La alcaldesa alcaidesa

El diario británico The Telegraph publicó la sensacional exclusiva: Rita Barbera se había incorporado al penal siciliano de Ucciardone. Y no en calidad de reclusa, sino como alcaidesa. ¡Qué carácter! Nada más llegar había continuado con su incansable batalla contra la corrupción poniendo en marcha una política carcelaria basada, no podía ser de otra manera, en la mano dura: desde ese mismo momento los presidiarios, muchos de ellos mafiosos, tenían prohibido lucir tanto artículos de lujo como ropas de marca. Se acabaron los bolsos de Armani en el patio, los complementos de Gucci en el comedor y hasta las chanclas Nike en las duchas. Volvían los clásicos conjuntos a rayas con el número en el pecho. “En nuestra memoria colectiva, esta prisión ha estado unida a la imagen de padrinos llevando ropas de marca y eso es algo con lo que hay que terminar… Hay que acabar con los presos que muestran su supremacía y su estatus”, anunció la amiga Barbera sin que le temblara la voz.

¡Atención! ¡Última hora! La imagen superior NO muestra a Barbera durante la toma de posesión de su nuevo cargo, acompañada por algunos ilustres reclusos. Es una foto de archivo. Solo se trata de un lamentable error. El Telegraph ha metido la pata al utilizar una fotografía de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, para ilustrar una información sobre la nueva directora de la cárcel siciliana de Palermo, una señora que se llama igual que la alcaldesa de Valencia pero, atención, sin la tilde en su apellido.

Un fallo lo tiene cualquiera, pero este no tiene perdón de dios. ¿Imaginan al bueno de Carlos Fabra, temblando como una vieja junto al transistor en su despacho de loterías? ¿Y al pobre Camps escuchando la noticia en la radio, mientras se ducha? “Rita Barbera se ha incorporado esta mañana al penal siciliano de Ucciardone”. A ese hombre tienen que arrancarle del baño los GEO con un fórceps.

Ante las cámaras de televisión, la Rita Barberá con acento en la última sílaba ha comentado la anécdota con una sonrisa: “ya me conocen hasta en Inglaterra”, ha venido a decir. No me importaría quitarle hierro al asunto de no ser por lo desazonador de las coincidencias, capaces de crispar los nervios al más templado de los políticos y al más recio de los funcionarios de prisiones. Barberá es consumidora habitual de marcas de lujo, como esos bolsos Louis Vuitton que tanto gustan a los gansters italianos de toda la vida. Barberá frecuenta compañías de dudosa reputación, como esas organizaciones empresariales y delictivas que tanta mala fama han dado a la Italia profunda. Camorra, Cosa Nostra… Gürtel. Barberá podría hermanar Valencia con Palermo, la ciudad de la prisión que ha suscitado el error, puesto que ambas tienen puntos en común al sostenerse  sobre un perverso sistema de relaciones entre diferentes formas de corrupción que afectan a la clase empresarial, la administración burocrática y la familia política.