Sopor

La noticia podría parecer terrible, dramática, estremecedora: más de 300.000 personas vieron durante una hora cómo dormían los concursantes de “Gran Hermano” (Telecinco). Fue el pasado sábado, y no se trató de un terrible atentado, en el que una organización terrorista virtió toneladas de somníferos en el agua corriente de grandes ciudades españolas. No. Y no se trataba una excepción. La audiencia del concurso-basura en horario nocturno, cuando los protagonistas del mismo están sobados, tiene más audiencia que los documentales de La 2 (TVE). Seres humanos descerebrados en estado de absoluto reposo, con toda actividad consciente y todo movimiento voluntario suspendidos, suscitan más interés que los hambrientos cocodrilos del río Mara, que en una orgía de sangre y carne desgarrada devoran a manadas enteras de herbívoros cargados de adrenalina en plena migración.

Decía que la noticia podría resultar terrible, dramática e incluso estremecedora. Una minucia si la comparamos, sin salir del tema audiencias, con el especial informativo de TVE sobre la última sesión de investidura celebrada en el Congreso, que alcanzó un 12,3 % de share y encandiló a 1.318.000 espectadores. ¿Insuperable? ¿El éxito de la política? ¿El ejemplo de la concienciación de los ciudadanos? Pues depende. Ese mismo día “Sálvame” (Telecinco), la Meca de la telebasura, consiguió un 17,2 % de cuota y 1.864.000 espectadores.

Paz Padilla se encuentra en la cumbre de la cadena trófica audiovisual. Le sigue muy de cerca Pablo Manuel Iglesias y sus manos manchadas de cal viva. Los cocodrilos de La 2 están más vistos que el TBO. Y los concursantes tostados de “Gran Hermano”… es evidente que en ese momento están dando lo mejor de sí mismos. Es el fascinante mundo de las audiencias.

P.D.

TVE estrenó el pasado sábado, en su segundo cadena y en una hora nefasta (13:30), una serie documental sobre los espacios protegidos por la llamada Red Natura 2000. Son 28 capítulos de media hora de duración que, producidos por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife), pretenden mostrar las bellezas de los más de 20 millones de hectáreas de suelo protegido por su alto valor medioambiental. Y por supuesto la relación de los humanos que viven en estos lugares con la conservación de los mismos.

Un proyecto ambicioso que en su primer capítulo resultó un tanto decepcionante: tiene algo de video clip promocional, algo de programa para ecologistas urbanos, algo de espacio comercial, que no acaba de convencerme. Quizá influya la monotonía del guión, o la sucesión de ideas repetidas por los entrevistados, o la indiferencia que acaban produciendo unas imágenes tan bellas como deslabazadas. A veces tenemos la sensación de estar viendo un documental realizado por una comunidad autónoma para promocionarse en FITUR. Le falta ese alma, esa emoción, que hace de los buenos documentales productos televisivos para grandes audiencias.

Seguramente mejore cuando entre en faena, cuando comience a recorrer esos lugares privilegiados de la geografía ibérica. En cualquier caso se trata de un espacio imprescindible para cualquier telespectador medianamente preocupado por la naturaleza y el medio ambiente. No hay otra cosa. La televisión pública, TVE, ha olvidado por completo un género que le ha dado algunos de los mejores momentos de su historia. Bien es cierto que ahora no tenemos un comunicador del calibre de Félix Rodríguez de la Fuente, un hombre capaz de entusiasmar al telespectador simplemente con su voz, con la pasión de su discurso. Pero también lo es que TVE tiene la obligación de apostar por el documental, por invertir en estas producciones caras y complejas, por ofrecer a los ciudadanos entretenimiento de auténtica calidad.

Hasta entonces, la cita con “Red Natura 2000”, en su tele o en la web de TVE, es obligatoria.