuestión de fé. Por otro, transmitir conocimientos adquiridos tras años de estudios e investigaciones. Pura ciencia. Seguramente por eso los que pensamos que la religión no tiene sitio en las escuelas, creemos que la única capilla que debería haber en la universidad es la del amor. Ya sabe usted, las Dixie Cups, aquel trío prodigioso de Nueva Orleans que en los 60 triunfó con esta delicia escrita por Phil Spector, Jeff Barry y Ellie Greenwich para las Ronettes

El gran Pepe Cervera, un biólogo/paleontólogo/periodista que da clases en la Universidad Juan Carlos I y que comunica como los ángeles, cree que lo que diferencia a las personas que se dedican a la religión y a la ciencia es la disposición a cambiar de opinión: “Las verdades de la religión son universales y eternas. Y sin embargo las explicaciones científicas, lo que podríamos llamar las doctrinas de la ciencia, cambian con el tiempo. Esto, más que ninguna otra cosa, separa a las religiones del mundo del conocimiento científico: la absoluta certeza del conocimiento religioso frente a la absoluta falta de certeza del conocimiento científico”.

Pues con la educación pasa algo parecido. Las enseñanzas religiosas son universales y eternas, mientras que los buenos profesores y maestros se adaptan a los tiempos e incluso dudan. ¿Una capilla en la universidad? Sería más útil un buen laboratorio, una biblioteca especializada, otra cafetería o incluso unos servicios con ducha.

 

Derecho de cita

Dos grandes enfrentamientos judiciales han tenido en vilo a los españoles durante los últimos días. Por un lado, el Juzgado de lo Social número 16 de Madrid ha desestimado la demanda por despido improcedente presentada por Luis Bárcenas contra el Partido Popular, por la que le reclamaba 900.000 euros por despedirle en enero de 2013 y no en 2010, como sostiene la secretaria general María Dolores de Cospedal. Parece que no hay pruebas suficientes para demostrar que el ex tesorero estuvo trabajando hasta la fecha que él dijo, y que sólo fue despedido cuando se conocieron sus cuentas en Suiza.

Por otro lado, Atresmedia y Mediaset han llegado a un acuerdo de compensación para eludir el juicio que enfrentaba a los dos tentáculos del duopolio audiovisual español por las imágenes que el programa de La Sexta “Se lo que hicisteis” utilizó durante años sin permiso.

Hasta el 20% de “Se lo que hicisteis” eran contenidos de Telecinco. Para rapiñar esas imágenes, por supuesto sin pagar un duro, La Sexta se basaba en que era “una costumbre ampliamente asentada en el sector audiovisual” para difundir contenidos. Se convirtió en un muy rentable contenedor de basura, hasta que la cadena de Vasile reclamó que estaban vulnerando la Ley de Propiedad Intelectual. Basura, sí, pero con derechos de autor.

El llamado “derecho de cita” ha creado muchas confusiones en este país. La Sexta puso por la cara a su servicio el trabajo, miserable trabajo, bien es cierto, de Telecinco. Frases, citas, de Mermelada (Jorge javier Vázquez), de las que se descojonaban. Cospedal cita de manera simulada y en diferido a Bárcenas. El ex tesorero y los directivos de La Sexta tenían una cita en los juzgados. Pero tranquilos que la sangre en ningún caso llega al río: perro no come perro.

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Un motivo para NO ver la televisión

En un metro de bosque.

Autor: David George Haskell.

Editorial: Turner.

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David George Haskell es biólogo y profesor en la University of the South of Tennessse. Y un gran narrador. Y un observador minucioso. Y un tipo con paciencia y sensibilidad. En este maravilloso libro, subtitulado “un año observando la naturaleza”, cuenta cómo son las cosas en su mandala, un círculo de algo más de un metro de diámetro situado en la ladera arbolada de un bosque primario, en las colinas del sureste de Tennessee. Nuestro hombre visita cada día el lugar, soportando las nieves invernales y los calores veraniegos. Se acerca al suelo para sentir la tierra, el musgo, para ver los detalles de los diminutos insectos, el vuelo de las esporas de los hongos. Oye el canto de las aves, siente la presencia de mamíferos. Las reglas son sencillas: “Visitarlo a menudo y observar el transcurso de un año; guardar silencio, molestar lo mínimo; no matar, no mover de sitio los animales y no cavar en el mandala ni arrastrarse por él. Servirse prudentemente del tacto de vez en cuando es suficiente”.

Un año en un metro de naturaleza. La clave es que David George Haskell lo cuenta de maravilla. Es un científico, pero también un poeta. Cada detalle aparentemente menor da lugar a cuatro o cinco páginas memorables: Semillas andantes, helechos, la motosierra, unas huellas, el tritón y el coyote, bestiario subterráneo, las copas de los árboles… Grandes descripciones de pequeñas gestas naturales.

“La vida de las musarañas es breve y violenta. Solo una de cada diez vive más de un año y las demás acaban quemadas por su metabolismo febril. Las musarañas respiran tan frenéticamente que no pueden sobrevivir demasiado tiempo en la superficie. En un ambiente seco, su respiración escandalosamente rápida las desecaría y mataría”.

 

 

¿Sobra información?

Tras pasar toda la semana viendo basura, el crítico de televisión necesita el fin de semana para desintoxicarse. Por eso apaga el electrodoméstico, sale a disfrutar de las calles y busca un quiosco donde comprar un periódico. El mejor periódico. El País, ¿no? Es domingo, y son 2,50 euros, una cifra importante. Pero hay que olvidarse de la tele y disfrutar de información de calidad. El crítico arrincona el suplemento dominical, un catálogo de publicidad, y arranca la lectura como en los viejos tiempos: por detrás.

Mierda. En la contraportada de El País del domingo Juan Cruz entrevista a Jorge Javier Vázquez, el presentador de “Sálvame”, el carroñero estrella de Telecinco. Esta cadena forma parte de Mediaset, empresa socia de PRISA, la editora de El País. Como Juan Cruz es sobre todas las cosas un hombre de empresa, me temo lo peor. Arranca la entrevista…

– ¿Cómo está?

– Decir feliz me parece prepotente o vanidoso…

Y así se desarrolla la entrevista estrella, la contra, del país del domingo. De manera ligera, superficial, babosilla. “Dicen que soy muy soberbio y vanidoso; creo que es timidez, instinto de protección… Me gustaría decirte que luego me pongo hasta arriba de dry martinis; pero me vuelvo a casa, tienes que descansar, es que si no lo resistes…”. Jorge Javier Vázquez parece no tener nada que decir, quizá porque Cruz no tiene nada que preguntar. Un precioso espacio perdido, papel para tapar el arroz mientras reposa. No es lo que yo busco en la prensa del fin de semana…

Podríamos pensar que la televisión contamina. Que mancha lo que toca. Que es imposible hacer nada digno partiendo de un aparato tan ultrajado, tan maltratado, tan denostado, tan torticeramente utilizado. Pero puede que no sea suya toda la culpa, y que los diarios hayan dejado de ser referencia informativa. ¿Acaso quedan referencias informativas? Tal vez la cantidad, toneladas de noticias, entrevistas y opiniones de medio pelo discurriendo a saco por las redes, hayan sustituido a la información de calidad. Puede que a nadie le interese ya la información. Que prefieran estar simplemente entretenidos. Jorge Javier Vázquez fue entrevistado en El País en 2011. Y también en 2012. Y su último libro fue reseñado en Babelia en 2103. En la foto, el presentador durante su trabajo en Telecinco…

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Maurizio Carlotti, vicepresidente del Grupo Atresmedia, ha sugerido que los informativos de televisión de la noche sobran. Durante su participación en los Cursos de Verano de El Escorial ha dicho que esos telediarios nocturnos “no introducen novedad”. “Es invitar a cenar a uno que ya ha cenado, uno que pica algo por cortesía”, asegura Carlotti.

¿Sobra información?

 

Un motivo para NO ver la televisión

Johnny Winter

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Ha muerto el más feroz de los grandes bluesman blancos. Nació en el 44 en Texas, tocaba la guitarra de una forma tan salvaje como Hendrix, era tan técnico como Stevie Ray Vaughan, tenía el feeling de Albert Lee… jamás hizo una concesión comercial, nunca abandonó la carretera, siempre amó el blues sobre todas las cosas. Era un prodigio, un titán escondido en el cuerpo frágil de un niño tatuado. Y grabó algunos discos mágicos que nos quedan para siempre. ¿El mejor? Entre sus cuatro primeros y magníficos álbumes quizá destaca el que significó su debut en estudio, allá por el 69. Se llama “Second Winter”, y en su versión Legacy Edition incluye un directo en el Royal Albert Hall en 1970. Una memorable descarga eléctrica.