Siestas olímpicas

Cuando uno creía que no podía haber nada mejor para dormir la siesta que la enésima reposición de un documental sobre la actividad volcánica en las islas orientales del Pacífico sur, arrancan las olimpiadas en TVE. Una pasada. La televisión pública emite en diferido a las cuatro de la tarde las clasificaciones para la final de tiro con pistola de aire comprimido, competición en que tras una dura batalla psicológica es eliminada la representante española. El compromiso de esta modalidad olímpica con el cabezazo de sobremesa es tan grande que ni las armas hacen ruido. Un triste “psh” que, en su repetición, arrastra al telespectador a un relax maravilloso.

¡Pobre Rajoy! Menudo disgusto tendrá el presidente en funciones, desplazado a su lugar habitual de vacaciones en Pontevedra para seguir las negociaciones con los testículos en remojo. Su proyecto de una España grande e importante, con influencia planetaria, al menos en lo que al deporte se refiere, se desmorona. Y lo hace en directo y en TVE. Ayer contemplé el ridículo en rugby a siete, la derrota en waterpolo, hoy los fracasos en ciclismo, en hockey chicas, en baloncesto… ¿Qué será de nosotros, Mariano, si ya no podemos confiar ni en el deporte?

Y no será porque los comentaristas no ponen de su parte: “La valiente jugadora española no ha podido…”. “¡Qué mala suerte estamos teniendo!”. “¡España sin duda merece mucho más!”. “Las clásicas artimañas de los italianos…”. Esta no es mi España, ese país ganador del que habla Mariano. ¿Qué fue de aquella frase memorable, para la historia, que tan bien nos definía como país? Sí, esa de “Soy español, ¿a qué quieres que te gane?”.

Por cierto, ¿quién elige la ropa, tanto de deportistas como de presentadores de TVE? Los primeros parecen vestidos por Prada & Prada, el dúo de estilistas psicópatas formado por Juan Manuel de Prada (diseño) y Ágata Ruiz de la Prada (color). Para los segundos parece que han aprovechado los restos de los patrones que utilizaron para vestir a los testigos de Jehová. Soporífero todo.